De la colección de poemas En Tercera Persona
VIII
Thomas Man,
sometido a la sugestión de su herencia,
dijo: “La enfermedad y el dolor
son fuentes de vida espiritual”.
No,
la vida espiritual sólo es posible
en el cuerpo alegre de sí mismo
por donde el tiempo pasa ciego
y el mundo transpira en cada poro.
El espíritu entonces
se aligera, desnuda las acciones de destino,
se eleva, se emociona y ya cansino
descansa en el campo de los sueños.
Porque sintió el dolor y estuvo enfermo
quiso creer a Man y propagarlo
pero al fin los años se acercaron,
le obligaron a vivir la frase dicha
y entonces supo, sólo entonces,
que aquella frase era una solemne desdicha
IX
Alegría, sugestión, belleza plena,
norte del día y de la noche sur,
caricia del alma y siempre al albur
del canto perverso de la sirena;
drogas, éxtasis, la noche, serena
memoria de una anciana augur
que echa el destino como buena tahur
sobre una mesa de azucenas llena.
Thomas Man,
sometido a la sugestión de su herencia,
dijo: “La enfermedad y el dolor
son fuentes de vida espiritual”.
No,
la vida espiritual sólo es posible
en el cuerpo alegre de sí mismo
por donde el tiempo pasa ciego
y el mundo transpira en cada poro.
El espíritu entonces
se aligera, desnuda las acciones de destino,
se eleva, se emociona y ya cansino
descansa en el campo de los sueños.
Porque sintió el dolor y estuvo enfermo
quiso creer a Man y propagarlo
pero al fin los años se acercaron,
le obligaron a vivir la frase dicha
y entonces supo, sólo entonces,
que aquella frase era una solemne desdicha
IX
Alegría, sugestión, belleza plena,
norte del día y de la noche sur,
caricia del alma y siempre al albur
del canto perverso de la sirena;
drogas, éxtasis, la noche, serena
memoria de una anciana augur
que echa el destino como buena tahur
sobre una mesa de azucenas llena.
Primer poema del libro Tratado de Física escrito entre 1991-1992
Desde donde se mire
(podría ser allá entre los escombros)
el mundo es un grito.
El principio fue un grito enorme,
estalló la nada y se convirtió en todo:
negro basura, gris de invierno, ocre.
Desde donde se acoja:
en la niñez
(adusta la niñez atraviesa
la espina dorsal de cada ser),
en un árbol junto al perro,
en la casa,
si hubo fuego; desde cualquier
punto, la memoria
previene, como mínimo, un quark de grito.
En la alegría,
en las chabolas con tejado de uralita
sobre las que el sol cae durante el verano
achicharrando la atmósfera, los cuerpos
y las horas de la tarde;
también ahí, a ochenta grados,
cuando ninguna garganta se ahogaría
por ensayar la tibieza de un grito,
se escuchan desgarradores, tiernos, de agua.
Big-bang la vida,
agujero negro, ciego de luz;
big-bang los cielos, las criaturas
encargadas de comerse lo pútrido;
alaridos las cuerdas del laúd
en la noche; clamor las nubes,
aquellas que dicen haber sido río;
bramido el amor por la muchacha; reclamo
el silencio prometido...
Eran sus manos atentas;
su mirada vagaba
del vaso a mi boca
y de mi boca al mundo.
Era su talle lento,
como el mecerse del junco
a merced de un viento,
el que albergaba mi brazo.
Era ella,
joven y madura
a un tiempo,
quien sentía el requiebro
de mi sonrisa bajo el castaño.
Era su pecho
el que exhalaba un gemido
chiquito, sin ausencias,
mientras el mundo se resumía
en el clamor de un picaporte.
Y así transcurría entre ella y yo
eso que nos lleva.
su mirada vagaba
del vaso a mi boca
y de mi boca al mundo.
Era su talle lento,
como el mecerse del junco
a merced de un viento,
el que albergaba mi brazo.
Era ella,
joven y madura
a un tiempo,
quien sentía el requiebro
de mi sonrisa bajo el castaño.
Era su pecho
el que exhalaba un gemido
chiquito, sin ausencias,
mientras el mundo se resumía
en el clamor de un picaporte.
Y así transcurría entre ella y yo
eso que nos lleva.
La Jarosa
A lo largo de la hilera de montañas
hay una cruz
donde no debería haberla
Sueña
Vence
Llora
el niño aletea
el perro
se alzalía
busca un cordón
la cuerda de una lira
que supere la armonía
de Pitágoras
Esferas
Redonda
la rueca
ruge
Curvas
de nuevo la hilera de las montañas
una calle ahora
un lugar antiguo
Veré
si me dejan las gafas
volver al lugar donde no nací
Calla
amor pequeño que duermes el sueño injusto
Arrecia
amor pequeño el instante del beso
Eleva si quieres
el grito
Nada vale
en esta hora fusca
alardear de serpientes
o mostrar
orgulloso
la ancas de una rana
no muy verde
hay una cruz
donde no debería haberla
Sueña
Vence
Llora
el niño aletea
el perro
se alzalía
busca un cordón
la cuerda de una lira
que supere la armonía
de Pitágoras
Esferas
Redonda
la rueca
ruge
Curvas
de nuevo la hilera de las montañas
una calle ahora
un lugar antiguo
Veré
si me dejan las gafas
volver al lugar donde no nací
Calla
amor pequeño que duermes el sueño injusto
Arrecia
amor pequeño el instante del beso
Eleva si quieres
el grito
Nada vale
en esta hora fusca
alardear de serpientes
o mostrar
orgulloso
la ancas de una rana
no muy verde
Poesía
Tags : Archivo 2009 Escrito por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/06/2009 a las 17:49 |
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Poesía
Escrito por Fernando García-Loygorri Gazapo el 24/08/2009 a las 09:53 |