Descubrimiento a partir del libro de Ramón Andrés El Luthier de Delft. Editorial Acantilado. 2013
(pag. 41) Es cierto que cuanto gravita en Los Embajadores podría corresponder a uno más de los cuadros simbólicos que fueron pintados entonces. Pero lo inquietante de la obra de Holbein es, sobre todo, la mancha oblicua que ocupa el centro, como echada sobre el pavimento, una forma oblonga, blanquecina y labrada con escarpaduras de sombra. Es grande, desmedida, tres veces el largo del laúd. Hay que acercarse a ella, ladearse a la izquierda, hasta el extremo inferior del lienzo [...] Pronto se repara en que estamos desvelando la anamorfosis de una calavera; es la totalidad de una muerte que lo ha aniquilado todo, como en las tétricas imágenes de Gossaert y Barthel Bruyn [...]
Holbein tal vez quiso estampar con ella su enigmática firma, una signatura tenebrosa: hohles Gebein significa "hueso hueco", Holbein.
El primer hombre. Albert Camus. Editado por Tusquets. Traducción Aurora Bernárdez.
“... porque había nacido en una tierra sin abuelos y sin memoria, donde la aniquilación de los que le habían precedido era aún más absoluta y la vejez no encontraba ninguno de los auxilios de la melancolía que recibe en los países civilizados; él, como el filo de una navaja solitaria y siempre vibrante, destinada a quebrarse de un golpe y para siempre, la pura pasión de vivir enfrentada a la muerte total, él sentía hoy que la vida, la juventud, los seres se le escapaban, sin poder salvar nada de ellos, abandonado a la única esperanza ciega de que esa fuerza oscura que durante tantos años lo había alzado por encima de los días, alimentado sin medida, igual que las circunstancias más duras, le diese también, y con la misma generosidad infatigable con que le diera sus razones para vivir, razones para envejecer y morir sin rebeldía”.
Poesía del libro Instante de Wislawa Szymborska. Editado por Igitur. Traducción Gerardo Beltrán.
Si me lo permite la autora querría dedicárselo a mi hija Violeta
Mientras no se sepa algo seguro,
pues no nos llegan todavía señales,
mientras la Tierra siga siendo diferente
a los planetas hasta ahora cercanos y lejanos,
mientras no se diga ni se escuche nada
sobre otras hierbas honradas por el viento,
sobre otros árboles ceñidos por coronas,
sobre otros animales comprobados como aquí,
mientras no haya un eco, además del nativo,
que sea capaz de entrecortar palabras,
mientras no haya noticia
de peores o mejores mozarts,
edisons, platones.
mientras nuestros crímenes
puedan rivalizar sólo entre sí,
mientras nuestra bondad
siga sin parecerse a nada
y siendo excepcional hasta en su imperfección,
mientras nuestras cabezas llenas de ilusiones
se consideren las únicas cabezas llenas de ilusiones,
mientras sólo desde la bóveda de nuestras bocas
pueda ponerse un grito en el cielo,
sintámonos huéspedes de este refugio,
distinguidos y extraordinarios,
bailemos al son de la banda local
y hagamos como si éste fuera
el baile de los bailes.
No sé si para otros,
para mí esto es del todo suficiente
para ser feliz e infeliz:
un rincón modesto,
en el que las estrellas dan las buenas noches
y hacia el que parpadeen
sin mayor significado.
pues no nos llegan todavía señales,
mientras la Tierra siga siendo diferente
a los planetas hasta ahora cercanos y lejanos,
mientras no se diga ni se escuche nada
sobre otras hierbas honradas por el viento,
sobre otros árboles ceñidos por coronas,
sobre otros animales comprobados como aquí,
mientras no haya un eco, además del nativo,
que sea capaz de entrecortar palabras,
mientras no haya noticia
de peores o mejores mozarts,
edisons, platones.
mientras nuestros crímenes
puedan rivalizar sólo entre sí,
mientras nuestra bondad
siga sin parecerse a nada
y siendo excepcional hasta en su imperfección,
mientras nuestras cabezas llenas de ilusiones
se consideren las únicas cabezas llenas de ilusiones,
mientras sólo desde la bóveda de nuestras bocas
pueda ponerse un grito en el cielo,
sintámonos huéspedes de este refugio,
distinguidos y extraordinarios,
bailemos al son de la banda local
y hagamos como si éste fuera
el baile de los bailes.
No sé si para otros,
para mí esto es del todo suficiente
para ser feliz e infeliz:
un rincón modesto,
en el que las estrellas dan las buenas noches
y hacia el que parpadeen
sin mayor significado.
Poesía de Wislawa Szymborska de su libro Instante. Traducido por Gerardo Beltrán. Ediciones Igitur
De cada cien personas,
las que todo lo saben mejor:
cincuenta y dos,
las inseguras de cada paso:
casi todo el resto,
las prontas a ayudar,
siempre que no dure mucho:
hasta cuarenta y nueve,
las buenas siempre,
porque no pueden de otra forma:
cuatro, o quizá cinco,
las dispuestas a admirar sin envidia:
dieciocho,
las que viven continuamente angustiadas
por algo o por alguien:
setenta y siete,
las capaces de ser felices:
como mucho veintitantas,
las inofensivas de una en una
pero salvajes en grupo:
más de la mitad seguro,
las crueles
cuando las circunstancias obligan:
es mejor no saberlo
ni siquiera aproximadamente,
las sabias a posteriori:
no muchas más
que las sabias a priori,
las que de la vida no quieren nada más que cosas:
cuarenta
aunque quisiera equivocarme,
las encorvadas, doloridas
y sin linterna en lo oscuro:
ochenta y tres,
tarde o temprano,
las dignas de compasión:
noventa y nueve,
las mortales
cien de cien.
Cifra que por ahora no sufre ningún cambio.
las que todo lo saben mejor:
cincuenta y dos,
las inseguras de cada paso:
casi todo el resto,
las prontas a ayudar,
siempre que no dure mucho:
hasta cuarenta y nueve,
las buenas siempre,
porque no pueden de otra forma:
cuatro, o quizá cinco,
las dispuestas a admirar sin envidia:
dieciocho,
las que viven continuamente angustiadas
por algo o por alguien:
setenta y siete,
las capaces de ser felices:
como mucho veintitantas,
las inofensivas de una en una
pero salvajes en grupo:
más de la mitad seguro,
las crueles
cuando las circunstancias obligan:
es mejor no saberlo
ni siquiera aproximadamente,
las sabias a posteriori:
no muchas más
que las sabias a priori,
las que de la vida no quieren nada más que cosas:
cuarenta
aunque quisiera equivocarme,
las encorvadas, doloridas
y sin linterna en lo oscuro:
ochenta y tres,
tarde o temprano,
las dignas de compasión:
noventa y nueve,
las mortales
cien de cien.
Cifra que por ahora no sufre ningún cambio.
Ventanas
Seriales
Archivo 2009
Escritos de Isaac Alexander
¿De Isaac Alexander?
Meditación sobre las formas de interpretar
Libro de las soledades
Fantasmagorías
Colección
Apuntes
Archivo 2008
Cuentecillos
La Solución
Aforismos
Haiku
Recuerdos
Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis
Olmo Dos Mil Veintidós
Sobre las creencias
El mes de noviembre
Jardines en el bolsillo
Listas
Saturnales
Agosto 2013
Citas del mes de mayo
Marea
Mosquita muerta
Reflexiones
Sincerada
No fabularé
El viaje
Sobre la verdad
El Brillante
Sinonimias
Reflexiones para antes de morir
Desenlace
El espejo
Perdido en la mudanza (lost in translation?)
La mujer de las areolas doradas
Derivas
Velocidad de escape
Carta a una desconocida
Asturias
Sobre la música
Biopolítica
La Clerc
Las manos
Tasador de bibliotecas
Ensayo sobre La Conspiración
Ciclos
Las putas de Storyville
Diarios de la Garganta
Archives
Últimas Entradas
Enlaces
© 2008, 2009, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2015, 2016, 2017, 2018, 2019, 2020, 2021, 2022, 2023 y 2024 de Fernando García-Loygorri, salvo las citas, que son propiedad de sus autores
Invitados
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/12/2013 a las 12:59 | {0}