Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

No visto. Eso diría. Las vacas se han echado monte arriba. Blanche, la mastina, en la vía pecuaria. ¡Merdre! No espero nada. No espero a nadie. En la noche todo se desvanece. Todo es noche desde hace un tiempo que no consigo medir. ¡Merdre! ¿Por qué me hace gracia? ¿Por qué me fijo en una frase de Molloy en la que el personaje se muestra seguro de haber nacido por el agujero del culo de su madre? ¿Por qué se hizo la noche y no volvió el sol? ¿Qué es el sol? ¿Es una metáfora de la vida? o ¿es una realidad física? Sobre quién se lo pregunte escribo. Sobre el que se lo pregunte de los que conforman eso llamado Yo. Lo que para ella o él o ambos o proporciones diferentes de ambos, tenga el valor que se quiera ese detalle. Ello/Yo ¿Cómo llamarlo? Eso, digo, sol, pienso en el sol, quería saber qué significa sol en este contexto y qué noche, incluso saber, explicarme porque el día lo englobo en el término sol y no hago lo mismo con el término luna para significar la noche en su totalidad.
Nada de todo esto me repele. Juraría que tengo buen corazón. Quien se lo quedó lo sabe. Quienes se lo fueron quedando. Perder la vida por delicadeza. A eso me lleva la idea de perder el corazón en otros. Olmo no voy a maldeciros. No es mi estilo. Nunca tuve estilo. No quiero maldecir no vaya a ser que como le pasó a mi última mujer, la maldición se convierta en bendición. No hay que hacer esas cosas, me digo, de nuevo frente a la piscina, en este mes de agosto, sin saber por qué he vuelto aquí, ni quién me ha contratado, sólo sé que he de estar todo el mes, de nuevo, vigilando la casa de los cuadros los cuales pertenecen a un señor muy rico y muy viejo que vive muy lejos de aquí. Imagino que llegué el primer día de agosto. El jardín está muy verde. El agua de la piscina está muy azul y muy bien clorada. Sé que no son ésas mis funciones. El jardín y la piscina son espacios que corresponden a una empresa de mantenimiento. Los miércoles. Hoy. Los miércoles vienen dos jardineros, ambos extranjeros y con unos rostros en los que se entremezclan gestos de rencor, temor, cansancio, explotación, aturdimiento, calor, instintos homicidas. ¡Merdre! Anoche vi la salamandra en lo alto de la pared del porche trasero.
¡Cómo me arrepiento de no haber escrito ayer! Al segundo día. ¿Desde cuándo? ¡A dónde? ¿Cómo? El sótano. Otra vez el sótano.
 

Narrativa

Tags : Olmo Dos Mil Veintidós Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/08/2022 a las 17:09 | Comentarios {0}



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