![Dimitri Daniloff Dimitri Daniloff](https://www.fernandoloygorri.com/photo/art/default/2089243-2900237.jpg?v=1289541281)
Dimitri Daniloff
Era un día de mayo por la mañana. El cielo se había mantenido despejado. La ciudad, desnortada, se zambullía en la celebración de una batalla vieja (como todas las batallas). Él se levantó con cierto nerviosismo y su primer pensamiento fue, Hoy lo haré. Se sentía a sus treinta años recién cumplidos como un adolescente que va a ir al instituto y se va a encontrar en la clase con la chica que le gusta y a la que aún no se ha atrevido a declararle su deseo (declarar el amor es una cuestión posterior). Se duchó. Se afeitó (aunque era barbilampiño y consideraba que le quedaba mejor esa media barba que su tez completamente rasurada pero pensó que si ella decía que sí, sería mejor besarla sin raspaduras como si aquello fuera una declaración de principios o una metáfora de sus intenciones: suaves, sin filos), se cambió de ropa y fue a su trabajo con la esperanza de un sí; esa esperanza la había alimentado durante los dos últimos meses cuando él y ella habían iniciado una relación basada en cierto deseo de confesarse el uno al otro, en cierta desnudez de los sentimientos, los pensamientos y los miedos, en una soledad compartida, en unas experiencias semejantes. El temor de él había sido que quizá tanta intimidad (o asomo de intimidad) podría conducir a un estancamiento, a una amistad sin derecho a goce (por decirlo así) y esa amenaza había ido adueñándose de él, poniéndole tenso cuando se encontraba con ella, desconcentrándole y por lo tanto (pensaba él mientras paseaba por las calles y una banda de música hería los oídos de los paseantes como si la música fuera balas) convirtiendo en impostada su actitud.
Cuando terminó su trabajo y se vio con ella serían las siete de la tarde. Llovía un poco y ellos se sentaron al fondo de un café. El encuentro se inició como siempre: se contaron su semana, los pequeños asuntos mundanos, los proyectos, las inquietudes y entonces, sin venir a cuento, tras una pausa de ella, él le dijo que le gustaba como mujer, que desde hacía unos días cada vez que la veía sentía el deseo de tocarla, de besarla, de conocerla más (bíblicamente, dijo, como si aquella broma pudiera relajar la tensión que se había impuesto de repente entre ellos) y terminó con un, Bueno, ya te lo he dicho.
Ella le miró como si aquello fuera lo último que hubiera esperado escuchar en su vida (se quitó las gafas ¿para limpiarse los oídos? y se las volvió a poner), su actitud se retrayó y con una gran tranquilidad le contestó, ¡Oh, no, no, no te puedes imaginar lo complicada que soy! Es mucho mejor que sigamos así, de verdad, hazme caso. Además yo aún estoy colgada de, bueno, ya sabes, alguna vez te he hablado de él. Además ya sabes ese refrán que dice que donde pones la olla no pongas la... ¿Lo conoces?, ¿no?
Él recordó que, en efecto, su relación se había iniciado por una cuestión profesional y no le contestó a la pregunta retórica que ella le había hecho, ni le dijo que la referencia a dicho refrán le parecía una ordinariez supina. Sencillamente dijo, Bien, entonces sigamos con nuestro trabajo.
Cuando se separaron, trastocadas las formas y los fondos por una mera cuestión de empatía, él se sintió ligero. Caminó hacia su casa con una sonrisa entre los labios. Se olió el cuerpo que había sudado al hacer su declaración y se estiró en mitad de la calle mientras pensaba en el Matrimonio entre el Cielo y el Infierno de William Blake. Sin saber por qué pensaba en ese libro alegórico. Sin saber por qué lo releyó por la noche, ya en la cama, desnudo entre las sábanas sin echar de menos, por primera vez en dos semanas, el cuerpo de ella que nunca había visto.
Cuando terminó su trabajo y se vio con ella serían las siete de la tarde. Llovía un poco y ellos se sentaron al fondo de un café. El encuentro se inició como siempre: se contaron su semana, los pequeños asuntos mundanos, los proyectos, las inquietudes y entonces, sin venir a cuento, tras una pausa de ella, él le dijo que le gustaba como mujer, que desde hacía unos días cada vez que la veía sentía el deseo de tocarla, de besarla, de conocerla más (bíblicamente, dijo, como si aquella broma pudiera relajar la tensión que se había impuesto de repente entre ellos) y terminó con un, Bueno, ya te lo he dicho.
Ella le miró como si aquello fuera lo último que hubiera esperado escuchar en su vida (se quitó las gafas ¿para limpiarse los oídos? y se las volvió a poner), su actitud se retrayó y con una gran tranquilidad le contestó, ¡Oh, no, no, no te puedes imaginar lo complicada que soy! Es mucho mejor que sigamos así, de verdad, hazme caso. Además yo aún estoy colgada de, bueno, ya sabes, alguna vez te he hablado de él. Además ya sabes ese refrán que dice que donde pones la olla no pongas la... ¿Lo conoces?, ¿no?
Él recordó que, en efecto, su relación se había iniciado por una cuestión profesional y no le contestó a la pregunta retórica que ella le había hecho, ni le dijo que la referencia a dicho refrán le parecía una ordinariez supina. Sencillamente dijo, Bien, entonces sigamos con nuestro trabajo.
Cuando se separaron, trastocadas las formas y los fondos por una mera cuestión de empatía, él se sintió ligero. Caminó hacia su casa con una sonrisa entre los labios. Se olió el cuerpo que había sudado al hacer su declaración y se estiró en mitad de la calle mientras pensaba en el Matrimonio entre el Cielo y el Infierno de William Blake. Sin saber por qué pensaba en ese libro alegórico. Sin saber por qué lo releyó por la noche, ya en la cama, desnudo entre las sábanas sin echar de menos, por primera vez en dos semanas, el cuerpo de ella que nunca había visto.
![Sortilegio Sortilegio](https://www.fernandoloygorri.com/photo/art/default/2083697-2892886.jpg?v=1289541280)
La magia está en la paz, en la contemplación exenta de juicio, en la negativa a evaluar, a sopesar, a sentenciar. La magia está en sentirse acorde con una postura exenta de violencia, puro amor a las coordenadas que nos toca vivir, pura sensibilidad ante los acontecimientos, no acercarse a ellos desde el análisis sino desde el actuar, actuar sin analizar; la magia está en confiar ciegamente (abramánicamente) en la causalidad sin valor. Si calificamos restringimos porque al calificar oponemos los antónimos, por decirlo de alguna manera los fusilamos; la magia es aceptación.
Hoy está siendo un día de una gran creatividad. Llevo desde las nueve de la mañana escribiendo, leyendo, escuchando música, viendo imágenes, soñando, conversando, en silencio conmigo. Busco la magia de aceptar sin reservas lo que venga. La magia es el presente. Hoy, unido a él, he tenido un presente valioso, único. Me he dejado llevar y lo he llevado. Él caballo tordo. Yo caballero en camisa de amplias mangas y cuello abierto. Él hollando senderos pequeños junto a riveras de arroyuelos. Yo esquivando una rama de arce. Oliendo el aire. Disfrutando el vuelo de un ave.
El Alma del Mundo ¡claro que existe! Yo siento las presencias que se mueven en el campo difuso del espíritu; siento los pasos del duende que sale cuando la oscuridad nos permite permitirnos. Y le dejo corretear sin alumbrar nada como él me permite pensar que mis dedos se mueven por impulsos que tan sólo nacen en mí ¡Y qué decir de los bosques! ¡Y qué decir de los mares!
La noche ha llegado. Los seres cambian. Una luz se apaga en lo alto del campanario. Vuela un alma hacia su fin. Llega otra renovada.
Hoy está siendo un día de una gran creatividad. Llevo desde las nueve de la mañana escribiendo, leyendo, escuchando música, viendo imágenes, soñando, conversando, en silencio conmigo. Busco la magia de aceptar sin reservas lo que venga. La magia es el presente. Hoy, unido a él, he tenido un presente valioso, único. Me he dejado llevar y lo he llevado. Él caballo tordo. Yo caballero en camisa de amplias mangas y cuello abierto. Él hollando senderos pequeños junto a riveras de arroyuelos. Yo esquivando una rama de arce. Oliendo el aire. Disfrutando el vuelo de un ave.
El Alma del Mundo ¡claro que existe! Yo siento las presencias que se mueven en el campo difuso del espíritu; siento los pasos del duende que sale cuando la oscuridad nos permite permitirnos. Y le dejo corretear sin alumbrar nada como él me permite pensar que mis dedos se mueven por impulsos que tan sólo nacen en mí ¡Y qué decir de los bosques! ¡Y qué decir de los mares!
La noche ha llegado. Los seres cambian. Una luz se apaga en lo alto del campanario. Vuela un alma hacia su fin. Llega otra renovada.
![¡Eh! ¡Eh!](https://www.fernandoloygorri.com/photo/art/default/2075968-2881638.jpg?v=1289541280)
Un sentimiento que explota en la piel. Vagamente. Ciudad Juárez. Quintaesencia. El suave vaivén de la música de Henri Salvador. El francés como idioma fino. La muerte de las mujeres en Ciudad Juárez. 2666, Roberto Bolaño. El frío de este día de mayo. Lo triste que se vuelve la alegría cuando uno es triste. El pudor que da desear a una mujer. He visto tantos mares y tantas riveras. He podido abarcar los nueve números de un teléfono y no he querido. He seguido en el vaivén de las notas musicales y al mismo tiempo he visto a una mujer salir de la maquiladora y ser muerta de la forma más cruel imaginable. Ocurre. Ciudad Juárez ocurre todos los días.
Hay días en que hubiera querido ser ultrasocial (aunque lo sea como especie me siento más bien hosco) y unirme a un grupo voluntario y haberme llegado hasta Ciudad Juárez para ayudar en lo posible, si es que hay alguna ayuda que hacer ante la marea de la tortura, de la bestialidad, del sanguinario, del intocable. Sólo hay días en que lo quisiera. La mayoría estoy quieto ante el mundo, lo miro como se mira algo incomprensible.
Al menos existe el espejo y la maravilla del día en que todo es maravilloso. Estoy seguro de que lo volveré a sentir. Seré tonto un día. Seré ingenuo y sonreiré ante cualquier cosa y la felicidad será tan intensa que me echaré a llorar y la piel, la piel...
¿Se entiende?
Hay días en que hubiera querido ser ultrasocial (aunque lo sea como especie me siento más bien hosco) y unirme a un grupo voluntario y haberme llegado hasta Ciudad Juárez para ayudar en lo posible, si es que hay alguna ayuda que hacer ante la marea de la tortura, de la bestialidad, del sanguinario, del intocable. Sólo hay días en que lo quisiera. La mayoría estoy quieto ante el mundo, lo miro como se mira algo incomprensible.
Al menos existe el espejo y la maravilla del día en que todo es maravilloso. Estoy seguro de que lo volveré a sentir. Seré tonto un día. Seré ingenuo y sonreiré ante cualquier cosa y la felicidad será tan intensa que me echaré a llorar y la piel, la piel...
¿Se entiende?
![Miró la serie Azul Miró la serie Azul](https://www.fernandoloygorri.com/photo/art/default/2060486-2858213.jpg?v=1289541280)
Miró la serie Azul
...imprudencia
sigilo
astucia
deslumbramiento
sinceridad
vilo
asma
calla
bonsai
sorpresa
brazada
brazada
vuelvo
velocidad
âme
sal
sed
microscopio
libertango
destilado
mano
golpe
temeridad
represión
silbato
silbido
sibilante
sosias
sucias
ácaro
muérdago
bonvivant
caramelo
pende
sigilo
astucia
deslumbramiento
sinceridad
vilo
asma
calla
bonsai
sorpresa
brazada
brazada
vuelvo
velocidad
âme
sal
sed
microscopio
libertango
destilado
mano
golpe
temeridad
represión
silbato
silbido
sibilante
sosias
sucias
ácaro
muérdago
bonvivant
caramelo
pende
Filippo Brunelleschi 1377-1446 arquitecto, ingeniero, escultor, pintor
Antonio Filarete 1400-1465 escultor, arquitecto, escritor
Leon Battista Alberti 1404-1472 pintor, escritor, arquitecto
Lorenzo Vecchietta 1405/1412-1480 arquitecto, pintor, escultor, ingeniero
Bernard Zenale 1436-1526 escritor, arquitecto, pintor
Francesco di Giorgio Martini 1439-1506 ingeniero, arquitecto, pintor, escultor
Donato Bramante 1444-1514 poeta, ingeniero, arquitecto, pintor
Leonardo da Vinci 1452-1519 científico, arquitecto, escultor, pintor
Giovanni Giocondo 1457-1525 humanista, ingeniero, arquitecto
Silvestro Aquilano antes de 1471-1504 escultor, arquitecto, pintor
Sebastiano Serlio 1475-1554 escritor, pintor, arquitecto
Michelangelo Buonarroti 1475-1564 arquitecto, escultor, pintor, escritor
Guido Mazzoni antes de 1477-1518 productor teatral, pintor, escultor
Piero Ligorio 1500-1583 arquitecto, ingeniero, escultor, pintor
Giorgio Vasari 1511-1574 escultor, arquitecto, pintor, escritor
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Narrativa
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 11/05/2010 a las 09:54 |