Una de las cincuenta cartas que le escribí a mi padre durante su enfermedad.
Franz Stuck: Étude d'homme
He terminado una parte importante de la novela (en realidad he decidido que he terminado. Podría haber seguido con ella. Se abría un gran espacio. Iba a ser lento y meticuloso y quizás un error). He vuelto a escribir unas líneas. He mirado algunos libros con deseo. He imaginado alguna situación. He dejado a un personaje caminando por un pasillo. He dejado a otro personaje ante un descubrimiento. Ahora descansa todo. De vez en cuando aparece el personaje como queriendo decir algo. El personaje que ha descubierto. En su situación, pienso, hay acción, es una situación en la que funciona la dicotomía necesidad o deseo. Se puede optar por esa opción, sigo pensando, estructurar una progresión entre ambos personajes que culmine y luego, serenamente, se olvide. Se puede optar por hacer desaparecer a uno de los personajes como en las películas del antiguo cine francés. Escucho al mismo tiempo un partido de fútbol (ese ruido que tanto necesito). Hacerlo desaparecer sin más, sin justificación, sin argumento.
Ha fluido la tinta verde por el segundo tomo. Luego fluirá un poco más. Unas palabras me han devuelto el aliento. El sonido y la intensidad con que fueron dichas. El momento en que fueron dichas. Las palabras salvan.
Ha fluido la tinta verde por el segundo tomo. Luego fluirá un poco más. Unas palabras me han devuelto el aliento. El sonido y la intensidad con que fueron dichas. El momento en que fueron dichas. Las palabras salvan.
Diario
Tags : Archivo 2009 Escrito por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/01/2009 a las 21:01 |
Han sido tres meses desde que nació este Inventario. Y desde el principio habéis estado vosotros. Sin vosotros me hubiera ido amohinando como las hojas del árbol cuando el otoño avanza y saben que deben caer y al final una simple ráfaga de viento da con ellas en el suelo.
Hoy tengo el corazón desacompasado. No marca un ritmo uniforme sino que lo siento en mi pecho, me avisa de que está ahí, dispuesto a no sé qué. No espero un infarto de miocardio, ni una parada cardiorrespiratoria, no espero la muerte ni la enfermedad, tan sólo es el corazón que ansía un soplo de esperanza. Mi corazón espera lo que yo no espero cumpliéndose así ese pensamiento de Fernando Pessoa que dice si el corazón pudiese pensar se pararía. Le dejo entonces, porque me anima a seguir, a seguir cabalgando por esta Tierra, en este universo, instalados en un gran océano de nada aparente. He de hacerle caso porque me obliga a respirar hondo cada poco tiempo como si me dijera, Vamos, amigo, no pares, no desfallezcas, todo es luz y color (como escribí hace mucho tiempo en una obra de teatro). Aunque yo hoy, sinceramente, no vea sino un día gris (de un gris hermoso), rodeado de silencio, a solas con mis miedos que son muchos y poderosos y con tan sólo mi corazón luchando contra ellos.
Mi corazón y vosotros.
Hoy tengo el corazón desacompasado. No marca un ritmo uniforme sino que lo siento en mi pecho, me avisa de que está ahí, dispuesto a no sé qué. No espero un infarto de miocardio, ni una parada cardiorrespiratoria, no espero la muerte ni la enfermedad, tan sólo es el corazón que ansía un soplo de esperanza. Mi corazón espera lo que yo no espero cumpliéndose así ese pensamiento de Fernando Pessoa que dice si el corazón pudiese pensar se pararía. Le dejo entonces, porque me anima a seguir, a seguir cabalgando por esta Tierra, en este universo, instalados en un gran océano de nada aparente. He de hacerle caso porque me obliga a respirar hondo cada poco tiempo como si me dijera, Vamos, amigo, no pares, no desfallezcas, todo es luz y color (como escribí hace mucho tiempo en una obra de teatro). Aunque yo hoy, sinceramente, no vea sino un día gris (de un gris hermoso), rodeado de silencio, a solas con mis miedos que son muchos y poderosos y con tan sólo mi corazón luchando contra ellos.
Mi corazón y vosotros.
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Tags : Archivo 2008 Escrito por Fernando García-Loygorri Gazapo el 31/12/2008 a las 13:10 |
La navidad gusta o no gusta según, creo yo, cómo se vivió durante la infancia. A mí no me gusta la navidad. No me gusta la nochebuena. No me gusta el fin de año ni me gustan los reyes. No me gustan las fiestas religioso-familiares. No me gusta la religión (en cuanto creyentes de dogmas y ritos) y no me gusta la familia (como obligación de amar) y no me gustan estos días tan oscuros cuando en la cena tienes que soportar las gilipolleces de uno, un encuentro indeseado y la avalancha de una comida que no apetece. Desde el principio de la noche quiero que pasen las horas y llegue el momento de marcharse. A veces me da por pensar que hago mal con mi hija accediendo a celebrar las fiestas en familia (en realidad sólo es la nochebuena. El Fin de Año se va con su madre. A mí me toca con ella la primera mitad de las vacaciones de navidad). Sin embargo si acepto la primera frase que he escrito, he de reconocer que mi hija disfruta mucho estas fiestas, disfruta con sus primos, disfruta esperando la llegada de los regalos y cuando al fin volvemos a casa se duerme con una sonrisa en los labios. Son quizá las obligaciones de ser padre. Durante un tiempo supuse que al final, a lo mejor, a mí me acababan gustando. No es así.
Menos mal que en mitad de todo este desbarajuste de compras absurdas, adoraciones de cuento infantil, borracheras de otros y añoranzas de yo no sé muy bien qué, brilla este día 26 (muy importante por cierto en las viejas leyendas celtas y galesas y único número que se encuentra entre uno que es el cuadrado de otro -el 25, cuadrado del 5- y de otro que es el cubo -27, cubo del 3- ) que es cuando mi hija nació al mundo y ésta, en mi vida, sí que me parece una fecha para conmemorar.
Menos mal que en mitad de todo este desbarajuste de compras absurdas, adoraciones de cuento infantil, borracheras de otros y añoranzas de yo no sé muy bien qué, brilla este día 26 (muy importante por cierto en las viejas leyendas celtas y galesas y único número que se encuentra entre uno que es el cuadrado de otro -el 25, cuadrado del 5- y de otro que es el cubo -27, cubo del 3- ) que es cuando mi hija nació al mundo y ésta, en mi vida, sí que me parece una fecha para conmemorar.
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Tags : Archivo 2008 Escrito por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/12/2008 a las 10:26 |
La sombra de Nosferatu
Así como si nada va acercándose. En el ambiente surge. Como una llamada. Ya no sólo el natural negocio. También la llamada de lo antiguo (me ha entrado de repente un afán de escribir algo salvaje, algo con muchos tacos y así. Ya no es tiempo me digo luego. Cálmate. También así, me digo. Luego releo y ya estoy pensando en una imagen. Luego la olvido. Luego vuelvo al discurrir primero. Sigo con el plan trazado) y una suerte de retroalimentación emocional que da con muchos en los huesos de la melancolía ¡Qué discreta la definición de María Moliner de la melancolía! y en muchos en la tristeza. Es verdad que luego pasa. Que muchos respiran. Que se alejan los seres queridos de nuevo. Que se ponen en primer plano los problemas cotidianos después de esa suspensión quizá necesaria. No me atrevo a decir que no es necesaria de forma absoluta. Oyes conversaciones y tan sólo los niños la ven acercarse con una dignidad patricia, llenos de entusiasmo, dispuestos a todo alborozo. Escuchas los comentarios y en el fondo intuyo que nunca el negocio superará a la emoción, por supuesto que el negocio se acerca a ella y saca su tajada pero ella es mucho más que la tajada. Es una auténtica solemnidad. Aunque la huyas esa huida se vuelve solemne. Si la acatas con distancia, la distancia se acorta sin poder evitarlo. Si entras en ella te abarca entero. Antiguos. Antiguos. Somos los últimos antiguos. Cuando el mundo esté compuesto de cyborgs quizás entonces no sea necesaria. O más allá.
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Tags : Archivo 2008 Escrito por Fernando García-Loygorri Gazapo el 15/12/2008 a las 20:18 |
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Tags : Archivo 2009 Escrito por Fernando García-Loygorri Gazapo el 08/01/2009 a las 13:35 |