Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Cautela
Cautela, me digo. Y al decirlo sé que de alguna forma me contradigo (por un sentimiento de audacia, de alegría de vivir o de arriesgar), yo que siempre he sido tan poco cauto, que todo lo enfrenté a tumba abierta, buscando quizás en alguna de esas tumbas la mía para siempre. Temeridad cuando con Espi, el loco del pueblo de Águilas, a las diecisiete años, me montaba en su Osa Enduro y subíamos una montaña, a toda velocidad, al borde del precipicio. La Guardia Civil le había quitado el carnet (por loco) pero él (como buen tal) seguía conduciendo y así me llevó desde Águilas hasta Cullera -unos 200 kilómetros- campo a través y de noche (eso sí noche de luna llena). Audacia cuando decidí ser escritor y autodidacta y creí, a pies juntillas, en mis fuerzas o no creí en ellas y pensé que moriría pronto y así nada sería tan duro, tan extremo. Valentía cuando me enfrenté una y dos y más veces a los que detentaban sus miserables poderes (o me enfrentaba para no triunfar, para tener escasez siempre, para no vivir). Cautela, me digo ahora y por eso leo y releo lo que hasta ahora he escrito y me digo, ¡Cuántas anécdotas! (en el fondo la vida de cada hombre no es más que un largo rosario de anécdotas. Todo desaparecerá. El universo oscurecerá nuestra especie, seremos, más pronto que tarde, fósiles meteoritos).
En mi nueva casa. En mi nuevo espacio, al que todavía no he tomado el pulso, en esta soledad potente después de tantos años siempre acompañado (gratamente en ocasiones) para llegar aquí (para seguir, no he llegado a ninguna parte. No creo que nunca se llegue), frente a la pared que es la forma más sensata de colocar la mesa y ocultar los cables que nos unen al mundo y que a la vista son, realmente, tan desagradables (quizás un artista conceptual haya hecho ya una obra de arte con ellos que se mostrará en un museo importante de la ciudad de Illinois). Alumbrado por una bombilla de bajo consumo, sobre una mesa, provisional, de cristal. En la cocina reposan unas berenjenas en agua y sal para quitarles lo negro y el amargor (podría haberlas hecho en escalibada pero esa posibilidad me ha llegado tarde cuando ya las había partido en rodajas) y me gustaría poder sumergirme yo también en una solución tan sencilla para quitarme mi negro, mi amargor y luego freirme una vez enharinado y saberme como guarnición de un lomo marinado. Cautela. Cautela, me digo.
Alegría en el riesgo. Alegría en el encuentro. Pasión. Pasión ¡qué palabras tan excitantes! ¡qué resultados tan jodidos normalmente! Quizá por eso siempre haya defendido más los procesos que los resultados. Los procesos se viven y los resultados se sufren (¡Frase! ¡Pum, pum! Justo en el blanco).
Quédate en tu refugio. Constrúyelo, me digo ahora. Hazlo hermoso. Si consigues mantenerlo. No será fácil.
Cautela porque en los últimos tiempos has sido muy, muy incauto. Has soportado una presión que podrías haber aliviado antes (no es cierto, no es cierto eso, no podías, tenías que soportar esa presión por eso lo has hecho, por eso has aguantado, incauto. Es imposible de explicar desde la razón. Es imposible hacerle sentir a otro ser humano determinadas decisiones a no ser que ese otro ser humano esté dispuesto, de alma, a creer lo que expreses. Porque todo se calibra en intuiciones, en tempos).
Sé cauto. Vive cauto. Cuenta cauto ¡Cuánta cautela!

Diario

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 07/09/2010 a las 20:35 | Comentarios {0}


Maravillosamente no sé nada.
Nunca nada de lo que diga es cierto.
Siempre podré desdecirme de lo dicho. Tengo en mi ser la flexibilidad del junco y es cierto que esta cualidad conlleva la contradicción. Si viene un viento para allá voy, si cambia, cambia mi movimiento. Sé que esta particularidad es fastidiosa. Lo sé. Me permite sentir el amor. El amor de las primeras veces. El amor del encuentro. El cursi amor del encuentro. Del primero. No hay grandes solemnidades. No hay nada. Sólo amor. Es triste que los boleros nunca hablen del primer encuentro. De los primeros días. No hay falsedad, hay deseos de dar amor. No sé nada. No entiendo nada. Estoy un poco borracho y escribo a las dos y cuarto de la madrugada tras haber estado todo el día buscando mi hogar con amigos (no me importan sus nombres. No me importa lo que ocurra más tarde). Hoy han sido mis amigos ¡Qué palabra! Y el amor, eso que es la quintaesencia de la amistad, destilaba en cada poro de nuestro día en los montes más altos de la Comunidad de Madrid. Al final no lo hemos hallado. Ese hogar (el que hemos ido a visitar estaba demasiado difícil de acceso. Un hogar tiene que ser un lugar cómodo al que se llega) no era el hogar.
No sé. No sé. No sé. Y moriré sin saber. Y quiero decirlo bien alto y bien fuerte: No sé y quiero pedir disculpas a todos a los que haya ofendido. Hoy me siento amado. Y esa sensación es para mí la más hermosa porque me quita el miedo, porque me da confianza. Esa mirada única, esa complicidad de veras, esa ayuda porque soy amado. No tengo ni idea de por qué surge así, de forma tan espasmódica, así sin quererlo. A lo mejor. No sé. No sé. El amor debe ser sencillamente gratis.
Ahora me he emocionado y las lágrimas, pequeñas y serias, humedecen mi ojos. Escucho una música que le encanta a mi hija, es Julieta Venegas (y a mí me encanta, antes de que supiera que le encantaba a ella y ahora que lo sé me gusta más) que me gusta porque sus letras y sus músicas tienen algo de alegre, de despreocupado y al mismo tiempo de elaborado, de bien hecho. No sé. No sé por qué me gusta Julieta Venegas y porque me gusta con el mismo ardor Johan Sebastian Bach y sobre todo sus Variaciones Goldberg o el tema Lento. No sé, no sé por qué. Y aquí estoy feliz en mi fracaso de hoy. Lleno de risas y de confianza. Sin miedo. Sin miedo aunque esté en un espacio lleno de rencor que es un rencor, al fin y al cabo, mínimo, sin grandes razones, un rencor, digamos, burgués. Burgués. También me gusta querer con limón y sal y quizás haya una enseñanza: Da, da de verdad, da con el corazón aunque algún día sintieras que... aún así da, da amor, da confianza, da todo eso que tú, por mucho que tantos se nieguen a saberlo, tienes. Lo tienes pequeño camaleón ultramarino, antigualla rica, pedacito entero. Ya tú sabes.

Diario

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 07/08/2010 a las 02:10 | Comentarios {1}


Parque Natural de La Breña
Parque Natural de La Breña
El viento y el mar de Cádiz. En el suroeste de España, donde se encontraban las torres de Hércules, donde el lago salado se transformó en mar cuando el estrecho que unía Europa a África se hundió y dejó pasar el Atlántico hasta las costas del Asia Menor.
El viento de Levante en el parque natural de La Breña con su suelo de arena entre Barbate y Caños de Meca en el pueblo de San Ambrosio. En una casa preciosa con unos amigos magníficos Fernando Huesca y Yolanda Harris y cuatro perros y una gata y Daniela y Violeta.
Diez días de descanso, risas, baños, algún paseo y no pensar, no escribir, no sentir el peso del diario vivir. Hacia años que no hacía unas vacaciones tan absolutas, tan vacío todo y por lo mismo tan lleno.
Ahora ya de vuelta con ganas de hacer, de ponerme en movimiento, de encontrar mi espacio, de vivirlo. Quizá me vaya un poco lejos. Quizá deba hacerlo. A una zona de cuestas empinadas, de montañas altas, aún no quiero escribir el nombre. El viernes voy a verlo.
He vuelto y el primer día de mi estancia aquí la ciudad me ha vencido pero sólo hoy, sólo hoy.

Diario

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/08/2010 a las 19:51 | Comentarios {0}


¡¡¡CAMPEONES DEL MUNDO!!!
Así, con todos esas letras, con todas esas exclamaciones, por un equipo maravilloso, por unos jugadores cojonudos, por los besos que al final se dan, por las lágrimas que no pueden evitar, por la delicadeza de un fútbol con sentido y con fuerza. Campeones del mundo por derecho propio, por saber sufrir, por saber gozar, por parar, templar y mandar; por no partirle los cojones a Van Bohmel, por mirar de frente sin odio, por saber esperar el momento de estirar una pierna, por girar la cintura y en ese giro descubrir un nuevo mundo, por la entrega, por la complicidad, por la paciencia, por un entrenador Vicente del Bosque al que se le ve la sabiduría y la educación en cada uno de sus silencios; por Casillas un porterazo lleno de amor; por Sergio Ramos pura sangre andaluz que corre hasta que los ijares le sangran; por Puyol al que su catalanidad no le ha impedido dar hasta la última célula de su cuerpo por el equipo español; por Piqué al que le han querido romper los huesos casi en cada partido; por Capdevilla jugador silencioso siempre en la orilla izquierda; por Busquets finura del mediocentro defensivo que sabe ver lo que pasa ante y tras de él; por Xavi Alonso puro corazón vasco que si muestra la fuerza con descaro, esconde sutilezas sin cuento; por Xavi Hernández el mejor jugador del mundo, alma de la solidaridad, cerebro fresco, pies que piensan; por Iniesta ¡qué decir de ese jugador que como un fantasma navega los campos de fútbol y asusta cuando menos te lo esperas!; por Fernando Torres que lo sabe todo y aún así lo ha dado todo, hasta romperse; por Villa ¡ay, Villa, pillo, grande, fuerte!; por Cesc que sabiéndose uno de los grandes ha sabido mantenerse grande entre lo suplentes; por Pedro que demuestra que el aplatanamiento de los canarios es una de las muchas leyendas negras que atesora España; por Llorente y su mirada inmensa ante la responsabilidad del gol; por Navas que corrió la banda con la alegría del que sabe llegar hasta la línea de fondo; por Silva que supo esperar y se quedó presa de un misterio sin alzar la voz; por Reina qué lección de equipo, que lección de amor, que lección de orgullo en cada partido y sin haber jugado un solo minuto; por Javi Martín y por Valdés y por Mata que estuvieron en el banquillo me atrevería a decir que sin esperar su oportunidad sino sabiendo que estando allí ya era la oportunidad y por Marchena con el que Vicente del Bosque nunca ha perdido un partido.
Campeones del Mundo, chavales. Os lo merecéis. Y gracias por vuestro ejemplo, por saber jugar a las duras y a las maduras; por ganar cuando el rival es de guante blanco y cuando el rival -ayer Holanda- es un puto asesino que quiere cobrarse tibias a cualquier precio.
¡Enhorabuena, campeones, sois la hostia!
P.D.: No quiero olvidarme de ninguno y por eso añado por supuesto a Albiol y Arbeloa, defensas ambos de un equipo con una defensa titular poderosísima.

Diario

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/07/2010 a las 12:46 | Comentarios {0}


El Exorcista
Ayer, en La Casa Encendida, estrenamos la adaptación para radio de la película El Exorcista. Fue un estreno estupendo. Los actores y los técnicos hicieron un trabajo notable y el público agradeció y aplaudió su esfuerzo. Yo, en el patio de butacas, disfruté de mi trabajo servido por ellos; sonó bien; la historia -en su síntesis obligada, hube de recortar casi la mitad del metraje original de la película- se seguía con fluidez y nada -excepto detalles de los personajes que, desde luego, habrían ayudado a matizarlos más- se perdía. Los ambientes sonoros creados por Mayca Aguilera y su equipo auparon la buena interpretación de todo el elenco de actores con Fernando Huesca y Lourdes Guerras a la cabeza.

El Exorcista no es un tan sólo una película de terror o más bien es una película del terror por excelencia porque el terror por excelencia es la culpa (el sentido de culpa, tan católico, tan judío). Cuando estaba trabajando la adaptación esta segunda lectura fue surgiendo de forma natural y una vez terminada la primera versión me dediqué a pulir en la segunda esa dirección en la personalidad de los personajes.
Una de las culpas que más me costó entender fue la del padre Lancaster Merring. Con Miguel Rellán -el actor que lo interpreta- hablé a menudo sobre ello y, cosas de la vida, fue ayer viendo la función cuando descubrí el verdadero sentido de la culpa en Merring. La interpretación que yo le daba es que Merring se sentía culpable por no haber podido vencer al demonio, por no haberlo sabido desterrar, él que es quizá el mayor conocedor de La Bestia. Y sin embargo, en mitad del exorcismo, entendí que la culpa de Merring es que le da miedo el Demonio, el demonio le vence porque al final le aterra (aterrar puede querer decir quedar sin tierra).

El sábado 3 de julio a partir de las doce de la noche (entre el sábado y el domingo) se emite por RNE, Radio 1 en el programa Abierto hasta las dos y el domingo 4 a partir de las 12 de la noche en RNE, Radio 3 en el programa La libélula. Espero que os guste. Si no estáis en España lo podéis seguir conectando la radio desde la web de Rtve.

Diario

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 01/07/2010 a las 19:44 | Comentarios {0}


1 ... « 8 9 10 11 12 13 14 » ... 32






Búsqueda

RSS ATOM RSS comment PODCAST Mobile