Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Cuando leo palabras
que no entiendo
escucho su secreto


Miscelánea

Tags : Meditación sobre las formas de interpretar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 30/11/2013 a las 13:49 | Comentarios {4}



¿Vas a venir, viejo marinero? ¿Traerás en los alrededores de tu mirar los vientos y la sal?
Sabes que en mi cama tu lado es una tumba sin cerrar y cuando la brisa, en la anochecida, entra por la ventana abierta y conmueve, levemente, los piegues sin peso de la sábana, yo siento el escalofrío de la ausencia de tus brazos y la áspera y delicada caricia de tus manos asidoras de maromas.
¿Escucharé pronto la sirena cuyo sonido hizo pensar a Durrell en paridoras de planetas? ¿Escucharé pronto el quejido de las viejas cuadernas de tu nave vieja? ¿Escuchare pronto, muy pronto, tus pasos por el muelle de madera y tu voz ronca pidiendo en la taberna el trago que te devuelve a la tierra?
¡Oh, viejo y rudo marinero! ¡Oh, amante mío que convierte mis brazos en olas, mi boca en espuma y mi sexo en mar! ¡Ven, vuelve pronto, que me estoy quedando seca!
¿Oigo en la tierra tu huella? ¿Se levanta el brezo a tu paso y esparce la jara sus quimeras? ¿Maúlla la gata tu presencia? ¿Olisquea el perro el salitre de tus trenzas? ¿Se impacienta la yegua? ¿Cornea a la luna el toro tu presencia?
Rudo, varonil, mundano marinero quiero escuchar tus historias de ultramar y quiero entre tus besos que rememores el encuentro con el calamar gigante y la vez que hubiste de varar en una isla que no estaba en lo mapas y siguió sin estar. ¡Cántame, amor, las nuevas canciones de los pueblos primeros mientras mi cuerpo navega por el tuyo y accedo a tus axilas y al vello de tu pecho y a la cicatriz escondida entre el muslo y tu gónada derecha! ¡Dulce cicatriz, dulce lugar de tu semen fresco! ¡Dame a beberlo pronto, marinero, que muero en esta habitación baldía si tú no estás! 

Summer interior Edward Hopper
Summer interior Edward Hopper

Poesía

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/11/2013 a las 16:44 | Comentarios {0}


Yo no quisiera para los hijos de Jorge Fernández Díaz, ministro del Interior de esta España podrida, las cuchillas.
Tampoco que el padre de Rafael Hernando, diputado en el Parlamento de la nación por el Partido Popular,  fuera enterrado en una cuneta y no pudiera darle una sepultura digna. Ni quisiera que un político del Partido Popular de España, dijera de él o de cualquiera de los muchos familiares que buscan aún a sus antepasados en las cunetas que "Ahora se acuerdan de su padre o de su abuelo o de su tía porque se dan subvenciones".
Sinceramente no, no lo quisiera pero les deseo que un día sueñen lo siguiente y que además sea en un sueño en el que sueñan que se despiertan:

Jorge Fernández Díaz se encuentra ante un gran muro. Tras él están sus hijos y su mujer. Lo han perdido todo en su país. Tras ellos hay un desierto. Ante ellos una esperanza (aunque sea vana. En realidad toda esperanza es vana). En lo alto del muro hay alambradas con cuchillas. Cuchillas bien afiladas. Él y su familia están sucios. A mierda huelen. No han podido lavarse a lo largo de los tres mil kilómetros que han tenido que recorrer hasta llegar al muro coronado de cuchillas.  Jorge Fernández Díaz y su familia saben que tras el muro hay agua. Agua. Sólo queda escalar el muro. Llegar a lo alto. Soportar los cortes de las cuchillas bien afiladas en las piernas, en los brazos, en la cara o en el pecho o en los cojones o en el coño de su mujer, de sus hijos y en los suyos. Sólo eso. Cortes de cuchillas en sus carnes para poder beber agua. Jorge Fernández Díaz coge a su nieta a de siete años a sus espaldas y es el primero en iniciar la escalada. Los demás le siguen. Gritos. Gritos que han de acallarse para que las fuerzas de seguridad no acudan. Y sangre. Sangre. Sangre para poder beber agua.

Rafael Hernando, en el sueño en el que sueña despertarse, es un rojo. Tiene diez años. Desde una distancia que se le hace insoportable, agarrado por los hombros por su madre a la que han rapado el pelo y violado hasta el vómito los cruzados por Dios y por la Patria, ve cómo su padre es arrastrado por los rebeldes y junto a otros doce hombres es asesinado de un tiro en la nuca. Sin pérdida de tiempo los que morirán tras los trece primeros cavan una fosa y los tiran allí, junto a un camino de tierra que con el tiempo se convertirá en carretera. En el sueño se produce un salto en el tiempo, Rafael Hernando contempla el paisaje donde su padre fue asesinado. Sabe el lugar exacto donde se encuentra. Su madre, aún viva, sólo desea que su marido sea sepultado en camposanto porque aunque roja su madre es cristiana. Entonces escucha a un hombre que es igual a él, que se llama Rafael Hernando y representa a los ciudadanos  de su país, le escucha, con su misma voz y su misma sonrisa, decir con ironía y desprecio: "sólo se acuerdan de su padre cuando hay una subvención para desenterrarlos" .

Y quisiera que luego despertaran con el sudor frío del terror en sus espaldas, en su nuca y en su alma y que a lo largo del día, cuando paseara por la calle, sintiera Jorge Fernández Díaz que el estigma del inmigrante que necesita seguir viviendo, del ser humano que tiene derecho a vivir honradamente, sea donde sea, en esta tierra que es de todos, estuviera en su frente; y que Rafael Hernando creyera seguir teniendo en su boca la impronta que provoca la injusticia y que le produjera tal aliento fétido que nadie se acercara a él.

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/11/2013 a las 20:26 | Comentarios {6}


Boceto




Muñeca (maraña de huesos tan precisos)
Giro entonces (en el centro de la mar)
Náusea (de ver y no ver, sometidos al vaivén y la apariencia)
Como la voluntad simple (la del ser unicelular)
Y el intelecto secundario (alma de pupa)
Sueño de la razón (o decadencia)
Planicie ve (la curva del mundo)
Una silueta que recorriera haz y envés (Bach sería)
A través de las distancias (en la duermevela una noche de otoño con el frío asomado al embozo)
Quisiera, grita (y es el silencio)
Está cerca (exclama y sabe que el último tramo está a la vista)
Y es el gozo (de haber vivido)
Y el consejo del amigo (termina lo que hayas de hacer. Queda ya poco)


Poesía

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/11/2013 a las 11:28 | Comentarios {0}


Lo interesante no es alguien que te diga qué es lo que debes saber sino qué es lo que no es importante saber


... entonces veo unos golpes de lluvia en el cristal del coche (ya he dejado atrás la ciudad y sus arrabales) y también veo un tramo de carretera. Sólo un tramo. ¿Quién ve más de un tramo, sólo un tramo de vida cada vez? Sólo unos ojos, un golpe, un centro comercial, una curva, la cadera, la iluminación de una gran sala de conciertos. Siento en el tramo de la carretera que veo, en unas balizas, en el encuentro con los policías de la ruta, en un puerto sin altura, en un desnivel que imagino bajándolo en bicicleta, para hacerme una idea (una cada vez) de cuánto debe sufrir un ciclista profesional subiéndolo -es un desnivel del 5%-, en la llegada a la ciudad nueva; siento en el descubrimiento de la dirección, en la calle que camino, en el particular acento de los habitantes, en mi torpeza mundana cuando entro en la habitación del hotel y las luces no se encienden y aviso a recepción y me dicen que he de introducir la llave -siento que ellos dicen llave, dicen eso, dicen también ellos llave- que no es por supuesto una llave sino una tarjeta magnética, que he de introducirla en una ranura, yo había pensado antes en la ranura, me había fijado en ese artilugio que no sé cómo funciona pero sé cómo usar, para que la luz funcione. Y la luz funciona; yo siento cuando tomo el autobús y llego al congreso al que voy a asistir porque tengo que asistir a congresos, porque es bueno asistir congresos, porque soy un hombre que al asistir a un congreso sale de casa y tengo que salir de casa y sólo cuando salgo de casa me doy cuenta de mi torpeza mundana y de mis tantas torpezas, ¡que valientes -pienso- las personas que salen todos los días de casa! aun a costa de sus torpezas, sometiéndolas al escrutinio público; yo siento cuando llego al congreso y la recepcionista joven y amable y que debe hacer su trabajo, lo debe hacer bien y porque sabe que lo debe hacer bien no lo hace tan bien porque si no seguro que lo haría estupendamente, me dice que no estoy en la lista de asistentes, yo siento -sólo una cosa cada vez- sonrisa en mi interior y que me digo para mis adentros, sí estoy y voy a aparecer ahora mismo. Tranquiliza a la muchacha y le sonrío y acude otra joven recepcionista en su ayuda y al final me encuentran y aluden a mis apellidos compuestos y además vascos y me entregan una bolsa cargada de regalos y me digo de nuevo para mis adentros, Estoy porque estoy siempre en este mundo y estaré siempre porque formo parte de la voluntad del mundo y la voluntad del mundo quiso para mí que estuviera y que fuera consciente de ser; siento cuando atravieso los controles; siento cuando me siento en una butaca junto al pasillo en el auditorio tan moderno; siento, digo, siento algo, algo en mí, algo sin nombre.

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 20/11/2013 a las 23:11 | Comentarios {0}


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