Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

El título, la forma y en cierto sentido el espíritu de estos textos se inspiran en el libro Je me souviens de Georges Perec que a su vez se basa en los textos de Joe Brainard recogidos en su libro I remember.


Grabado de la Suite 347 de Pablo Picasso. 1968
Grabado de la Suite 347 de Pablo Picasso. 1968

311
Me acuerdo de que a los trece años María Luisa me dijo que no quería salir conmigo pero que le gustaría mucho ser mi amiga. Yo estaba aún con la escayola de la última operación: una triple artrodesis.

312
Me acuerdo del primer libro de ensayos que me compré, El cristianismo y la lucha de clases de Nikolái Berdiáyev. 

313
Me acuerdo de un viejo loco que me quiso asesinar en un pueblo francés del Midi.

314
Me acuerdo del sonido de las campanas de una iglesia de Paris poco antes de entrar en el Mémorial de la Shoa, 17 rue Geoffroy-l'Asnier en le quatrième arrondissement.

315
Me acuerdo de Osamu secando lenguados en la cuerda de tender la ropa en su casa de Florencia.

316
Me acuerdo de Fernanda tras pasar la frontera de Ventimiglia. Nos hemos conocido esa misma tarde en el tren que nos lleva desde Florencia hasta Madrid. En la madrugada apagamos la luz del compartimento. Estamos sentados el uno al lado del otro. Ella apoya su cabeza en mi hombro y me tapa con su rebeca. Yo tomo su mano por debajo de la rebeca. Ella hace un gesto de acurrucarse.

317
Me acuerdo de una tarde en la Masía de Lidia. Fernando y yo jugamos a las palas desnudos. En un lance del juego me da con la pelota en un huevo. Me retuerzo de dolor mientras Fernando, Lidia y Gabi se mueren de risa.

318
Me acuerdo de Gabi en la misma Masía. Está tumbada sobre una mesa tomando el sol. Desnuda. Con las piernas flexionadas y abiertas. Tiene un coño precioso, húmedo, palpitante.

319
Me acuerdo de empujar a Alfonso para sacarlo de una corriente marina que lo está alejando de la playa. Alfonso no nada bien. Todos los demás se han alejado. Consigo sacarlo.

320
Me acuerdo de mirar la luna desde mi cueva en cala Fustán. Llevo más de una semana absolutamente solo. Es septiembre. Hablo con la luna y con las olas del mar.

321
Me acuerdo del sonido de la cadencia de mi nado a espalda en la piscina del Canoe. 

322
Me acuerdo de la ausencia de pecho de María la murciana. Sus pezones en cambio son dos puntas de lanza deliciosas para chupar.

323
Me acuerdo de Caroline que me dice al oído, Tienes mil cuerpos. Estamos en su casa de Caen.

324
Me acuerdo de Elias riéndose con mi acento francés.

325
Me acuerdo de ir en el tren camino de Caen desde París donde Caroline y yo hemos estado un fin de semana. Durante el trayecto corregimos exámenes de español de sus alumnos. 

326
Me acuerdo de estar sentado en Le Jardin de Luxembourg mientras espero a que Caroline llegue desde Caen.

327
Me acuerdo de una funcionaria de la Casa de la Moneda que llamaba a un programa radiofónico que co-presentaba junto a Tato. Se emitía desde Radio 3. La funcionaria me quería conocer. Me contaba, fuera de antena, que no podía llamar desde el trabajo pero que no podía evitarlo. Trabajaba en el segundo sótano de la Fábrica de Moneda y Timbre. Desde allí llamaba. Aún no existían los teléfonos móviles.

328
Me acuerdo de Carmen que fue la primera mujer que hizo que me corriera con una mamada.

329
Me acuerdo de Lidia un mediodía. Yo vuelvo a España. Ella se queda trabajando unos días más. Tengo cinco minutos para despedirme de ella. Lidia se da la vuelta, se levanta la falda, se baja las bragas y me dice, Empecemos ahora y terminemos en Madrid. Así lo hicimos.

330
Me acuerdo de no querer partirle el brazo a un loco arriesgándome con ello a que la cosa acabara peor.

331
Me acuerdo de un atraco con escopetas recortadas en un bar de la plaza del Carmen en Madrid. Estoy con Carlos. Los atracadores nos meten a todos en los servicios y hemos de salir uno por uno y darles todo lo que tengamos. Carlos, mientras esperamos nuestro turno, me quita un aro de oro que llevo en la oreja para que los atracadores no me lo arranquen.

332
Me acuerdo de Osamu al que he acompañado al Mercado de San Lorenzo. El pescadero lo saluda efusivamente. Osamu es un buen cliente. Quiere mejillones. Osamu coge mejillón a mejillón y lo golpea, levemente, contra la piedra; luego se lo acerca a la oreja y lo escucha. Así sabe Osamu si el mejillón sigue vivo o ya está muerto. Osamu es hijo repudiado de un shogun. Cuando lo conozco sobrepasa los sesenta años.
 

Memorias

Tags : Recuerdos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 07/04/2021 a las 13:59 | Comentarios {0}



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