Canta el Coro de los troyanos la llegada de Reso, rey de Tracia, y ensalzan en su canto su linaje y su futuro [...] ¡Illión! No te dejes vencer por los argivos. Acude con todos los tuyos contra las cóncavas naves y en maniobra envolvente atácalos al fin por retaguardia y quema sus naves. Que el cielo del amanecer se tiña del rojo del fuego. Que los peces pontíacos se sumerjan en las profundidades [...] mientras imaginaba, no muy lejos, en tierras del este, la gente se ahogaba amarrada a los volantes de sus automóviles El temporal se había cocido a fuego lento y cuando decidieron los dioses que era el momento dejaron caer tormenta tras tormenta el diluvio sobre una extensión de tierras que nunca debieran haber sido propiedad de los hombres [...] Siguió pensando, ¿No contiene la sexualidad mamífera cierto grado de agresividad? y si fuera así, ¿puede el neocórtex domeñar el hipotálamo o siquiera el núcleo accumbens para que no sea la agresividad quien genere respuestas y fomente estímulos sexuales? Hablo de una agresividad aceptada, de una erótica compartida, es decir no me refiero a una agresividad y una erótica impuestas (se pregunta si tendría que definir el término agresividad, si debería buscar etimologías o si basta la idea que el lector tiene de este término para que no necesite tanta precisión) [...] ¿Por qué suscitó tanto enojo la belleza? ¿Por qué tuvieron los antiguos escribas que escribir el Libro del Éxodo, germen del insaciable afán occidental por encontrar nuevas tierras prometidas según deducen los estudiosos que analizan estos textos casi tres mil años después de haber sido redactados? [...] El agua purifica y ahoga, las palabras se las lleva el tiempo, los muertos amarrados a los volantes de sus automóviles no volverán a discurrir. Eso sí: se reconstruirán las carreteras, se limpiarán los restos del naufragio, florecerá la próxima primavera, se hará un monumento a la tragedia, se escribirán libros, se harán críticas, se acabará volviendo todo una cuestión de seguros, la aguas del mediterráneo seguirán acogiendo ahogados de las costas de su sur [...] queda tan poco [...]
[...] hasta allí corrió [...] Ubicaba el inicio en Hasta allí corrió [...] hoy las hojas amarillean con descaro. Nada puede disimular su lento devenir a humus [...] sí, llegaron aves nuevas, las aves del otoño, zorzales, escriba zorzales el escriba [...] de la mañana debe de provenir algo [...] luego estableció lo correcto. Se equilibró con respecto a la inclinación del sol. Mañana sería otro día. Mañana todo cambiaría. Buscaría entre el follaje la cadencia de un vals y haría un verso. Mañana respiraría. Mañana encendería la luz con cierto grado de presente. Mañana se encumbraría. Sí, sí, se encumbraría como si un niño, él mismo niño, se pusiera a saltar sobre la cama, sobre aquellos colchones de muelles aquella vez en que su padre cambió los muebles de la habitación de los niños. También podría empezar con La habitación de los niños [...] Tendría tanto que hacer, ¡ah, si tú supieras! si, tú, tú, hubieras querido saber [...] es la despedida [...] un pañuelo atravesó la plaza de una capital de provincias en la Rusia del 1870, cuando los zares, [...] aún no existía Philip Glas para ti, no habías nacido, estabas muerta, no eras ni una idea en la conciencia de tu padre, quizás aún tampoco [...] de la despedida, claro, vino el pañuelo [...] fuiste una esperanza [...] si pudiera, -esto que escribe el escriba es puro. Es lo que desearía el personaje sobre el que el escriba escribe. No es una idealización. No es una metáfora. No es una mera imagen poética. Es realismo. Es casi naturalismo. Es un momento en el que Strindberg se detendría. Es un momento del último Bergman. Por eso insiste, no crea quien esto lea que hay una ensoñación, un querer hacer bello, una estética de la monomanía. Piense en lo siguiente que leerá de la fantasmagoría, que es puro naturalismo. Recuerde. Naturalismo, [...]- escribía el escriba que si pudiera -el personaje- desearía encontrarse con ella a lo lejos. Ella es silueta. Él reconoce la silueta. A las espaldas de ella surge del mar una luna gigantesca casi violeta que empieza a ser naranja. Él alza la mano y la sacude a modo de despedida. Ella, tan lejos, a contraluz de luz de luna, hace el mismo gesto [...] las hojas del roble se debilitan
Narrativa
Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/10/2024 a las 20:16 | {0}
¡Qué veloz la rueda! ¡Cuánto volvía a mirarlo! [...] ¿cuántos segundos mantuvo la respiración retenida en sus ojos? ¿quiso ahogarse? ¿Nada tiene demasiada importancia? [...] El cielo se llena de capas y capas de grises... las nubes. El otoño ya ha reverdecido las montañas. Huele a musgo y a hojas húmedas pudriéndose con calma en el camino. Caminamos. Con dolores caminamos [...] luz divina [...] último meandro del Leteo antes de llegar al delta del Olvido [...] lo bárbaro es que desde esta percepción (no sabe lo que ocurrirá en un eón) todo este tiempo ya huyó, las eternidades -que son únicamente el breve espacio que ocupa el presente en el fluir del tiempo- han sido sin saberse [...] Este sol oblicuo en la última hora de la tarde. Por el camino se acerca una madre con su hija. A la niña -que no tendrá más de cinco años- le fascinan las terneras las cuales, ajenas a la emoción de una niña, ramonean la hierba fresca de octubre. Prodigio ese azul y aquel malva de allá [...] ¿Eran expresionistas los Jardines de Babilonia? ¿Podría ser mi jardín un filamento de la inmensidad colgante de aquellos jardines míticos donde Semíramis reinó y el mal triunfaba? [...] ¡Oh, maldita edad! ¿Sufriré demencia senil blanca? [...] el mundo rezaba. Hubo un astro henchido de orgullo. Una masa arbórea caduca que mutó en perenne. La luz eléctrica. El muelle lamido por unas aguas negras cuajadas de reflejos. La terraza. Los comensales. Un aroma de siempre. Un deseo que no se podía cumplir. Recuerdos.
Narrativa
Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 19/10/2024 a las 20:42 | {0}Nadaba mientras la tormenta eléctrica se desenvolvía encima de mí. Mientras nadaba pensaba, Si hubiera estado al lado de un gran hombre quizás entonces, por extensión... me venía el nombre de Peru Lacroix y sus diarios junto al Libertador... daba una brazada y luego otra en una piscina privada que había asaltado sin importarme un ardite que la autoridad me detuviese. Era la tarde. El verano llegaba a su fin. Sabía que tarde o temprano sería detenido y como ya le ocurrió al joven Ójbar, sería trasladado a una comisaría en donde mi pobreza, mi ser un don nadie, propiciaría que me dieran una paliza, pasara varias noches en un calabozo, mal alimentado, mal aseado y luego fuera puesto en las lindes del territorio con el mandato de no volver a poner los pies por ahí.
La perra no puede venir conmigo. No podría someterla a los días que me quedan por vivir. Será mejor su ausencia de manada que lo seamos ella y yo. Yo sé, sí, yo sé que a ella no le importaría, que se quedaría en los huesos por seguir juntos, que podría llegar a morir de inanición. Para mí no sería justo, pienso mientras doy una brazada y luego otra y escucho el sonido del agua cuya cadencia me transporta a algún lugar en el que estuve acompañado por alguien afín.
Sí, claro, también me pregunto para qué esta vida, cómo llegué hasta aquí, por qué no narro encuentros sino soledades y cuánto es posible una existencia de hielo bajo el sol y las tormentas de un verano ya tardío. Y una brazada y otra brazada y decirme al corazón que cada uno labra con su camino su destino (y no al revés) sabiendo, como intuyo, que ese pensamiento es moderno, constituye la piedra angular del siglo XX, tiene algo de positivismo blanco y un mucho de la arrogancia del ego y aún así yo sigo nadando, braceo en una piscina privada que parece la joya de un jardín japonés. He de irme. Si no soy detenido; si la suerte me depara que me nade los mil quinientos metros que me he propuesto y pueda luego darme una ducha, vestirme, salir como entré (por encima del seto de fotinia) y caminar por las avenidas de la urbanización también privada sin que nadie me de el alto, entonces saldré esta misma noche al amparo de los nubarrones que cubren el cielo. Dejaré a la perra dormida en la casa y alguna señal que avise de algo anormal a quien la vea para que no pasen días sin que nadie vaya y se encuentren a la perra muerta o loca y rodeada de sus heces. Ojalá sea una buena persona quien vaya y la acoja y encuentre la manada que ella necesite. Nado. Respiro. No entiendo el mundo en el que vivo. Espero que alguien tire de mí con fuerza en cualquier momento en este día de un verano que ya termina como solían hacerlo antaño: con tormentas terribles que avivan el mejor olor de la tierra.
Narrativa
Tags : Olmo Z. ¿2024? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 31/08/2024 a las 18:35 | {2}Dormitorio pequeño en la casa de Olmo. La Mujer está delante de un espejo de pie. Vestida. Tras ella, Olmo huele su pelo, le sube un poco las faldas, justo hasta la parte superior de los muslos. Ella entreabre la boca. Sus labios tienen botox. Su cabello está teñido con mechas rubias. Sostiene el sostén un pecho que ya ha sucumbido al oficio de la gravedad. La Mujer es un poco menos vieja que Olmo.
Olmo:
Deberías haberme conocido más joven.
La Mujer:
Nada me dice la edad.
Olmo:
Mientes.
La Mujer:
Ya verás que no.
Olmo:
Deberías haberme conocido más joven.
La Mujer:
Está bien, cariño, ¿quieres que te pregunte por qué?
Olmo:
Sí, pregúntamelo.
La Mujer:
¿Por qué?
Olmo:
Tenía los labios gruesos. Mis ojos, grandes y oscuros, parecían irradiar una intensidad que prometía la ventura del amor carnal...
La Mujer:
¡Ole!
Olmo:
...mis manos eran suaves y conservaba el gusto por lo desconocido...
La Mujer:
¿Ya no sientes curiosidad por mi conejito?
Olmo:
Tu madriguera, dirás...
La Mujer:
Madriguera o conejo ¡qué más da! Sólo tienes que meterme la mano entre las bragas y empezar a mojarte con mi flujo. Ya verás lo rico que sabe. Sentirás en tu paladar sabores de allende los mares y cuando me muerdas los pezones, recordarás el principio de la vida.
Olmo:
¿Tanto ofreces?
La Mujer:
Tanto y más. Porque ya estás viejo has olvidado la esencia de este espacio, sí, mira, sólo por encima, acércate, aspira, mantén el aire en tus pulmones, recuéstate en mi regazo, escucha el palpitar de mi sexo, escucha la sangre entre mis muslos, atiende la tersura de mi piel, disfruta con mi voz que te lleva lejos, lejos, donde la paz.
Olmo:
En nada empujaré con mi polla la puta paz. No quiero paz. No quiero más esa palabra. Hoy he visto a un hombre que rige los destinos de una parte del mundo alentando la posibilidad de que otros seres humanos sean deportados y mueran de donde vinieron y se les hurte el derecho a una vida con alimento. Esos discursos los escucho todos los días. Me sorprende que la tierra esté tan dividida y haya personas que se dediquen a esquilmar a otras. No me hables de paz. Háblame sí, de tu coño porque es la hora...
La Mujer:
...mientras lo pagues mi tiempo es tuyo...
Olmo:
...eso sí me excita. Recuérdame cómo nos conocimos.
La Mujer:
¿Otra vez?
Pausa
La Mujer:
Estaba en la feria. Buscaba un cliente. Tú estabas en la caseta del tiro al blanco. Tenías a tu lado un vaso de plástico. Me acerqué. Miré al interior del vaso. Te pregunté ¿Sangría? Tú me miraste. Me dijiste que sí con la cabeza. Apuntaste con la carabina de mira trucada. Te pregunté, ¿Me das un sorbo? Me respondiste, sin dejar de mirar por la mira, ¿Eres muy cara? Te respondí, Lo bueno siempre es caro. Disparaste. Fallaste. Me dijiste, Bebe si quieres. Bebí mirándote a los ojos. Te dije, Llévame contigo, diablo cojuelo. Me llevaste.
Olmo:
Lo cuentas bien. No te enredas en detalles estúpidos.
La Mujer:
¿Te follo y sigo mi camino?
Olmo:
Sí.
La Mujer se folla a Olmo. Olmo paga mientras la mujer se viste. Se va La Mujer. Olmo vuelve a la feria, a la misma caseta y con un nuevo vaso de sangría.
Pausa
La Mujer:
Estaba en la feria. Buscaba un cliente. Tú estabas en la caseta del tiro al blanco. Tenías a tu lado un vaso de plástico. Me acerqué. Miré al interior del vaso. Te pregunté ¿Sangría? Tú me miraste. Me dijiste que sí con la cabeza. Apuntaste con la carabina de mira trucada. Te pregunté, ¿Me das un sorbo? Me respondiste, sin dejar de mirar por la mira, ¿Eres muy cara? Te respondí, Lo bueno siempre es caro. Disparaste. Fallaste. Me dijiste, Bebe si quieres. Bebí mirándote a los ojos. Te dije, Llévame contigo, diablo cojuelo. Me llevaste.
Olmo:
Lo cuentas bien. No te enredas en detalles estúpidos.
La Mujer:
¿Te follo y sigo mi camino?
Olmo:
Sí.
La Mujer se folla a Olmo. Olmo paga mientras la mujer se viste. Se va La Mujer. Olmo vuelve a la feria, a la misma caseta y con un nuevo vaso de sangría.
Narrativa
Tags : Olmo Z. ¿2024? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/08/2024 a las 17:56 | {0}
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Narrativa
Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 31/10/2024 a las 14:02 | {0}