Definiciones tomadas del Diccionario de Autoridades 1ª Edición. Año 1732
Apuntes
Decimos dar y damos. Aunque a veces ese dar lleve consigo una tensión que va más allá de lo dado. Debe de haber en el dar una alegría caprichosa, un presente vivo; la turbia sensación de préstamo debe desecharse como se desecha en el beso el espacio entre las bocas.
Exultante podría ser el término. Diría que la lluvia daba alimento a la tierra; diría que al darle las manos le dio el aliento; diría que al dar la bienvenida pudo dormir tras el largo viaje; exultatio.
Podré aplicar el ungüento en la herida.
Podré someterme al armisticio y renegar de las guerras; dar la paz podré.
Dar lugar para nosotros. Apretarnos. Recogernos. Estrecharnos en algún sitio. Ir con la dicha del dador. Ir sin báculo. Ir despacio. Subiremos, escribo, por aquella ladera tras la cual se encuentra el sol. Lugar para sentarnos. Lugar para escuchar la música de Telemann. Lugar recóndito. Lugar refugio. Lugar ámbar sin espadas y sin dagas.
¡Dar luz!
Dar fuerzas cuando cae la noche y el invierno amenaza fuera y va entrando por los resquicios de las puertas y todo lo va enfriando menos ese dar fuerzas: tus brazos entre los míos, el olor de tu cabello, la cadencia de tu cadera, el botón de tu goce, el calor entre nosotros, la noche serena, la noche acalorada aunque el invierno por los resquicios de puertas y ventanas nos rodeé.
Dar gloria y sentir turbulencia. Se fue fraguando en la estratosfera. Se fue haciendo grande y verde. Se fue acercando. Se fue deslizando. Se quedó a nuestros pies y esperó el primer gemido.
En el espacio dar.
Je m'accuse de ser un irreponsable y de no entender en absoluto los matices en la voz.
Me acuso de ser a medias, de no ser humilde (a medias), de mirarme a veces con usura la largura de las uñas (a medias).
Me acuso del tedio de la tarde.
Me acuso de tener la paciencia que se requiere para entender el problema.
Yo me acuso y me pego un capón en la cabeza, en la coronilla, donde duele.
Yo me acuso de leerme el caso Dreyfus ayer por la noche mientras fuera el río iba cayendo y yo había sido presa de mi vehemencia.
Yo me acuso de no haber sido capaz de desterrar la ira de inmediato y de sentir una vez expulsado el grito una suerte de arrepentimiento en todo parecido a una aurora en invierno.
Me acuso de dormir bien.
Me acuso de teclear con cuatro dedos (a veces, y entonces no me acuso de nada, con siete).
Je m'accuse de verdear los recuerdos, de palpitar la vida; je m'accuse de amar el francés y las cosas de Francia; je m'accuse de dispersión; me acuso de amor; je m'accuse de algunas canciones que rondan mi cabeza y del placer que siento cuando siento placer al cantar; me acuso de ser un esteta; me acuso del fulgor de mis ojos; me acuso de la perdurabilidad del deseo; me acuso de amar con desmesura el juego del ajedrez, amarlo yo, sí, amarlo, yo que soy un pato cojo jugándolo y no tanto gozándolo.
Yo me acuso de no saber responder.
Yo me acuso de no saber encajar.
Yo me acuso de una suerte de vida, sabiendo que esta vida que vivo no es la vida que se ha de vivir; me acuso de esta frase de inmediato y sin perdón posible; me acuso de pensar ahora mismo arriero; me acuso de lo insostenible, de la ternura, del apaciguamiento, de la carencia, de la caricia, de comprarle la comida a mi perro; me acuso del esfuerzo y del decaimiento y de la inacción y de la espera y de la visión y de la calefacción y de la rotura del horno y del oído en el que se genera ya el tapón; me acuso de la esfera, del compás y la linterna.
Je m'accuse de pedantería y de ser un petimetre.
Je m'accuse de entender la mecánica de la guitarra y también me acuso con pena capital o como mínimo cadena perpetua de loor de violines, historias bíblicas, caídas y quebrantos e intuiciones.
Me acuso con voracidad de este escrito.
Me acuso de volver de nuevo a la contemplación.
Me acuso de que mis manos hayan quedado frías y de la tristeza que siento esta mañana y de lo hermoso que está el día y de las veces que me he repetido ve a nadar hoy ve a nadar hoy ve a nadar hoy y de la luz que incide sobre el teclado negro y de las teclas cuyo símbolo ya no existe pero yo sé que ahí se encuentra la a o la s o la e o la o y de la vela que nunca enciendo y de la amiga a la que nunca volví a llamar y del desasosiego y la lectura de Pessoa y de la librería que tengo encima de mi cabeza y del cuadro del amigo que tanto miro y de la congoja que siento en mi pecho y de la dulzura que escapó de mí y de lo estrecha que es la primera calle y de la carrera en el paseo bonito y de la parquedad y sequedad de diciembre y de la noche que se avecina y de la imposibilidad del perdón en mi vida imperdonable.
Yo me acuso de yo y por lo tanto je me requeteaccuse.
Me acuso de ser a medias, de no ser humilde (a medias), de mirarme a veces con usura la largura de las uñas (a medias).
Me acuso del tedio de la tarde.
Me acuso de tener la paciencia que se requiere para entender el problema.
Yo me acuso y me pego un capón en la cabeza, en la coronilla, donde duele.
Yo me acuso de leerme el caso Dreyfus ayer por la noche mientras fuera el río iba cayendo y yo había sido presa de mi vehemencia.
Yo me acuso de no haber sido capaz de desterrar la ira de inmediato y de sentir una vez expulsado el grito una suerte de arrepentimiento en todo parecido a una aurora en invierno.
Me acuso de dormir bien.
Me acuso de teclear con cuatro dedos (a veces, y entonces no me acuso de nada, con siete).
Je m'accuse de verdear los recuerdos, de palpitar la vida; je m'accuse de amar el francés y las cosas de Francia; je m'accuse de dispersión; me acuso de amor; je m'accuse de algunas canciones que rondan mi cabeza y del placer que siento cuando siento placer al cantar; me acuso de ser un esteta; me acuso del fulgor de mis ojos; me acuso de la perdurabilidad del deseo; me acuso de amar con desmesura el juego del ajedrez, amarlo yo, sí, amarlo, yo que soy un pato cojo jugándolo y no tanto gozándolo.
Yo me acuso de no saber responder.
Yo me acuso de no saber encajar.
Yo me acuso de una suerte de vida, sabiendo que esta vida que vivo no es la vida que se ha de vivir; me acuso de esta frase de inmediato y sin perdón posible; me acuso de pensar ahora mismo arriero; me acuso de lo insostenible, de la ternura, del apaciguamiento, de la carencia, de la caricia, de comprarle la comida a mi perro; me acuso del esfuerzo y del decaimiento y de la inacción y de la espera y de la visión y de la calefacción y de la rotura del horno y del oído en el que se genera ya el tapón; me acuso de la esfera, del compás y la linterna.
Je m'accuse de pedantería y de ser un petimetre.
Je m'accuse de entender la mecánica de la guitarra y también me acuso con pena capital o como mínimo cadena perpetua de loor de violines, historias bíblicas, caídas y quebrantos e intuiciones.
Me acuso con voracidad de este escrito.
Me acuso de volver de nuevo a la contemplación.
Me acuso de que mis manos hayan quedado frías y de la tristeza que siento esta mañana y de lo hermoso que está el día y de las veces que me he repetido ve a nadar hoy ve a nadar hoy ve a nadar hoy y de la luz que incide sobre el teclado negro y de las teclas cuyo símbolo ya no existe pero yo sé que ahí se encuentra la a o la s o la e o la o y de la vela que nunca enciendo y de la amiga a la que nunca volví a llamar y del desasosiego y la lectura de Pessoa y de la librería que tengo encima de mi cabeza y del cuadro del amigo que tanto miro y de la congoja que siento en mi pecho y de la dulzura que escapó de mí y de lo estrecha que es la primera calle y de la carrera en el paseo bonito y de la parquedad y sequedad de diciembre y de la noche que se avecina y de la imposibilidad del perdón en mi vida imperdonable.
Yo me acuso de yo y por lo tanto je me requeteaccuse.
He de maravillarme de las manos y su perfecta adecuación al medio.
Echo de menos.
La lluvia no ha caído desde hace días y lo seco se hace eco de un afán.
Décima real.
Los niños me gustan. Por fin me gustan. Me gustan gracias a mi hija. Los he descubierto gracias a ella y sus amigas. Ellos saben que me gustan.
Y ha ocurrido que hoy por la mañana una mujer me ha reconvenido acerca del lugar donde mi perro hace pis y mi cerebro tras el encuentro no dejaba de dar vueltas al hecho y cuando era consciente de que estaba pensando otra vez en lo mismo me decía, ¿Pero a qué este runrún?
La carretera.
La ausencia.
El viento.
La vuelta.
Hacer las cosas que se han de hacer. Aunque cansado.
Temo el solipsismo.
Solipsismo: Doctrina según la cual no existe para el sujeto pensante más realidad que él mismo. Tb. fig. fuera del ámbito filosófico.
La deuda.
Al final todo está en relación con los demás. Un día me planteé la siguiente cuestión: Supongamos una persona encerrada en una habitación con las ventanas cegadas que realiza auténticas obras de arte, una tras otra y en cuanto las termina las destruye y empieza otra. Esta persona ¿es un artista?
Me dicen, cariñosamente, viejo escéptico. Y lo soy, aunque quizá y en terminología de Popper sea realista más que escéptico. Tengo una aprensión hacia el idealismo (o positivismo lógico). Y me interesa más -de ahí mi realismo- la operación deductiva (de lo general a lo particular) que la inductiva (de lo particular a lo general). Soy un viejo escéptico que respeta por principio las tendencias religiosas de los otros. Sólo que todas las máscaras de Dios tomada cada una como la verdadera me fatigan. No me fatigan las máscaras de Dios en sí (antes bien me fascinan) sino quienes defienden la verdad de esa máscara como si fuera ésa la idea llamada Dios.
Pasa la tarde de espaldas al gran ventanal.
Este mes podrá ser. Quizá también el mes que viene.
Habré de acostumbrarme a esta incertidumbre y aceptar mi destino como si fuera mi carácter y ambos frutos del azar. Y rogar así a eso que se quiso domesticar desde el siglo XIX -el azar- que me sea benévolo y se convierta en Fortuna y duerma las noches sin el temblor del fin, de esos fines que son como pequeñas muertes que serían ensayos de la gran muerte.
Ahora he volver a abrir la videocámara. He descubierto que si no la abro todos los días deja de funcionar cumpliéndose así ese principio de la evolución darwiniana que viene a decir que el órgano que no se utiliza acaba por desaparecer y en la cámara estaba empezando a desaparecer la función de abrirse y cerrarse. Desde que la abro y cierro tres o cuatro veces al día se la ve más alegre, más dispuesta, más dinámica.
Echo de menos.
La lluvia no ha caído desde hace días y lo seco se hace eco de un afán.
Décima real.
Los niños me gustan. Por fin me gustan. Me gustan gracias a mi hija. Los he descubierto gracias a ella y sus amigas. Ellos saben que me gustan.
Y ha ocurrido que hoy por la mañana una mujer me ha reconvenido acerca del lugar donde mi perro hace pis y mi cerebro tras el encuentro no dejaba de dar vueltas al hecho y cuando era consciente de que estaba pensando otra vez en lo mismo me decía, ¿Pero a qué este runrún?
La carretera.
La ausencia.
El viento.
La vuelta.
Hacer las cosas que se han de hacer. Aunque cansado.
Temo el solipsismo.
Solipsismo: Doctrina según la cual no existe para el sujeto pensante más realidad que él mismo. Tb. fig. fuera del ámbito filosófico.
La deuda.
Al final todo está en relación con los demás. Un día me planteé la siguiente cuestión: Supongamos una persona encerrada en una habitación con las ventanas cegadas que realiza auténticas obras de arte, una tras otra y en cuanto las termina las destruye y empieza otra. Esta persona ¿es un artista?
Me dicen, cariñosamente, viejo escéptico. Y lo soy, aunque quizá y en terminología de Popper sea realista más que escéptico. Tengo una aprensión hacia el idealismo (o positivismo lógico). Y me interesa más -de ahí mi realismo- la operación deductiva (de lo general a lo particular) que la inductiva (de lo particular a lo general). Soy un viejo escéptico que respeta por principio las tendencias religiosas de los otros. Sólo que todas las máscaras de Dios tomada cada una como la verdadera me fatigan. No me fatigan las máscaras de Dios en sí (antes bien me fascinan) sino quienes defienden la verdad de esa máscara como si fuera ésa la idea llamada Dios.
Pasa la tarde de espaldas al gran ventanal.
Este mes podrá ser. Quizá también el mes que viene.
Habré de acostumbrarme a esta incertidumbre y aceptar mi destino como si fuera mi carácter y ambos frutos del azar. Y rogar así a eso que se quiso domesticar desde el siglo XIX -el azar- que me sea benévolo y se convierta en Fortuna y duerma las noches sin el temblor del fin, de esos fines que son como pequeñas muertes que serían ensayos de la gran muerte.
Ahora he volver a abrir la videocámara. He descubierto que si no la abro todos los días deja de funcionar cumpliéndose así ese principio de la evolución darwiniana que viene a decir que el órgano que no se utiliza acaba por desaparecer y en la cámara estaba empezando a desaparecer la función de abrirse y cerrarse. Desde que la abro y cierro tres o cuatro veces al día se la ve más alegre, más dispuesta, más dinámica.
Ensayo
Tags : Meditación sobre las formas de interpretar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 11/12/2014 a las 17:24 |
1.- ¿Este vaivén sonoro tiene que ver con la cadencia de mi resaca?
2.- Determinemos la importancia de las horas. El tiempo como dimensión no existe (porque toda dimensión tiene como cualidad inexcusable ser mensurable). Entonces, la hora ¿qué es? Defino la hora como una unidad de medida del reloj, no del tiempo. La importancia de las horas se reduce así a una cuestión mecánica y aún matizaría más: a una cuestión de engranajes.
3.- Me debato en la cama sobre si el frío merece ser vivido y también me acuno levemente como levemente soy aún niño y tengo recuerdos, superfluos sí, de una higuera en septiembre.
4.- ¿Qué tiene el placer que necesita ser desmejorado cuando alcanza su cenit? Es como si buscáramos en penduleo humano y de inmediato su nadir.
5.- Me duele la espalda. No dejaré que ese dolor me venza. Voy a dar un trago a un té con hierbabuena.
6.- Alegre por la última recomendación, me llevé por delante un poste eléctrico y jugué con unos colegas a las canicas. Pedazos de electricidad recorrían el camino; latigazos diría si mi voz no fuera fiera.
7.- El abrazo y el beso nos llevaron a la cama. Para mí será un hito.
8.- Es el infinito lo que nos aterra y has de saber, amable lector, que como tantas cosas no siempre el infinito reinó entre los hombres.
9.- Lenin aseguraba que la revolución en Rusia sólo sería posible mediante el marxismo y la electrificación. Electrificaron y nunca fueron marxistas. ¿El marxismo es realmente científico?
10.- Dancé, malditamente, mis pies se hicieron un nudo. No rebajé la intensidad y adiviné que se gana si tan sólo se juega como se sabe no como se ha de jugar.
11.- Y también: sentir da más réditos que pensar.
12.- Y también: Demasiada soledad lleva a deducciones masturbatorias.
2.- Determinemos la importancia de las horas. El tiempo como dimensión no existe (porque toda dimensión tiene como cualidad inexcusable ser mensurable). Entonces, la hora ¿qué es? Defino la hora como una unidad de medida del reloj, no del tiempo. La importancia de las horas se reduce así a una cuestión mecánica y aún matizaría más: a una cuestión de engranajes.
3.- Me debato en la cama sobre si el frío merece ser vivido y también me acuno levemente como levemente soy aún niño y tengo recuerdos, superfluos sí, de una higuera en septiembre.
4.- ¿Qué tiene el placer que necesita ser desmejorado cuando alcanza su cenit? Es como si buscáramos en penduleo humano y de inmediato su nadir.
5.- Me duele la espalda. No dejaré que ese dolor me venza. Voy a dar un trago a un té con hierbabuena.
6.- Alegre por la última recomendación, me llevé por delante un poste eléctrico y jugué con unos colegas a las canicas. Pedazos de electricidad recorrían el camino; latigazos diría si mi voz no fuera fiera.
7.- El abrazo y el beso nos llevaron a la cama. Para mí será un hito.
8.- Es el infinito lo que nos aterra y has de saber, amable lector, que como tantas cosas no siempre el infinito reinó entre los hombres.
9.- Lenin aseguraba que la revolución en Rusia sólo sería posible mediante el marxismo y la electrificación. Electrificaron y nunca fueron marxistas. ¿El marxismo es realmente científico?
10.- Dancé, malditamente, mis pies se hicieron un nudo. No rebajé la intensidad y adiviné que se gana si tan sólo se juega como se sabe no como se ha de jugar.
11.- Y también: sentir da más réditos que pensar.
12.- Y también: Demasiada soledad lleva a deducciones masturbatorias.
Ensayo
Tags : ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 09/12/2014 a las 11:55 |
Una película de Christopher Nolan. Escrita por Jonathan y Christopher Nolan
1.- En el final de los tiempos (de cualquier tiempo y sabiendo -o intuyendo- que el tiempo no es una distancia como normalmente nos podemos permitir entenderlo en esa lógica del pensamiento más humano que parte de la causalidad y la espacialidad como sendero seguro para llegar a conclusiones) sino un sentimiento, se puede producir la belleza y la intemporalidad.
2.- La asunción aunque sea durante un nanosegundo de lo insondable universo crea en quien lo asume la paz.
3.- Este instante. Tan sólo éste.
4.- Crear una historia en la que el tiempo fluctúa en su no espacialidad genera inevitablemente confusión y vértigo. Confusión porque intuimos que una hora no es una hora. Vértigo porque esa inmesurabilidad del tiempo va en contra de la humana necesidad de tenerlo todo medido y bien medido.
5.- La antigua cultura griega (dórica) no sabía de tiempo. No le interesaba la perdurabilidad. Por ese motivo construía sus templos en madera.
6.- El ensayo de dominio del tiempo es la clave de bóveda de la cultura occidental. Su fracaso es su condena.
7.- La mecánica cuántica (es decir: la fenomenología de lo ínfimo) es bella en sí misma (por supuesto hasta donde alcanzo a entender y su principio fundacional, el Principio de Incertidumbre de Heissenberg, según el cual es imposible medir simultáneamente, y con precisión absoluta, el valor de la posición y la cantidad de movimiento de una partícula) porque anula la precisión y afirma que una de las constantes -valga la paradoja- de la existencia humana es la falibilidad.
8.- Se puede amar en el tiempo de donde se sigue que no necesariamente la distancia es el olvido.
9.- ∞
2.- La asunción aunque sea durante un nanosegundo de lo insondable universo crea en quien lo asume la paz.
3.- Este instante. Tan sólo éste.
4.- Crear una historia en la que el tiempo fluctúa en su no espacialidad genera inevitablemente confusión y vértigo. Confusión porque intuimos que una hora no es una hora. Vértigo porque esa inmesurabilidad del tiempo va en contra de la humana necesidad de tenerlo todo medido y bien medido.
5.- La antigua cultura griega (dórica) no sabía de tiempo. No le interesaba la perdurabilidad. Por ese motivo construía sus templos en madera.
6.- El ensayo de dominio del tiempo es la clave de bóveda de la cultura occidental. Su fracaso es su condena.
7.- La mecánica cuántica (es decir: la fenomenología de lo ínfimo) es bella en sí misma (por supuesto hasta donde alcanzo a entender y su principio fundacional, el Principio de Incertidumbre de Heissenberg, según el cual es imposible medir simultáneamente, y con precisión absoluta, el valor de la posición y la cantidad de movimiento de una partícula) porque anula la precisión y afirma que una de las constantes -valga la paradoja- de la existencia humana es la falibilidad.
8.- Se puede amar en el tiempo de donde se sigue que no necesariamente la distancia es el olvido.
9.- ∞
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Escritos de Isaac Alexander
Fantasmagorías
Meditación sobre las formas de interpretar
Cuentecillos
¿De Isaac Alexander?
Libro de las soledades
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Apuntes
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La Solución
Aforismos
Haiku
Reflexiones para antes de morir
Recuerdos
Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis
Sobre las creencias
Olmo Dos Mil Veintidós
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El mes de noviembre
Jardines en el bolsillo
Olmo Z. ¿2024?
Saturnales
Agosto 2013
Citas del mes de mayo
Marea
Sincerada
Reflexiones
Mosquita muerta
El viaje
Sobre la verdad
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Perdido en la mudanza (lost in translation?)
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Ensayo
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/01/2015 a las 13:08 |