Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Antes de entrar en el instituto madame L. se sentó en el banco de la parada del autobús. Ya había amanecido y el día prometía ser claro y cálido. Con la mirada perdida en el cielo recordó a la hermana del señor L. treinta y dos años antes y sonrió, sin poder evitarlo, y murmuró en español, La infanta, la pequeña infanta. Los años de su adolescencia en España, en el litoral mediterráneo, en un pueblo que acabó siendo destruido por la urbanización salvaje, fueron los que la empujaron, años más tarde, a estudiar en la Facultad la lengua española. Y también quizá, sí, quizá... Madame L. entró en el instituto y empezó la jornada. Aquel día tenía una tarea difícil, debía estimular a un grupo de alumnos abandonados de la mano de Dios; alumnos con problemas personales graves, desheredados de un mundo que prometía ofrecerles la felicidad a cambio de unas monedas cuando la felicidad, bien lo sabía ella, es un esfuerzo inmenso que nada tiene que ver con la riqueza.

El señor L. estaba preocupado. Desde hacía un tiempo las cosas le habían ido mal. En el aeropuerto, antes de partir, tuvo miedo de subirse a un avión. No sabía por qué. No recordaba que él hubiera sentido miedo a volar jamás; pensó si quizá lo que le daba miedo era que aquel encuentro no fuera lo esperado y entonces sonrió y se dijo, Pero amigo ¿aún sigues esperando? Por la megafonía se anunció la puerta de embarque y el señor L. se dirigió a ella.

Cuento

Tags : El viaje Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 02/11/2009 a las 10:21 | Comentarios {0}


Madame L. se levantó el viernes a las seis y media de la mañana. Aunque acostumbrada aquel día se fijó en la luminosidad que despedía el modem que le había puesto la compañía Orange en su casa, en su dormitorio, donde tenía la mesa de trabajo, bajo una ventana, con el ordenador, una impresora con escanner y una estantería con libros de lingüística y enseñanza del español. Se fijó, decimos, y pensó, A él le resultará extraño.

El señor L. se levantó a las ocho de la mañana. En realidad llevaba despierto más tiempo. Estaba nervioso. A la una de la tarde iba a tomar un avión con destino a París. Hacía años que no viajaba en avión y además el viaje tenía para él el eco de una alegoría. Hemos de decir que el señor L. huía de darle demasiada trascendencia a los hechos y cuando pensaba la palabra alegoría intentaba despojarla de todo sentido místico, alegoría en el sentido de explicación mediante el símbolo de un hecho concreto. Eso era, sí, eso era se dijo el señor L. mientras se hacía un café con leche y encendía un cigarrillo.

Madame L. mientras bebía una taza de café solo y tomaba, con cierta desgana, unas magdalenas con una base de chocolate temía que un desfallecimiento le viniera de improviso. Quería que el día transcurriera en su tempo. Quería disfrutar la plaza de Saint Martin con la figura ecuestre que se elevaba en su centro y los tilos cuyas hojas ya alfombraban el suelo de la plaza, ¡Ah, si se prohibiera aparcar los coches...! volvió a pensar, disfrutar la plaza mientras esperaba al autobús que la llevaría hasta el instituto, en las afueras de Caen, donde impartía clases de español desde hacía años. Sí, no quería que el encuentro que tendría lugar horas más tarde en París le impidiera vivir como hay que vivir, en cada minuto.

El señor L. miró a ver si lo llevaba todo. Decidió que sí (cosa que a la postre resultó falsa) y salió de la casa de Madrid camino de París. Durante el trayecto el señor L. tuvo un recuerdo vivísimo de madame L. treinta y dos años antes. El tenía diecisiete años entonces. Ella quince. Estaban juntos en la barra de un bar. Se acababan de conocer, en ese instante. Él jugaba nerviosamente con una goma. Ella le miraba y bebía una cerveza. Sus ojos eran azules. Su cabello rubio y brillante -como si fuera rayos de luz de donde el sol la toma-, su cara muy bonita.

Cuento

Tags : El viaje Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 01/11/2009 a las 23:31 | Comentarios {2}


Elias Morange (11 años)


La nuit du crime
Il existait, autrefois, un vieil homme vivant dans un manoir. Il était riche car son ancien métier était homme d'affaires.
Cependant, il avait engagé un serviteur qui lui faisait tout; Pourquoi cela? Il avait peur de se montrer, car, quand il était homme d'affaires, il avait du détruire une maison pour construire, à la place, une usine. Dans cette maison vivait, à l'époque, un homme; il jura de se venger.
Depuis ce jour, il avait peur.
Une nuit, un étrange bruit le réveilla, il vit une ombre se glisser dans sa chambre...
Une semaine plus tard, le facteur, qui était un bon ami du vieil homme, décida de frapper à sa porte: pas de réponse. Il décida d'entrer au bout de dix minutes. Un cri retentit! Le facteur sortit en courant de la maison: il était tout bouleversé. Il alla au poste de police et raconta ce qu'il avait vu.
La police arriva sur place. Ils virent le vieil homme qui gisait dans son propre sang.
Qui avait bien pu tuer le vieil homme? Le coupable était tout désigné: l'homme à qui on avait détruit la maison. Mais un détail frappa les policiers: le serviteur n'était plus là! Les policiers virent également un morceau de tissu. Il appartenait sûrement au tueur!
Les policiers décidèrent d'étudier l'ADN.
Un mois plus tard, on sut à qui appartenait l'ADN: l'homme à qui on avait détruit la maison! C'est alors que le serviteur entra dans le commissariat. Il dit à l'inspecteur: "J'ai vu qui a tué mon maître!". L'inspecteur tira une photo d'un tiroir avec dessus l'homme à qui on avait détruit la maison. Tout en montrant la photo, l'inspecteur demanda :
- Est-ce cet homme?
- Non, mais c'est son frère jumeau!
Trois mois plus tard, le criminel était sous les verrous. Il avait avoué vouloir tuer le vieil homme pour son argent mais qu'il ne savait pas que son frère détestait le vieillard.

FIN


Traducción al español

LA NOCHE DEL CRIMEN

Existía hace tiempo un anciano que vivía en una casa solariega. Era rico pues su antiguo oficio había sido el de hombre de negocios.
Sin embargo, él había contratado a un criado que le hacía todo ¿Por qué era esto así? El viejo tenía miedo de dejarse ver porque cuando era hombre de negocios, había tenido que destruir una casa para construir, en su lugar, una fábrica. En esta casa vivía, en esa época, un hombre que juró vengarse.
Desde entonces, el viejo tuvo miedo.
Una noche, un extraño ruido le despertó y vio una sombra deslizarse por su habitación…
Una semana más tarde, el cartero, que era un buen amigo del anciano, fue a llamar a su puerta: nadie respondió. Decidió entrar al cabo de diez minutos ¡un grito resonó! El cartero salió corriendo de la casa: estaba absolutamente trastornado. Fue al cuartelillo y contó lo que había visto.
La policía llegó al sitio. Vieron al viejo que yacía en su propia sangre.
¿Quién había matado al viejo? Era evidente quién era el culpable: el hombre a quien se le había destruido la casa. Pero un detalle llamó la atención de los policías: ¡el criado ya no estaba! Los policías descubrieron también un trozo de tela. Pertenecería seguramente al asesino. Los policías decidieron estudiar el ADN.
Un mes más tarde, se supo a quién pertenecía el ADN: ¡al hombre de la casa destruida! Fue entonces cuando el criado entró en la comisaría. Le dijo al inspector: “Yo sé quien ha matado a mi amo”. El inspector sacó una foto de un cajón y en elle estaba el hombre de la casa destruida. Al enseñarla, el inspector preguntó:
- ¿Es este hombre?
- No, pero es su hermano gemelo.
Tres meses más tarde, el criminal estaba bajo llave. Había confesado querer matar al viejo por su dinero pero nunca había sabido que su hermano gemelo lo detestaba.

FIN

Cuento

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 27/10/2009 a las 22:11 | Comentarios {0}


1993


El Juramento
La mañana se levantó nublada, el mar bramaba y grandes olas barrían el malecón. Era uno de esos días en los que apenas si apetece levantarse de la cama en donde todo es mullido y caliente y los sueños nos muestran agradables rincones llenos de juegos. Pero había escuela y la voz del padre sonó justo en el momento en el que el león rugía.
Tigrian salió a la calle enfundado en su chubasquero azul y con sus botas de agua.
Tigrian dobló la esquina camino del colegio y se topó con su amiga Milena.
- Tiene que ser hoy le dijo Milena mientras miraba vigilante a su alrededor.
- No puedo Milena, tengo que ir al colegio.
- No creo que tenga que recordarte nuestro juramento.
- ¡Por supuesto que no!, protestó Tigrian, pero...
- De peros nada.
- Claro, si tú tuvieras que ir al colegio no serías tan chulita.
- ¿Vienes o no?, ¿o es que tienes miedo?
Tigrian no contestó, miró furibundo a Milena y le señaló el camino hacia la gruta.

La Gruta De Los Contrabandistas
La Gruta de los Contrabandistas se halla en un entrante del acantilado, en realidad es una oquedad suya; a ella se puede acceder por mar en los días de calma pero en los días de temporal cualquiera que se aventurase se estrellaría contra las rocas por el embate de las inmensas olas que asolan el mundo. En los días de temporal tan solo se puede llegar a la gruta descendiendo por la casi vertical pendiente del acantilado. Tan sólo en los días de temporal las olas, al entrar con furia en la gruta y llegar muy dentro de ella, hacen brillar el tesoro embrujado de los contrabandistas pero nadie ha logrado recuperarlo jamás porque, según cuentan los viejos marineros y mejor que nadie el patrón Bakhá, bajo la piedra del acantilado se esconden los Espíritus de la Tierra y a aquéllos cuya avaricia les hace aventurarse por las resbaladizas rocas en busca del tesoro, los despeñan para que sirvan de alimento a los seres del mar. Pues es la avaricia del hombre la que ha mermado las riquezas de la tierra.

El Descenso
Espantoso gris el cielo empapa la tierra de lluvia; brillan las laderas verdes de las montañas y las rocas del acantilado también brillan. Tigrian y Milena como dos fugitivos, echan el cuerpo al borde de la tierra y estudian el descenso.
- Por allí hay un camino, dice Milena, pelo mojado por la lluvia, ojos muy negros y alegres.
- ¿Estás segura, Milena? -responde Tigrian- manos mojadas, pecas mojadas, sin aliento-. Los Espíritus de la Tierra...
- ... son mis amigos.
Sólo los ojos de las vacas y unas ruedas abandonadas de tractor ven desaparecer a Tigrian y Milena de la cima.
Comienzan el descenso, las botas se agarran con dificultad a los salientes de las rocas; las manos resbalan. Descienden juntos, todo es rugir de olas y chapotear de lluvia. Milena va por delante, segura del camino a seguir. Tigrian detrás va cobrando seguridad a medida que descienden y los Espíritus del la Tierra no aparecen y sin embargo, de vez en cuando, creen percibir ligeros movimientos de la roca y rumor bajo sus pies.

La Aparición
Entonces cayeron, creyeron llegado su fin, la mar se convirtió en una gran boca llena de saliva dispuesta a engullirlos; caían cogidas las manos, por primera vez cogidas. Pero desapareció el mar y fueron surgiendo, a ráfagas, el Espíritu del Rosal y el del Carbón, llegaron los espíritus del Olivo, de la Arena y la Caliza, aparecieron los espíritus del Petróleo, las Gemas, el gran espíritu del Baobab, de la Caoba y del Liquen. Todos, todos los Espíritus de la Tierra se congregaron alrededor de los niños porque, como en la leyenda se afirma, antes de lanzar a los hombres al mar, los Espíritus de la Tierra los palpan y de esta forma saben las intenciones del hombre que desciende.
Milena abrió los ojos y los Espíritus la palparon, se llenaron de ella y ella, tranquila y con miedo, llamó por sus nombres a todos los que conocía y a los que no les preguntaba:
- ¿Y tú qué eres?
Y por el tacto ella misma descubría su nombre. Y reía al pronunciar algunos.
Tigrian sudaba, todo su cuerpo temblaba porque no sabía que los Espíritus de la Tierra no palpan las apariencias sino lo más hondo de cada ser y así supieron que Tigrian no quería el tesoro de los contrabandistas para enriquecerse sino que tan sólo deseaba verlo, tanta era su curiosidad y este don de los animales es algo que gusta mucho a los Espíritus de la Tierra. Una vez hubo terminado el reconocimiento y se hubieron conocido unos a otros, los Espíritus de la Tierra se retiraron a deliberar. Entonces se fundieron entre ellos y allá se veía una mezcla de Lirio y de Diamante que se fundía con retazos de Espora, Madreselva, Piña, Sicómoro y por allí se formaban divertidos conglomerados con Jacinto, Junco, Antracita y Sílex. Cuando tomaron la decisión se separaron.

La Decisión De Los Espíritus De La Tierra
Los Espíritus del Hierro y el Sauce se acercaron a los niños y los acogieron en ellos; vertiginosamente descendieron hacia la Gruta de los Contrabandistas seguidos por todos los demás Espíritus y entraron en ella y durante minutos que parecían siglos se fueron adentrando más y más y sin embargo cuanto más avanzaban mayor era la claridad hasta que todo se detuvo, se esfumaron los Espíritus y Tigrian y Milena se encontraron ante el tesoro de los contrabandistas.

El Tesoro De Los Contrabandistas
El Tesoro de los Contrabandistas es un planeta muy pequeño que late en el corazón de la Tierra. A medida que el hombre arranca con avaricia los bienes de los Espíritus de la Tierra este pequeño planeta va menguando y su luz apagando. Cuando desaparezca, el corazón de la Tierra dejará de latir y los Espíritus de la Tierra morirán y morirá la Tierra. Este es el Tesoro de los Contrabandistas.

Tigrian Y Milena
Milena y Tigrian despertaron en la cima del acantilado. Supieron que no habían soñado, corrieron ladera abajo camino del pueblo y a los cuatro vientos gritaron que habían visto el tesoro de los contrabandistas. Sólo los niños y el viejo marinero Bakhá les creyeron. Tigrian estuvo una semana castigado por haber hecho novillos.
Cuando pudo salir fue con Milena a visitar al viejo marinero. Le contaron la historia de los Espíritus de la Tierra. Bakhá guardó silencio y al fin dijo:
- Por fin mis hermanos me han escuchado. Necesitamos de la ayuda de los hombres para salvar la Tierra.
Y esfumándose, el viejo marinero se convirtió en el Espíritu del Barro.

Cuento

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 05/10/2009 a las 12:34 | Comentarios {0}


Ejercicio de Escuela de Violeta


Confusión Fatal
Son una aspiradora antigua, de las que hacen un ruido terrible, y un canario, al que le encanta cantar. Les llevaron a una casa por separado (cosa que no debieron hacer porque el canario estaba habituado a lindos cantos de pajarillos y la aspiradora a, según ella, fuertes cantos de aspiradoras). Bueno, el caso es que llegaron a la casa y cada uno se puso a hacer lo que solía hacer: cantar y aspirar.
El canario estaba en el salón y la aspiradora en la cocina, por eso, el canario sólo oía al principio un lejano rumor, pero éste se fue acercando y acercando, el canario se asustaba y cuando apareció la aspiradora se dio tal susto que se quedó sin voz. A su vez la aspiradora se asustó pero no tanto.
El canario decidió vengarse y mandó una rata para roer los “intestinos” de la aspiradora. La aspiradora, muy triste, se estropeó y el canario se sintió muy culpable y llamó a un técnico para que la arreglase, cosa que hizo con mucho gusto. La aspiradora, poco rencorosa, le regaló al canario unos cascos y un seguro veterinario personal. Cada uno a lo suyo y siendo amigos vivieron juntos mucho tiempo y tuvieron “canariaspiradoritos”.

Cuento

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/10/2009 a las 11:57 | Comentarios {1}


1 ... « 29 30 31 32 33 34 35 » ... 39






Búsqueda

RSS ATOM RSS comment PODCAST Mobile