Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Ha amanecido raro.
Con un dolor de espalda antiguo.
Tengo temor.
Uno de esos días.
Veré si lo puedo superar.
Si hago algún esfuerzo.
O si no hago nada y dejo que el día transcurra.
Aguantando.
Queda tiempo.
Queda mucho tiempo.
Ahora le toca a Violeta asumirlo.
Le será difícil.
Ya lo es.
Por eso, fundamentalmente, ha amanecido raro.
Es miércoles y me siento culpable
de todo lo que cree que ha perdido.
Y es muy complicado explicar que nada se pierde
porque nada se tiene (también me es complicado entenderlo. También me esfuerzo en entenderlo).
A lo mejor alguna filosofía oriental
tan falsa como cualquiera occidental no hay más que ver cómo se enfrentan en Tailandia.
O cómo se matan en la India.
O cómo ajustician en la China.
No conozco lugar en la tierra donde no exista la barbarie.
Luego está la literatura y los hombres que saben escribir el sentido común. Otra cosa es practicarlo.
Esta mañana del quince de abril
me hace temer.
El día gris tras los cristales sucios. La lejanía. El no canto de los pájaros. El movimiento de la gran ciudad. Las horas que van pasando y se acerca ya el momento de irla a buscar. Un poco vagabundos sin la gracia melancólica de Charlot.
Había construido algo hermoso.
Reconozco la dificultad para aceptar que ya no existe.
A mí también me cuesta.

Ensayo

Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 15/04/2009 a las 10:12 | Comentarios {0}


Apócrifo atribuido a Isaac Alexander


No estará de más sencillamente deleitarse con las definiciones. Quizá se pueda atribuir al inconsciente la elección de la palabras o incluso el tomo elegido para encontrarlas.

Paladear: Poner al recién nacido miel u otra cosa suave en el paladar, para que con aquel dulce o sabor se aficione al pecho, y mame sin repugnancia ni dificultad. Parece que no me diste leche sino vinagre y que no me paladeaste con miel, como suelen a los otros niños, sino con hiel y con acíbar. (Fray Cristóbal de Fonseca, Vida de Cristo).

Palillo: Figuradamente se llama la conversación, especialmente la que se tiene después de comer. Es tomado de que se quedan con el palillo mondándose los dientes.

Palomo (Tipos de ): Argentado, azafranado, azul, bayo, botafogo, filacotón, gabino tostado, gabino vero, mongín, pelo de canes, pelo de ratón, overo, royo, tenado, xalandrino.

Palpar la ropa: Frase con que se explica que algún enfermo está en los últimos términos de la vida porque esta acción , hecha entonces sin deliberación, es señal mortal.

Pan de perro: Metafóricamente vale daño o castigo que se hace o da a alguno. Es tomada la alusión de que en el pan suelen darse a los perros lo que llaman zarazas, para matarlos.

Panetela: Especie de sopa, con papas, que se hace con caldo, pan rallado y azúcar, que mantiene mucho, y es muy útil para los que padecen del pecho y personas delicadas. Hácese también de otras maneras, aunque comúnmente siempre entra el pan rallado, por lo que se le dio este nombre. Todo el toque de esta panetela está en que ha de salir muy blanca. (Francisco Martínez Montiño, Arte de Cocina).

Paparrasolla: Nombre inventado para poner miedo a los niños, para que callen cuando lloran. Covarrubias en su Tesoro de la Lengua Castellana dice Paparesolla y que se formó del nombre Papo y el verbo resollar; porque resollando con él les amedrentan.

Papialbillo: Especie de comadreja. Tiene el color entre azafranado y negro, que inclina a castaño oscuro. El cuello por debajo del tragadero es blanco, por lo cual le dieron este nombre. El pellejo es oloroso y parece que tiene almizcle. Se domestican fácilmente, si no los enojan, y cuando viven en los campos tienen el estiércol algo oloroso. Algunos le llaman patialbillo. Fuera de éstas hay otras especies de comadrejas a las cuales llamamos en Castilla Papialbillos. (Gerónimo de Huerta, Traducción de la Historia Natural de Plinio lib. 8 cap. 55)

Ensayo

Tags : ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 08/04/2009 a las 16:35 | Comentarios {0}


Pareja
Pareja
En su página, leve de intensidades, repleta de evocaciones, siempre sugiriendo, siempre anunciando sin anunciar. En Luz en la Ventana (pero luz tras los visillos, ¡no persianas, no! blancos, luz de mesa, luz indirecta, mediante la cual un mirón bienintencionado puede alguna noche ver la silueta de una mujer y un hombre que trajinan por el espacio que la luz apenas ilumina hasta que en un punto de unión o de amor se llegan el uno a la otra, él la agarra por el talle y le besa dulcemente el pecho y ella -casi silueta- echa la cabeza hacia atrás y esa luz, esa luz en la ventana, ilumina un suspiro, ilumina un alivio, ilumina una escena que la osadía del ser humano fue convirtiendo en lo que hoy llamamos hacer el amor) invita Raúl a Rosa Montero para que nos entendamos nosotros y sugiere el texto una posible explicación sobre la relación entre un hombre y una mujer y elige una comparación en verdad hermosa, atrae con ella dos elementos en principio alejados como los inuis y las parejas. La pareja que se mantiene, la pareja que construye un espacio que los ampare frente al terrible mundo que afuera aguarda.

Yo ya no tengo una idea clara sobre ninguna de las relaciones humanas. Siempre he sentido el amor como una construcción (quizá sea la construcción del iglú) algo difícil de hacer sobre todo cuando no se conocen los planos, cuando no se sabe qué se va a construir, si saldrá un puente o una carretera o un precipicio o una mina. Amar es construir el presente. Amar es construir un diagrama de Venn donde la intersección de los dos conjuntos puede abarcar más o menos de cada uno de los conjuntos (y no sé si abarcar más es amar más o si quizá sea lo contrario el buen amar, es decir, cuanto menos necesidad de abarcarse más amplio será el amar). No sé si se puede equiparar amar con pareja. No sé si ese binomio Amar/Pareja es así de evidente. Tan evidente como parece.

Quedarse o irse no anticipa nada. No resuelve nada. Quedarse o irse no son sinónimo de victoria y fracaso (respectivamente). Hubo los que se quedaron y rompieron a llorar sin soltar una sola lágrima. Hubo los que se fueron y sintieron un grato cosquilleo en el estómago y ni siquiera tuvieron la necesidad de sonreír.

Si amar fuera una manera de construir (admito de antemano que puedo estar equivocado) pudiera ocurrir que uno de los amantes viera en lo construido un edificio de la Bauhaus y el otro viera el prototipo de un robot. O que los dos vieran lo mismo y les pareciera tan espantoso (que por ejemplo vieran una finca pantanosa, llena de arenas movedizas, habitada por serpientes y sapos) y decidieran vender la finca poniéndose en venta, de nuevo, ellos mismos. O pudiera ser que ambos vieran un hermoso iglú, llenos de comodidades, repleto de confort mientras fuera una ventisca arrasa el mundo desierto. O también pudiera ocurrir que la construcción los dejara ciegos, ciegos para siempre sin posibilidad de volver a construir a no ser palpando cada elemento de la nueva construcción.

La pareja tiene anchas las espaldas y oculto -en muchas ocasiones- el corazón.

Termino volviendo al principio, acogiéndome en la suave Luz en la Ventana. Yo soy el mirón y ahora veo a un hombre construyendo esperanzas.

Ensayo

Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/03/2009 a las 18:26 | Comentarios {0}



La clave del destino estaba en que el mundo se revelaba dotado de estructuras y regido por unas leyes. Las técnicas adivinatorias consistían en descubrir los signos que luego eran descifrados mediante ciertas reglas tradicionales. Si se lograban descifrar los signos se podía conocer el futuro. Dicho de otro modo: se lograba dominar el tiempo. Este pasado del que escribo es de hace cuatro mil años, de cuando Marduk era el dios y los hombres vivían en ciudades que constituían el imago mundi. Babilonia era una bâb-ilâni, una puerta de los dioses...

Azar, Destino y Carácter (2) El Destino

Ensayo

Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/03/2009 a las 21:03 | Comentarios {0}


Así me ronda este título. Sin saber qué quiero decir con él. Sería a lo mejor que cuando algo es una obviedad es inútil añadir nada más. Sería quizá un anhelo de que el gato pudiera en algún momento confundirse con un perro. O que el perro maullara.
O que viven en la casa en la que ahora vivo dos gatas y un perro y hay veces en que...
No lo sé. Me decía Raúl, Pues pon el título y no escribas nada más. Pero a mí eso de ponerle un título al vacío me resulta tan insensato como darle a lo conocido el nombre de Dios. A lo mejor es una metáfora. O tengo miedo de que un gato sea un perro y yo no me hubiera dado cuenta no sé cuándo ni dónde.
Entonces, quizá, sería mejor poner el título entre paréntesis: ¿Un gato no es un perro? Ahora que lo escribo de esta forma siento lo pretencioso de esa interrogación. Por supuesto, me digo, que un gato no es un perro y al afirmarlo tan categóricamente me sacude un poquitín de tristeza.
Estoy inquieto.

Ensayo

Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/03/2009 a las 12:53 | Comentarios {0}


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