Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
¿Por qué tienen pezones los hombres?
No, no es una pregunta retórica, ni mucho menos. La respuesta científica es conocida: hasta los 60 días el embrión humano sigue unos parámetros de desarrollo hembra y sólo a partir de ese momento aquellos embriones que tienen el cromosoma Y dejan de desarrollarse como hembra y se deciden a desarrollarse como machos.
Bien, de acuerdo. Voy a aceptarlo (aunque no sé cuánto tendría que decir sobre este tema el ADN mitocondrial, ¡ay, si el ADN mitocondrial hablase! Y comento sobre él porque este tipo de ADN sólo es transmitido por las hembras. En nuestro código genético mamífero el ADN mitocondrial masculino no tiene el más mínimo interés aunque bien pensado el ADN mitocondrial nunca puede ser macho al ser transmitido sólo por hembras, a lo mejor se podría considerar macho si se produjera una mutación en la transmisión o durante la vida de esas mitocondrias en el órgano masculino. En fin, juegos de la imaginación microscópica remedando al bueno de Julio Cortázar).
La división sexual y el desarrollo del sistema nervioso se producen en el mismo mes (entre el segundo y el tercer mes). Bien, si esto ocurre así y los pezones en los machos humanos no son más que el recuerdo, indeleble, eso sí, de que el proyecto primigenio era ser hembra, ¿por qué además llegan hasta ellos terminaciones nerviosas y capilares sanguíneos? Entiendo que ante la duda, se implante lo imprescindible, pero una vez tomada la decisión ¿por qué se siguen implantando elementos del todo inútiles para su no-función? Evidentemente ésta sería una de las muchas pruebas que desdecirían la hipótesis de Darwin, sólo que no me voy a meter más con este buen hombre al que los creacionistas ponen de vuelta y media un día sí y otro también y que además bastante tuvo con lo que vio porque se quedó para siempre aterrado con el espectáculo que Naturaleza le había mostrado (aterrado literalmente, es decir invadido por el miedo y el pavor).
Con lo cual tendría que reformular la pregunta. Sería ésta. ¿Por qué tienen pezones con terminaciones nerviosas y capilares sanguíneos los hombres? Interesante cuestión que seguro que sesudos fisiólogos y antropólogos han estudiado como se ha estudiado por ejemplo la creación de la vida desde la no vida. Una de esas teorías esboza que quizá illo tempore los hombres también dieron de mamar a las crías. La que nunca he oído y quizá también tenga sentido, es que los pezones de los hombres sean suplentes de los de las mujeres, es decir, cuando todas las mujeres tengan pechos siliquinosos y sólo sirvan para atraer con sus volúmenes a los hombres, entonces dejarán de tener su sentido primero, es decir, producir leche y esa función, gracias a la preservación de los pezones masculinos, pasarán a los hombres, de donde se sigue que en ese momento -que supondrá, obvio es decirlo, un gran salto en la humanidad y una verdadera división del trabajo- las mujeres seguirán pariendo los hijos pero serán los hombres quienes los alimenten y así, poco a poco desaparecerá el pecho en las mujeres que, de forma inversamente proporcional, irá aumentando en los hombres y por fin seremos una especie, en cuanto al cuidado de las crías se refiere, igualitaria. No sé si pellizcarme el pezón para saber si estoy despierto porque creo que esta idea que acabo de esbozar que llamaré: Hipótesis sobre el pezón suplente masculino puede abrir paso a una nueva era de concordia entre mujeres y hombres, entre pezones titulares y pezones suplentes, entre pollas y vaginas, entre labios y morritos, entre dimes y diretes, e incluso, como la ciencia avanza que es una barbaridad, podrían los científicos adelantar los lentos cambios que la naturalaleza impone e implantar esta nueva modalidad de hombres con tetas y leche y mujeres sin tetas y sin leche en dos o tres generaciones.

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 24/10/2010 a las 14:19 | Comentarios {1}


El dinero (pondré el 1)
¡Qué extraña es la materia del dinero para mí! Nada más pensar este artículo me he querido ir por los Cerros de Úbeda y hacer referencia a un libro -interesante como todos- de Rafael Sánchez Ferlosio titulado Non Olet y acudir a anécdotas y alejarme un poco de la propia desazón que a mí me provoca. Hay personas con facilidad para tenerlo, conseguirlo y gastarlo. En mi caso tengo dificultades. Y ya aquí se me viene a las mientes la educación recibida y los tres tabúes que la buena educación impide tratar en una conversación: la enfermedad, el dinero y la sexualidad.
Me está costando y pienso si poner en el título un 1 como si eso implicara que seguiré, porque ahora lo voy a dejar, no quiero encontrar las palabras; no me atrevo a encontrarlas y pienso si de alguna manera encajaría un poema que me envío ayer Raúl por medio del correo electrónico y que me pareció de una ternura mezclada con reconvención muy de agradecer.
Busco también una analogía ¡oh, qué socorridas son las analogías! que me permita deslizarme por el tema sin mancharme, sin inmiscuirme pero también sé que si este cuaderno tiene vocación de algo, ésa ha sido la de mostrar todas mis caras, no sólo una o dos, sino las caras que yo soy capaz de mostrar, que anidan en mí, que forman ese multiverso al que otorgamos el pronombre Yo. Criticaba el otro día el que en muchas ocasiones me encuentro con que siempre que acudo, llego o derivo a lugares donde se expresan los seres humanos, en muchas me encuentro siempre con la misma cara de ese ser y desde ese momento siento cierto rechazo porque somos más que soy, porque deberíamos aplicarnos más el nosotros al yo, incluso deberíamos anular las tres personas del singular para hablar de seres humanos. Veis, ya me voy, esta digresión me permite no hablar del tema que titulo. Se me escapa. Hay uno de mi yos al que le da vergüenza hablar de ese tema. Y por eso quizá (y también porque estoy cansado. Me levanto muy temprano últimamente, a las seis de la mañana, para ir hasta Madrid donde hago un curso de formación para conseguir un trabajo que me dé algo de dinero para mantenerme) coloque el 1 detrás del título y lo intente otro día.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 21/10/2010 a las 23:11 | Comentarios {0}


Suite Fernando 03. César Delgado. Técnica mixta/papel 70x50 cms. 1987
Suite Fernando 03. César Delgado. Técnica mixta/papel 70x50 cms. 1987
Voy a creer en Mayo. Lo juro. Creeré en Mayo aunque me cueste tanto creer y jurar. Voy a creer en Mayo como se cree en la gravidez de la Tierra o como se espera la recompensa tras un gran esfuerzo. Voy a creer en Mayo por la amistad, por la grandeza y la miseria de estar vivo, porque la espera quizá se convierta en esperanza y por si los ciclos de los astros me esconden el regalo.
Voy a creer en Mayo porque tú lo deseas y me alientas cada tarde y cada tarde te quedas preocupado, como José Agustín Goytisolo se preocupaba de Jaime Gil de Biedma y le escribía boleros para devolverle al mundo.
Lo voy a hacer porque al hacerlo me acompañas en ese deseo y, aunque no estoy convencido de nada, voy a creer que una energía como la tuya lanzando ráfagas de aliento a una energía como la mía, le insufla la fuerza suficiente para llegar hasta Mayo y no arrastrándose, no pidiendo la hora, sino con ese último esfuerzo que en ocasiones propicia la victoria. Y así puedo decirte que llegaremos hasta Mayo y que será un mes de renuevos y luces claras y que nos sentaremos en la terraza de tu casa, junto a tu mujer y con tus hijos danzando sus vidas y brindaremos por el trago pasado y sonreiremos por el futuro y someteremos nuestras vidas a la más dura crítica de que seamos capaces para no caer, en lo posible, en los mismos errores y me acompañarás hasta el coche y me sonreirás una vez más y te agradeceré de nuevo tus desvelos y tu confianza y tu entrega y tu paciencia y los hermosos años de amistad que nos llevamos.
Ya ves, amigo, ya creo en Mayo.

Diario

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 19/10/2010 a las 19:41 | Comentarios {0}


establecieron una curiosa teoría vinieron a decir que cervantes no sabía lo que hacía al escribir el quijote es decir que cervantes no tenía un soporte intelectual bien estructurado o como se dice ahora lo de tener la cabeza bien amueblada parece ser que cervantes era un estúpido que tuvo suerte una suerte en forma de iluminación poética poética en el sentido amplísimo de todos los eruditos que alientan las palabras hasta sus últimas consecuencias y más allá de sus últimas consecuencias haciendo en instancia n que la palabra se vuelva vaga como la libélula de rubén darío si se me permite la intromisión del nicaragüense hablando del retrasado mental miguel de cervantes saavedra que no sabía lo que hacía intelectualmente hablando cuando escribía línea a línea borrón tras borrón la más alta novela de todas las épocas que en el mundo han sido lo que me lleva a pensar dos posibilidades o bien que lo mejor para ser un magnífico poeta es ser un absoluto imbécil o que eruditos como menéndez pelayo y tantos otros son tan imbéciles como para calificar de tal a cervantes no sé si me he explicado correctamente porque luego aparece una de esas mentes escasas en el mundo con nombre y apellidos que a continuación escribo y que son américo castro que escribe un libro en el que demuestra que la base teórica de cervantes al escribir su quijote no era en absoluto escasa más bien todo lo contrario porque estuvo en italia cuando se escribían las primeras poéticas la del pinciano por ejemplo y se estudiaba a aristóteles y su poética que aunque no sea nada del otro mundo siempre en su único afán clasificador sí fue tomada como del otro mundo por éstos que se dedican a enmendarle la plana a los artistas sobre su forma de utilizar su arte sin que ellos sepan utilizarlo en modo alguno porque si nos pusiéramos a criticar la prosodia del tal menéndez pelayo acabaríamos por ponerle un cero en redacción aunque quizá exagere pero por qué no voy a tener derecho yo a exagerar si ellos lo hacen sin ton ni son en fin lo que decía de américo castro que el buen hombre y hombre bueno para demostrar que cervantes no era un absoluto ignorante se pone a expurgar todas las citas que aquí y allá salpican su obra en donde pone de manifiesto sus tendencias estilísticas las cuales curiosamente se enlazan con todas las poéticas de su mundo y etcétera que para leerlo todo recomiendo el pensamiento de cervantes que es un libro asaz ameno y que destierra para siempre el adjetivo de memo del acervo de cervantes no sé si lo he dicho ni si lo he dicho bien porque sea como sea o bien se demuestra que no hace falta ninguna tener una base teórica para aplicar un concepto práctico o bien que los que tienen una cabeza barrocamente amueblada de teorías teoremas poéticas léxicos estudios comparativos etimologías historiografías y no sé cuántas ías más no les sirve para nada a la hora de recibir en semejante cabeza amueblada a un escritor tan sin par como el ingenioso don miguel de cervantes

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 17/10/2010 a las 20:06 | Comentarios {1}


Ni siquiera sabía por qué se había puesto a ladrar. Más allá, no sabía qué era ladrar. La manada se había alejado y la ventisca era densa, cada vez más densa. No sabía de dónde había salido. Si antes de aquello (ladraba aquello porque no sabía qué era) había habitado una casa donde unos niños pequeños jugueteaban con él y un hombre alto se empeñaba en domesticarlo con una correa y un collar y ya por la noche se tumbaba en una cama para perros y él, graciosamente, sacaba la cabeza por fuera de la camita (hecho que resultaba cómico a los niños) y se ponía bocarriba como si fuera un humano con hocico y cuatro patas.
El viento helador. La nieve dura como pedrisco. El paisaje confuso. El instinto le avisaba que la soledad no es buena. Entonces recordaba unos versos que un hombre vociferaba en una esquina cada vez que él pasaba y que su mente perruna había memorizado como su olfato conocía los olores de la hembra en celo, de la caza o de la muerte. Recordaba también el nombre del autor de aquellos versos y mientras buscaba a la manada y empezaba a sentir hambre y ladraba sin saber muy bien qué era eso, iba recordando, una vez y otra, el poema: A ti te ocurre algo/ yo entiendo de estas cosas/ hablas a cada rato/ de gente ya olvidada/ de calles lejanísimas/ con farolas a gas/ de amaneceres húmedos/ de huelgas de tranvías/ cantas horriblemente/ no dejas de beber/ y al poco estás peleando/ por cualquier tontería/ yo que tú arrancaba/ a que me viera el médico/ pues si no un día de éstos/ en un lugar absurdo/ en un parque o en un bar/ o entre las frías sábanas/ de una cama que odies/ te pondrás a pensar/ a pensar a pensar/ y eso no es bueno nunca/ porque sin darte cuenta/ te irás sintiendo solo/ igual que un perro viejo/ sin dueño y sin cadena//. Perro, cuando terminaba de recordar el último verso del poema y antes de que volviera a su mente el primero, se ponía a aullar, como un cachorro recién parido que buscara en su aullo el alimento de la madre, o algo menos estético, aullaba para pedir auxilio a los suyos, a su manada, a su especie, a sus otros, o a otro hombre aunque no fuera su dueño, ni tuviera niños graciosos que juguetearan con él los sábados por la mañana.
La ventisca de nieve (¿o era hielo?) arreciaba. El paisaje se iba haciendo más y más difuso y de repente, el perro de dio cuenta de que su pelo era también blanco y así era invisible, como sus ladridos que se confundían con el crujir de las ramas eran inaudibles, como sus huellas que se cubrían nada más hollarse, desaparecían a su paso. Y de repente se fue sintiendo solo/ igual que un perro viejo/ sin dueño y sin cadena// y se tumbó de miedo y se murió de frío.

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 14/10/2010 a las 09:13 | Comentarios {0}


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