En septiembre de 2022 no siento a las personas como hace cuarenta años.
La mañana se ha nublado. Han caído unas gotas.
Las personas. La etimología de la palabra persona. El desvelamiento. Ojalá.
Una nueva postura mientras escribo a la que obliga la silla nueva en la que me siento. Hago pruebas (probablemente volveré al viejo modo).
Persona (¿habré escrito ya esta etimología en estas largas memorias de mi fantástica?): tomado del latín persona 'máscara de actor', 'personaje teatral' y de ahí 'personalidad, persona'. (Diccio. Cri. Eti. J. Corominas- y J.A. Pascual).
Nos denominamos con el término que en primera instancia señala la máscara de un actor y en segundo lugar a un personaje. Somos máscaras de lo que somos. Somos personaje de un drama que es la trayectoria vital de cada cual. En nuestra vida no somos esa vida sino un personaje de ella.
Ahora he de cocinar. Se ha hecho tarde. No sé si cuando vuelva sabré seguir el hilo de estas reflexiones mañaneras que surgieron cuando empezaron a caer las primeras lluvias de septiembre y hube de recoger la colada a toda prisa mientras aspiraba ese aroma dulce que parece emanar la montaña al ser mojada.
Son las cinco de la tarde. Todo está nublado. No cantan los pájaros. A lo hora de la comida sonaron ruidos de motor. La conexión hipocampo/amígdala.
No hay unanimidad entre los neurólogos acerca de si el cerebro tiene áreas especializadas o no. Eso siento. ¿Un recuerdo se crea cada vez que se recuerda?
Personas, decía, máscaras que intentan ocultar que tras ella tan sólo hay un rostro que alberga un gesto (como curiosamente también la máscara). Somos, a lo sumo, dos gestos (pues se podrá dar el caso en que el gesto de la máscara y el gesto del rostro que la lleva sean el mismo).
Ahora he de volver a los campos de la Arcadia y dejarme invadir por los amores subidos de tono entre ninfas y pastores para poder extraer el jugo (al modo alquímico) que sea la quintaesencia de una forma de vivir. Tendré que acudir a mis evocaciones de ninfas y sentirme bello muchacho que ve pacer a su rebaño mientras soy objeto del deseo de una mujer que podría tener alas.
Personas, pienso. Personas que ahora mismo están en cualquier parte del mundo con su máscara puesta frente a otras máscaras. Personajes del gran teatro del mundo. Casi todos (por aceptar humildemente las enseñanzas de Wittgenstein) títeres... en esta hora de la tarde. Ahora sí en silencio. Me acompaña la brisa que entra por la ventana y que acaricia con frescor mi hombro izquierdo.
También somos tacto.
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Ensayo
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/09/2022 a las 13:59 | {0}