Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Alcachofa
El hombre salió de la casa con la intención de dar un paseo y comprar alcachofa seca para infusión. También pan de horno. También tres botellas de vino para pasar las penalidades de la Semana Santa (que probablemente nunca existió). No iba por ese camino el hombre cuando salió a la calle; queremos decir el de negar la realidad de la Semana Santa (para ello padres tiene la iglesia [todo en minúsculas]); no, no, incluso el hombre tenía cierta simpatía por la fe sincera, por la fe humilde, digamos por la fe de un pueblo sin resabios (si es que aún quedan pueblos de este tipo), la fe de Abraham para entendernos. No él salía libre de prejuicios y de pasiones (incluso desapasionado) con la intención de mantener su cuerpo sano, empezando por el hígado, aposento de las iras y las rabias. El día era nublado y soplaba una brisa que llenaba de humedad  las calles y las pocas risas que a esa hora se escuchaban. Anduvo el hombre hasta la tienda naturista y cuando pidió el paquete de alcochafa -que había encargado el día anterior- el dependiente le dio la noticia de que el encargo al final no se había realizado. El hombre se encontraba en un momento de su vida en el  que casi nada le contrariaba y achacaba al normal carácter del ser humano -así en general- semejantes olvidos. Se disponía a marcharse cuando el dependiente (que no era al que había encargado la alcachofa, no, se la había encargado a una mujer mayor que mostraba mucha desconfianza con el hombre, quizá, y con razón, por el aspecto asilvestrado de éste o porque sencillamente era de pueblo, serrana, cerrada y vieja) le preguntó si tenía mal el hígado. El hombre le contestó que no o más bien no creía pero que desde hacía un tiempo, tras haber escuchado una conferencia de un oncólogo en la que aconsejaba mantener limpios los filtros del cuerpo, a saber: hígado, riñón y pulmón, solía tomarse una infusión diaria a base de té verde, diente de león, alcochofa y tomillo, además de darse un baño con sal marina una vez cada quince días para mantener una adecuada salinidad en el medio interno. El dependiente, dejó en ese momento de ser tal, y se convirtió en naturópata e invitó al hombre a hacerse una prueba con una máquina que medía las energías del cuerpo, mucho más efectiva que un análisis -según dijo- y mediante la cual sabrían cuáles podían ser los males que el cuerpo de aquel hombre que había ido a comprar alcachofa albergaba. Éste acepto. El naturópata le dio un manillar metálico conectado mediante un USB al ordenador y le pidió que lo apretara hasta que él le dijera. Mientras tanto le dibujó una pirámide en un papel y le contó, someramente, los estratos sobre los que se edificaba la salud de un ser humano y que serían: el espiritual, la mente, las emociones, la energía, los sistemas nervioso y hormonal y los órganos. Tras la charla, el diagnóstico de la máquina salió en la pantalla del ordenador y tras preguntar el naturópata si el hombre era hiponcondríaco y responder éste que no, le dijo que su nervio cerebral estaba un tanto debilitado y que el metabolismo del calcio andaba mal; su hígado en cambio estaba pletórico. El hombre que algo leía de aquí y de allá le preguntó si todo aquello tenía que ver con la medicina ayurvédica y el naturópata le miró fíjamente y le dijo que en efecto, así y era y, abriendo un cajón que hasta ese momento había estado cerrado, le mostró una cantidad nada despreciable de esencias ayurvédicas que, según le dijo, eran más que milagrosas. El hombre escuchó algunas historias que avalaban la afirmación anterior y le preguntó cuál sería la esencia que a él le vendría bien y su costo. El naturópata le dijo el nombre, Yatamansi, y con gran pesar le comentó que en ese momento lo tenía agotado de lo mucho que se vendía. El hombre sonrió y le dijo que lo probaría y el naturópata le respondió que no era en absoluto su intención que él comprara nada y el hombre supo que el dependiente no le engañaba. Entonces le dijo que debía marcharse porque la compra de alcachofa que no le iba a llevar más de diez minutos se le había alargado más de una hora. Se despidieron casi, casi, como médico y paciente y el hombre salió de la tienda, compró el vino para los días de pasión y volvió a su casa. Al sentarse y esperar a que la infusión -sin alcachofa- reposara diez minutos pensó, Uno sale a por alcachofa y vuelve con la noticia de que su nervio cerebral está débil (por supuesto no quiso ni pensar qué era eso del nervio cerebral). Luego se bebió la infusión y saber muy por qué sonrió y dejó que la tarde pasara.

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 28/03/2013 a las 23:28 | Comentarios {0}


20 entre 4
Audiolibros y Mundo Sonoro Dom y Loy ha publicado mi primera antología de cuentos 20 entre 4. Como escribía el otro día en el post Volver 20 entre 4 recopila cuatro cuentos que escribí entre 1980-1987.
El interés de los cuentos estriba, fundamentalmente, en dos líneas: la primera es el cambio que a lo largo de siete años se produce en su estilo y la segunda la intensidad de las historias. Son historias de deseo, sexo, amor y muerte.
Los cuentos se titulan: Mujer con Mazana, Helena, Claroscuro y A cinco semanas del invierno.
Lo podéis descargar en formato Mp3. El precio 5,90 € (como todos los libros de la editorial a los que no hemos subido el IVA). Y han sido leídos por el autor.
Te adjunto la demo.
Espero que te guste y si tienes a bien que lo compres en la web de la editorial (puedes acceder a ella haciendo click sobre su nombre en este mismo post).




demo_20_entre_4.mp3 Demo 20 entre 4.mp3  (4.47 Mb)

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/02/2013 a las 10:38 | Comentarios {0}


¿Quién es el conductor que verá a Lucía en el arcén de la carretera, a la salida de una curva muy cerrada a izquierdas, sentada en una silla de tijera, y junto a un coche destrozado en un campo a sus espaldas?
¿Por qué no para pero sí llama kilómetros más tarde (se puede medir el tiempo en kilómetros)? Llama porque para a repostar gasolina. O se detiene no porque tenga que repostar sino porque ha decidido llamar. ¿Por qué ha meditado esa decisión?
El conductor ¿es hombre? (quizá sea un anciano).
¿Qué le ha dado tiempo a ver de Lucía? Una visión fugaz de un hilo de sangre corriendo por su mejilla izquierda. Quizá la sangre ya esté seca. Una mirada perdida en el vacío. La quietud en el frío del amanecer.
Ocurre en invierno.
El conductor, en todo caso, no tiene relación ninguna con Lucía.
Quizá vuelva. ¿Por qué? Si vuelve: ¿se encontraría con los servicios de emergencia haciéndose cargo de Lucía? o si vuelve: ¿aún no han llegado los servicios de emergencia y es él el primero que se acerca a Lucía? Y si así fuera, ¿qué ocurriría?

Imágenes:
El vaho sale de la boca de Lucía.
La niebla se está levantando.
Un paisaje llano, de tierras en barbecho.
Sobre el asfalto una flecha en el carril contrario a Lucía que indica que los coches deben volver a su carril.
Un silo.
El coche ha dado varias vueltas de campana, ha entrado en el campo en barbecho, ha volcado.
El sol mortecino.
Una bandada de grullas se dirige al sur.

A partir de aquí...

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/12/2012 a las 10:57 | Comentarios {0}


¿Quién es Lucía? La imagino con menos de cuarenta años. Tiene el cabello pelirrojo, largo y ondulado (muy parecido a la Venus de Boticelli en cuanto a ondulación); es una mujer con rasgos amables y con un rictus (por las arrugas) de sufrimiento antiguo. Veo su nariz recta. Sus labios más bien finos. Mejillas. Orejas grandes. Cuello largo. Piel muy blanca. Color de los ojos verdes.Tamaño más bien pequeño (quizá cuando niña le dijeran que tenía una mirada pícara). Es atractiva. No guapa. Su brazos largos. Sus piernas marcando los tres huecos de las piernas bien torneadas. Cintura y caderas en justa proporción. Pecho maduro. Manos largas y rojas (lo que denotaría una mala circulación de la sangre). Viste con un estilo hipster. Apenas se maquilla (línea oscura en el párpado inferior. Leve coloración en los labios). Usa sombrero. Le gusta las botas camperas.
Muy probablemente se dedique a un oficio relacionado con las manos.

A partir de aquí...

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 28/12/2012 a las 13:34 | Comentarios {0}


Situación inicial
No estaba preparada. Dijo llamarse Lucía. Estaba envuelta en una manta. Nada más producirse, lo primero que hizo fue abrir el maletero y sacar una silla de tijera, para la playa, la había abierto en el arcén y se había sentado. No a esperar. No a calmarse. Sencillamente se había sentado.

Posibilidades
La llamada horas antes.
In media res (como le gusta decir a V.)
Es mejor relacionarse con las emociones que con las ideas (las ideas separan/las emociones aclaran)
Una policía se acerca a ella. Está amaneciendo. Lucía lleva toda la noche allí. No ha llamado a la guardia civil. No han pasado muchos coches. Seguramente un conductor habrá llamado ante la escena que se ha encontrado al salir de la curva tan cerrada a izquierdas.
Nos vamos con el conductor. La decisión de pararse. Marcar el número de la policía. Dar la localización aproximada del lugar del suceso. (¿Por qué le cuesta a este conductor llamar a la policía)
¿Contar los motivos por los que varios conductores pasan de largo y no llaman a la Guardia Civil?
Al abrir el cuadro de Lucía sentada en una silla de playa en el arcén de una carretera en plena madrugada, ¿qué se ve?

A partir de aquí...

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 21/12/2012 a las 11:12 | Comentarios {0}


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