Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Siempre me pierdo en San Lorenzo del Escorial. Elena dice que debe de ser por el radón que es, imagino, un mineral desorientador que alberga el granito. Y San Lorenzo del Escorial está rodeado de granito y además tiene el Monasterio, un lugar misterioso en sí mismo y en sus proporciones. Juan de Herrera quiso hacerlo según las proporciones del Templo de Salomón, el destruido y que -si no me equivoco- fue el profeta Ezequiel quien -en el Antiguo Testamento- dio sus medidas en codos. Lo que ocurre es que la medida judía de los codos no estaba muy clara en el siglo XVI español ni en la actualidad. Está claro que un codo debe de ser la medida que media (valga la cuasi redundancia) entre el codo y la punta del dedo corazón o quizá sea -y por lo tanto no está tan claro al menos para mí que escribo de memoria o mejor dicho por deducción- desde el codo hasta el inicio de la mano o el final de la muñeca. Sea lo que fuere el monasterio de San Lorenzo del Escorial tiene un algo de perverso que nunca he dejado de sentir.
Hoy he ido a San Lorenzo del Escorial y, claro, me he perdido y al mismo tiempo he encontrado a un amigo.
En este invierno, un martes por la tarde, en un pueblo turístico sin turistas, con los restos de un belén gigante ya sin figuras. Tras conversar en La Crochet nos hemos despedido. Las calles estaban vacías. De camino a Galapagar la carretera estaba iluminada por la luna a la que, aunque menguaba, aún le quedaba tamaño para iluminar las aguas del pantano y las copas de los árboles.

Diario

Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 14/01/2009 a las 01:16 | Comentarios {1}


A Pilar


Anatomía
Anatomía
El día de hoy ha tenido algo parecido a la esperanza. Algo está pasando. Algo llegará (eso es la esperanza).
He fumado un porro y al salir de la casa donde lo he fumado estaba bastante colocado y como tenía que conducir he decidido darme un paseo. El aire era frío. Ya no estoy acostumbrado a pasear con tanta gente por la que fue mi ciudad. Ahora vivo en un pueblo a cuarenta kilómetros. Ni estoy acostumbrado a fumar porros (durante muchos años sí lo estuve). Cuando se me ha pasado un poco el colocón me he montado en el coche y en el suave descenso hacia la percepción normal de las cosas, aún un poco colocado, he conducido con mucho placer por las calles de Madrid y luego por la autopista y luego por el pequeño puerto de montaña que me separa del valle donde se encuentra mi pueblo y mientras conducía escuchaba una música muy sonora y respiraba hondo y sonreía un poco.
El día de hoy se ha parecido a la esperanza con su sol suave, con la comida en casa de una gran amiga, una deliciosa crema de calabacín y pimiento rojo y luego una lubina a la sal. Más tarde una partida de cartas, con su tapete verde, su café, su canuto y al final la noche fría, la vuelta a casa... ya digo, algo en todo parecido a la esperanza.

Diario

Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/01/2009 a las 23:02 | Comentarios {0}


Estos días de frío en Madrid, de intenso frío y sobre todo de intensa nevada en la capital, han traído a mi recuerdo la figura de mi tío Carlos. Y no porque con él ocurriera nada especial un día que nevó mucho sino porque mi tío Carlos significaba para mí, en mi niñez, lo que la nieve significa para tantas y tantas personas, algo mullido, suave, silencioso. Cuando la nieve cae el mundo se suspende de su lentitud. Cuando la nieve cae aún nos sorprendemos de que no moje (como ayer comentaba una señora, emigrante de país cálido, la cual nunca había visto la nieve y comentaba, entre entusiasmada y atónita, ¡Y no moja, y no moja! Me recordaba el día en el que el hielo llegó a Macondo). Cuando la nieve cae todo parece mejor; los niños se desbordan en una alegría contagiosa, los ancianos dicen, La nieve es la vida. Mi tío Carlos era la vida de mi niñez. Cuando estaba con él sabía que nada malo me iba a pasar. Sentía su amor por mí y sentía su amor por mis padres porque yo fui un niño enfermo y él decidió aliviar esa carga a mis padres y la tomó para sí y su carga fue mi ligereza como la nieve vuelve ligero el mundo y cuando ha caído y ha cuajado, esa monotonía blanca es acogedora como una sábana blanca y limpia. Creo que era Ana María Matute quien decía que no entendía esa moda de ponerle dibujos a las sábanas infantiles porque una sábana blanca es mucho más misteriosa, abierta a cualquier huella. La huella de mi tío Carlos inscrita en mí como si yo fuera un cerrillo siempre nevado y esa huella, la suya, jamás osaran los copos cubrirla.

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Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 10/01/2009 a las 21:24 | Comentarios {0}


Una de las cincuenta cartas que le escribí a mi padre durante su enfermedad.
a000001.mp3 a000001.mp3  (2.13 Mb)

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Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 08/01/2009 a las 13:35 | Comentarios {1}


Franz Stuck: Étude d'homme
Franz Stuck: Étude d'homme
He terminado una parte importante de la novela (en realidad he decidido que he terminado. Podría haber seguido con ella. Se abría un gran espacio. Iba a ser lento y meticuloso y quizás un error). He vuelto a escribir unas líneas. He mirado algunos libros con deseo. He imaginado alguna situación. He dejado a un personaje caminando por un pasillo. He dejado a otro personaje ante un descubrimiento. Ahora descansa todo. De vez en cuando aparece el personaje como queriendo decir algo. El personaje que ha descubierto. En su situación, pienso, hay acción, es una situación en la que funciona la dicotomía necesidad o deseo. Se puede optar por esa opción, sigo pensando, estructurar una progresión entre ambos personajes que culmine y luego, serenamente, se olvide. Se puede optar por hacer desaparecer a uno de los personajes como en las películas del antiguo cine francés. Escucho al mismo tiempo un partido de fútbol (ese ruido que tanto necesito). Hacerlo desaparecer sin más, sin justificación, sin argumento.
Ha fluido la tinta verde por el segundo tomo. Luego fluirá un poco más. Unas palabras me han devuelto el aliento. El sonido y la intensidad con que fueron dichas. El momento en que fueron dichas. Las palabras salvan.

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Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/01/2009 a las 21:01 | Comentarios {0}


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