Carta a Julia
Querida Julia:
Disculpa el que este año me haya retrasado dos días en felicitarte por tu cumpleaños. El pasado día 8 habrías cumplido 111 años y seguro estoy que, al visitarte, te habría sorprendido haciendo un buen guiso para calentarse en estos primeros días del otoño.
Esta mañana he estado mirando tu fotografía y me he preguntado si en tu viaje por la muerte te acuerdas alguna vez de nosotros, los vivos, los que aún estamos envueltos en el velo de Maya de la supuesta realidad. Sí sé que en esas dimensiones que ahora habitas te habrás encontrado con Nilo que recién acaba de llegar allí. Cuidaos entre vosotros, a los dos os vendrá bien pero sí te pido que lo cuides tú un poco más porque él acaba de llegar como quien dice y debe de andar un poco despistado. No quiero hablarte mucho de él. Prefiero que lo vayas conociendo.
La civilización occidental ha acelerado este año su final. El arte y la literatura entonan el gorigori y ya sabes que cuando estos dos elementos de la memoria humana colapsan, falta poco para que colapse todo lo demás. El gobierno del mundo está en manos de gentes autoritarias, la mayoría fascistas, con lo cual dentro de muy poco una guerra de dimensiones planetarias arrasará y muchos seres vivos sufrirán los tormentos del terror. Sólo como ejemplo te diré que nuestro querido mar Mediterráneo se ha convertido en el mayor cementerio marino del mundo a base de miles y miles de ahogados que deseaban arribar a las costas europeas desde el continente africano en busca de una vida menos atroz. La sociedad postindustrial y sus cachivaches ha conseguido idiotizar a la mayoría de la juventud -ya de por sí la juventud suele adolecer de entendimiento (como debe ser por otra parte)- haciéndoles creer que son más libres porque tienen en sus manos unos aparatos llamados teléfonos móviles que en realidad los hace esclavos de su luminosidad y de su ideología. Y aquí, en España, en tu querida tierra, la estulticia y la barbarie vuelven a ser las dueñas del cotarro.
De mí poco te hablaré porque estoy triste y descreído y aunque todavía algunos ángeles con forma humana me sostienen entre sus alas que parecen brazos y me confortan en la adversidad, siento un tedio que más parece ala de cuervo que sombra de rebelión.
Esta año sí voy a terminar esta carta con un deseo: desearía, Julia, que el año que viene, si aún sigo en este purgatorio, me escucharas más entusiasmado porque eso querría decir que por fin conseguí no esperar nada.
Disculpa el que este año me haya retrasado dos días en felicitarte por tu cumpleaños. El pasado día 8 habrías cumplido 111 años y seguro estoy que, al visitarte, te habría sorprendido haciendo un buen guiso para calentarse en estos primeros días del otoño.
Esta mañana he estado mirando tu fotografía y me he preguntado si en tu viaje por la muerte te acuerdas alguna vez de nosotros, los vivos, los que aún estamos envueltos en el velo de Maya de la supuesta realidad. Sí sé que en esas dimensiones que ahora habitas te habrás encontrado con Nilo que recién acaba de llegar allí. Cuidaos entre vosotros, a los dos os vendrá bien pero sí te pido que lo cuides tú un poco más porque él acaba de llegar como quien dice y debe de andar un poco despistado. No quiero hablarte mucho de él. Prefiero que lo vayas conociendo.
La civilización occidental ha acelerado este año su final. El arte y la literatura entonan el gorigori y ya sabes que cuando estos dos elementos de la memoria humana colapsan, falta poco para que colapse todo lo demás. El gobierno del mundo está en manos de gentes autoritarias, la mayoría fascistas, con lo cual dentro de muy poco una guerra de dimensiones planetarias arrasará y muchos seres vivos sufrirán los tormentos del terror. Sólo como ejemplo te diré que nuestro querido mar Mediterráneo se ha convertido en el mayor cementerio marino del mundo a base de miles y miles de ahogados que deseaban arribar a las costas europeas desde el continente africano en busca de una vida menos atroz. La sociedad postindustrial y sus cachivaches ha conseguido idiotizar a la mayoría de la juventud -ya de por sí la juventud suele adolecer de entendimiento (como debe ser por otra parte)- haciéndoles creer que son más libres porque tienen en sus manos unos aparatos llamados teléfonos móviles que en realidad los hace esclavos de su luminosidad y de su ideología. Y aquí, en España, en tu querida tierra, la estulticia y la barbarie vuelven a ser las dueñas del cotarro.
De mí poco te hablaré porque estoy triste y descreído y aunque todavía algunos ángeles con forma humana me sostienen entre sus alas que parecen brazos y me confortan en la adversidad, siento un tedio que más parece ala de cuervo que sombra de rebelión.
Esta año sí voy a terminar esta carta con un deseo: desearía, Julia, que el año que viene, si aún sigo en este purgatorio, me escucharas más entusiasmado porque eso querría decir que por fin conseguí no esperar nada.
Te quiere siempre, siempre
Fernandoski
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Epistolario
Tags : Rapsodia en noviembre Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 10/11/2025 a las 18:33 |