No sé si le rogué
aquella tarde al mar
por sus ojos azules.
Ya no recuerdo.
Aún así azules
aparecieron más tarde
y volvieron otra vez
como en una vuelta
asidos de la tarde aquella
o del ruego que no sé si hice.
Además
¿acepta el mar los ruegos?
y si los aceptara
¿no sería tan veleidoso
como sus ondas que vienen
y no vuelven?
Ahora digo, Sí, lo rogué
y acepto el tiempo
que el mar tardó en mostrarme
el color de sus ojos
y los labios de la muchacha
convertidos en labios de mujer.
Ahora digo, No, no lo rogué
porque mi Dios no es ni el mar ni es Dios
¿a quién rogar entonces?
Me quedaría quieto,
miraría su perfil
y pensaría,
Mañana se va y nunca volveré a ver
sus ojos azules
su labios de muchacha
sus senos limoneros.
No sé si le rogué,
no sé si el mar
se compadeció.
Sí sé que la volví a ver.
aquella tarde al mar
por sus ojos azules.
Ya no recuerdo.
Aún así azules
aparecieron más tarde
y volvieron otra vez
como en una vuelta
asidos de la tarde aquella
o del ruego que no sé si hice.
Además
¿acepta el mar los ruegos?
y si los aceptara
¿no sería tan veleidoso
como sus ondas que vienen
y no vuelven?
Ahora digo, Sí, lo rogué
y acepto el tiempo
que el mar tardó en mostrarme
el color de sus ojos
y los labios de la muchacha
convertidos en labios de mujer.
Ahora digo, No, no lo rogué
porque mi Dios no es ni el mar ni es Dios
¿a quién rogar entonces?
Me quedaría quieto,
miraría su perfil
y pensaría,
Mañana se va y nunca volveré a ver
sus ojos azules
su labios de muchacha
sus senos limoneros.
No sé si le rogué,
no sé si el mar
se compadeció.
Sí sé que la volví a ver.
Febril-Febrero-Febril 1982
La espalda de él
cariacontecida y lunática;
su espalda atravesada
en el tiempo del cabello largo.
Mienten los hombres tristes cuando sueñan.
Hoy soy triste.
La espalda de él
mañana soleada en el tiempo de la siembra.
Saboreo sus músculos naciendo,
sus huesos
amarillos-trigo-arena.
Mienten los mendigos
que aman soledades;
engañan las espaldas de los hombres grandes, de los grandes hombres.
Paseo arrinconado,
pienso
semen-siembra-fruto.
Atenazo, persigo
no-alcanzo
la espalda de él,
la de los hombres tristes cuando sueñan, la de los mendigos
solitarios.
Hoy soy triste hasta donde alcanzan las palabras,
hasta donde dicen los poemas.
Es nublado
el guijarro encontrado en el fondo de la cueva
(la cueva de las espaldas de los hombres)
cariacontecida y lunática;
su espalda atravesada
en el tiempo del cabello largo.
Mienten los hombres tristes cuando sueñan.
Hoy soy triste.
La espalda de él
mañana soleada en el tiempo de la siembra.
Saboreo sus músculos naciendo,
sus huesos
amarillos-trigo-arena.
Mienten los mendigos
que aman soledades;
engañan las espaldas de los hombres grandes, de los grandes hombres.
Paseo arrinconado,
pienso
semen-siembra-fruto.
Atenazo, persigo
no-alcanzo
la espalda de él,
la de los hombres tristes cuando sueñan, la de los mendigos
solitarios.
Hoy soy triste hasta donde alcanzan las palabras,
hasta donde dicen los poemas.
Es nublado
el guijarro encontrado en el fondo de la cueva
(la cueva de las espaldas de los hombres)
Escribe el poeta para la voz de la Esposa:
Y todos cuantos vagan
de ti me van mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan,
y déjame muriendo
un no sé qué que quedan bulbuciendo.
Glosa. ¿Qué es la poesía y cómo se conforma? ¿A qué canon nos entregamos? Muerto el Arte de la Composición Unívoca, -última poética escrita por Lazlo Ossip- partido en mil pedazos o en millones de pedazos el oficio antes divino del Arte con mayúscula, ¿dónde podemos encontrar algo que se pueda decir como si de un Universal se tratara que es poesía?
El último verso de esta silva maestra resume un concepto en sí mismo poético. Porque la poesía es un canto a la Triple Diosa (leer La Diosa Blanca de Robert Graves, una gramática sobre el mito poético). La poesía siempre ha de buscar la verdad (o sea aquello de lo que trata el poema) en la forma y si leemos cuidadosamente ese verso produce lo que promete: bulbucea (que es forma arcaica del verbo balbucear. Incluso, quizá, sea ajuste, licencia, del poeta. En el Diccionario de Autoridades sólo viene el término balbuciente. Y si la memoria no me falla en el Covarrubias tampoco viene el término bulbucir. Sin embargo esa cadencia primero de es y qus y después de bes y us provoca que el verso tartamudee y ese tartamudear llague a la Esposa y la deje muriendo... sin llegar a morir como el verso último no termina de decir.
Y todos cuantos vagan
de ti me van mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan,
y déjame muriendo
un no sé qué que quedan bulbuciendo.
Glosa. ¿Qué es la poesía y cómo se conforma? ¿A qué canon nos entregamos? Muerto el Arte de la Composición Unívoca, -última poética escrita por Lazlo Ossip- partido en mil pedazos o en millones de pedazos el oficio antes divino del Arte con mayúscula, ¿dónde podemos encontrar algo que se pueda decir como si de un Universal se tratara que es poesía?
El último verso de esta silva maestra resume un concepto en sí mismo poético. Porque la poesía es un canto a la Triple Diosa (leer La Diosa Blanca de Robert Graves, una gramática sobre el mito poético). La poesía siempre ha de buscar la verdad (o sea aquello de lo que trata el poema) en la forma y si leemos cuidadosamente ese verso produce lo que promete: bulbucea (que es forma arcaica del verbo balbucear. Incluso, quizá, sea ajuste, licencia, del poeta. En el Diccionario de Autoridades sólo viene el término balbuciente. Y si la memoria no me falla en el Covarrubias tampoco viene el término bulbucir. Sin embargo esa cadencia primero de es y qus y después de bes y us provoca que el verso tartamudee y ese tartamudear llague a la Esposa y la deje muriendo... sin llegar a morir como el verso último no termina de decir.
Háblame.
Acaríciame.
Luego
un pedazo de mirada.
Háblame,
dime si aún
sobre nosotros
sobre nosotros...
Dijo.
Se dijo
o alguien comentó
no existe el impersonal.
Háblame.
Pensó entonces
que le estaba hablando
siempre, siempre.
Háblame
por la alameda
entre las aguas
junto al lago
en el sueño.
Y así
siempre
como si supiera
siempre
qué hablar.
Háblame, dijo,
entre sábanas
también en la llanura
seca y amarilla y muerta.
Háblame,
se lo dijo al oído
cuando aún la cercanía
estaba presente.
Y así él
habló
como un torrente
que surge del deshielo
en lo alto de un gran monte
por donde el invierno
pasó sin saberlo.
Háblame, háblame, háblame.
Acaríciame.
Luego
un pedazo de mirada.
Háblame,
dime si aún
sobre nosotros
sobre nosotros...
Dijo.
Se dijo
o alguien comentó
no existe el impersonal.
Háblame.
Pensó entonces
que le estaba hablando
siempre, siempre.
Háblame
por la alameda
entre las aguas
junto al lago
en el sueño.
Y así
siempre
como si supiera
siempre
qué hablar.
Háblame, dijo,
entre sábanas
también en la llanura
seca y amarilla y muerta.
Háblame,
se lo dijo al oído
cuando aún la cercanía
estaba presente.
Y así él
habló
como un torrente
que surge del deshielo
en lo alto de un gran monte
por donde el invierno
pasó sin saberlo.
Háblame, háblame, háblame.
Traducción de Poema al francés y versión de Caroline Lahougue
Je sais écrire à l'encre verte
Et m'arrêter devant ton corps
Pour contempler la fin de l'été.
Je suis venu pour rester
Et je frôle ta taille
tandis que sur nous vagabondent
Les pales d'un ventilateur.
Je me suis promené sous un soleil torride
A la recherche d'une résidence
où nous rafraîchir un peu
Et prendre conscience.
J'ai acquis dans ta bouche ouverte
Des habitudes lentes.
Et m'arrêter devant ton corps
Pour contempler la fin de l'été.
Je suis venu pour rester
Et je frôle ta taille
tandis que sur nous vagabondent
Les pales d'un ventilateur.
Je me suis promené sous un soleil torride
A la recherche d'une résidence
où nous rafraîchir un peu
Et prendre conscience.
J'ai acquis dans ta bouche ouverte
Des habitudes lentes.
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Poesía
Escrito por Fernando García-Loygorri Gazapo el 28/09/2009 a las 14:34 |