Mosquita muerta es el pseudónimo que utiliza Pablo Molviedro Ichaso -discípulo aventajado de Isaac Alexander- para lo que él ha titulado Crónicas del presente, una serie de artículos sobre el mundo de hoy (sea lo que sea hoy/mundo/presente/crónica)
La tirada de un dado muestra la imposibilidad de saber el estado presente del universo.
No vayas titula Yazoo uno de sus temas. Es un grupo de los ochenta. Los que seguían la senda de un grupo alemán llamado Karftwerk. Quizás Yazoo fueran un poco más comerciales, al fin y al cabo eran hijo de la mercantil Albión.
En esa incertidumbre de la tirada del dado. En ese mirar atrás y ver un ligerísima variación se basa la gran inexactitud de la teoría del caos a la que hacía referencia en El Jilguero (si clicas sobre él accederás al artículo). No son por lo tanto idénticas las vidas de los ochenta que las vidas de los diez del nuevo siglo. Esa ligera variación es lo que el hombre de occidente, aún mecanicista, llama progreso.
Veo una serie televisiva sobre jóvenes de esta añada -Euphoria- que está causando estragos en las conciencias de muchos padres (o eso dice la propaganda o crítica) y realmente si nos colocamos en la gran corriente contracultural de los años sesenta podríamos llegar a la conclusión de que la variación es mínima. Incluso si retrocedemos a los años veinte veremos que ese mundo de la psicodelia es una herencia que viene incluso de antes, que podría venir del último tercio del siglo XIX cuando los artistas, intelectuales y pueblo llano se ponían hasta el culo de absenta, láudano y opio.
En Euphoria es cierto que hay una variante que muestra bien a las claras uno de los síntomas de la decadencia de la civilización occidental: la destrucción como única razón para traspasar estados de conciencia. (Otro de los síntomas de la decadencia de la civilización occidental es la cuasi sacralización de la comida). Estos jóvenes de un pueblo de los Estados Unidos retratados por creadores de series que enganchen al público made in HBO, no parecen tener ni siquiera un secreto afán de trascendencia con su adicción. Sencillamente parecen desafiar a uno de los estados que más aterroriza a un joven cachorro humano: el tedio.
Esa ligera variante -como podría ser una leve irregularidad en la mesa sobre la que se tira el dado- impide conocer el estado presente del universo de esos jóvenes y al mismo tiempo puede ser la inexactitud que lleve a consecuencias deseables para este observador algo escéptico: que la humanidad se vaya por fin a la mierda y en ella se diluya y en ella desaparezca y de nosotros sólo quede un rastro marrón con aroma de vertedero.
No vayas titula Yazoo uno de sus temas. Es un grupo de los ochenta. Los que seguían la senda de un grupo alemán llamado Karftwerk. Quizás Yazoo fueran un poco más comerciales, al fin y al cabo eran hijo de la mercantil Albión.
En esa incertidumbre de la tirada del dado. En ese mirar atrás y ver un ligerísima variación se basa la gran inexactitud de la teoría del caos a la que hacía referencia en El Jilguero (si clicas sobre él accederás al artículo). No son por lo tanto idénticas las vidas de los ochenta que las vidas de los diez del nuevo siglo. Esa ligera variación es lo que el hombre de occidente, aún mecanicista, llama progreso.
Veo una serie televisiva sobre jóvenes de esta añada -Euphoria- que está causando estragos en las conciencias de muchos padres (o eso dice la propaganda o crítica) y realmente si nos colocamos en la gran corriente contracultural de los años sesenta podríamos llegar a la conclusión de que la variación es mínima. Incluso si retrocedemos a los años veinte veremos que ese mundo de la psicodelia es una herencia que viene incluso de antes, que podría venir del último tercio del siglo XIX cuando los artistas, intelectuales y pueblo llano se ponían hasta el culo de absenta, láudano y opio.
En Euphoria es cierto que hay una variante que muestra bien a las claras uno de los síntomas de la decadencia de la civilización occidental: la destrucción como única razón para traspasar estados de conciencia. (Otro de los síntomas de la decadencia de la civilización occidental es la cuasi sacralización de la comida). Estos jóvenes de un pueblo de los Estados Unidos retratados por creadores de series que enganchen al público made in HBO, no parecen tener ni siquiera un secreto afán de trascendencia con su adicción. Sencillamente parecen desafiar a uno de los estados que más aterroriza a un joven cachorro humano: el tedio.
Esa ligera variante -como podría ser una leve irregularidad en la mesa sobre la que se tira el dado- impide conocer el estado presente del universo de esos jóvenes y al mismo tiempo puede ser la inexactitud que lleve a consecuencias deseables para este observador algo escéptico: que la humanidad se vaya por fin a la mierda y en ella se diluya y en ella desaparezca y de nosotros sólo quede un rastro marrón con aroma de vertedero.
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Tags : Mosquita muerta Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 02/07/2019 a las 18:16 | {0}