Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
El Beso
El beso, sometido a la carnalidad, aumenta su capacidad de agua. Vaga entre los labios. Labios aún cerrados.

Al mirarse el beso se encendió en sus bocas.

Y se besaron.

¿Cuál es la intrahistoria del beso?

¿Cuándo se acercaron las primeras bocas en un ansia, enamorada y caníbal, de comerse con los labios al otro?

El beso escalofría el cráneo y pone en punta todo el vello de los brazos. El beso acusa su presencia en los pulmones. El beso detiene pesares y aligera pasiones. El beso hace soñar a los músculos de la boca que en ellos estriba la plenitud.

El beso largo, el beso con la lengua, el beso en cuya maniobra la lengua entra en la otra boca y juega con el paladar, con los dientes y con la parte posterior de las encías; el beso, cuya lengua llega hasta la campanilla, hace sonar en el cerebro de los amantes la música para violonchelo solo de Juan Sebastian Bach.

El beso largo. El beso tumbados en la cama. El beso a media luz. El beso con ganas.

Ese tiempo de beso que luego muestra sin recato su pasión en forma de enrojecimiento del contorno de los labios. Ese tiempo de beso en las bocas frescas, recién lavadas, con olor a hierbabuena, de salivas alegres que traspasan sus esencias como si se mudaran de casa. Ese tiempo de besos que es en realidad una larga cadena de besos más cortos, algunos muy cortitos, que van puntilleando el deseo del otro y van humedeciendo el cuerpo entero hasta que el sudor, el flujo, el semen, la sangre, la linfa y todo el medio interno se conjugan en una única dirección.

Bésame.

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 08/09/2009 a las 19:32 | Comentarios {0}



Sobre la catedral hay una cigüeña. Está haciendo un nido y mira hacia todos los lados como si esperara a alguien.

Giróvagos iban y volvían sobre sus pasos sin marearse nunca.

También un palomo se esconde bajo un coche.

El rastro del humo de un cigarrillo se quedó suspendido a la espera de que el sabueso de turno lo descubriera. Cuando ocurrió la estela del humo le llevó hasta el escenario del crimen.

La persiana no quiere subir por mucho que el hombre se empeñe en que suba hasta el final. El hombre tira de la correa y ésta, enfurecida, canta el Coro de los Esclavos.

Una hiena se ha puesto seria, ¡olé!

Las bailarinas, agarradas a la barra, se miraron de perfil su perfil. Estaban tan delgadas que el viento las traspasaba como los neutrinos atraviesan la tierra en su viaje a ninguna parte. La maestra ensaya un demi-plié y se parte la cadera.

El coro.

Levantisco el marinero miró el horizonte. La mar se había convertido en el mar. Quiso cantar para darse ánimos pero las olas le hicieron desistir. Rezó para encontrar la costa. Y la encontró.

En el salón de un olivar al que apodan de Castejón ensayan la lectura. Una vieja canción, algo sobre las mañanitas de abril. Ocurre así, lo juro, en el olivar al que llaman de Castejón.

El redoble dio fin e inicio en ese orden.

El pretérito imperfecto tiene enlazadas sus manos con la eternidad.

No, no voy a olvidarme del pretérito indefinido pariente de las madreselvas por parte de padre.

Atraída por la cálida voz de una mujer alemana viene por la montaña la manzana de Adán.

Peter Fox alegra si cliqueas sobre su nombre verde.

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/09/2009 a las 11:56 | Comentarios {0}


Joseph Adison parece un tipo curioso. Quizá se encontrara con Samuel Johnson por las calles de Londres cuando éste era aún un niño. Aunque ninguna referencia a este posible encuentro haya sido contada por Boswell en su Vida de Samuel Johnson.

Franck Guyon en su presentación del personaje lo muestra como un hombre de su siglo, enciclopédico, sagaz, casi pre-revolucionario: brillante estudiante en Oxford, viajero, poeta, autor teatral, hombre de Estado y creador o precursor de la crónica periodística actual aunque a este respecto hay algunos que otorgan semejante honor justamente a James Boswell. No entremos en controversias porque la razón, por lo menos en cuanto a cronología se refiere, cae del lado de Adison el cual junto con Richard Steele fundó en 1711 el periódico The Spectator mientras que Boswell publicó sus reportajes en la segunda mitad del mismo siglo.

Ces autres regards es el ensayo previo a la lectura de dos artículos de Adison. Franck Guyon con un texto ágil, interesantísimo, nos lleva por unos lugares que abren el apetito para leer a Adison en sus dos artículos sobre la disección: Précieux dont le crâne est disséqué y Coquette dont le coeur est anatomisé.

La traducción al castellano del término precieux no es fácil o se podría decir es delicada. Precieux, según Franck (el texto que se muestra es traducción del original inglés cuyo término a traducir al francés es beau) , ha de tomarse en el sentido moral de aquellas damas del siglo XVII que adoptaron una actitud novedosa y refinada con respecto a los sentimientos y con un lenguaje refinado (según definición del Petit Robert). A ellas dedica Moliére unas de sus obras, Les Précieuses ridicules. Bien, la traducción de precieux podría ser: Amanerado, afectado o (a Franck le parece sibilina y a mí, en castellano, me resulta graciosa) petimetre (en francés petit-maître). Por la parte alta de la estima se podría traducir precieux por el término inglés dandi pero entonces ¿por qué no poner el original inglés beau? Lo hermoso, en todo caso, es que el título en castellano puede ir, según mis escasos conocimientos, desde Petimetre cuyo cráneo está disecado hasta Dandi cuyo cráneo está disecado. Escribo dandi porque me parece la palabra más reconocible. En el diccionario de Julio Casares bajo el término Afectación aparece esta preciosa lista de adjetivos: Petimetre. Pisaverde. Lechuguino. Figurín. Virote. Gomoso. Paquete. Dandi. Niño gótico. Roto. Fifiriche. Caballerete. Currutaco. Dije.

El segundo título parece más sencillo de traducir, Coqueta cuyo corazón es diseccionado.. Estos títulos me recuerdan a los colores que escribí en Sensaciones los cuales no puedo ni siquiera describir porque nunca los vi. Son títulos (o nombres de colores) cuyo subtexto o cuya interpretación sugieren ya el ánimo a su lectura. Son títulos inteligentes.

Dos de las laminas del libro me parecen magníficas Wildes Herz de Birgit Dieker y una foto-fija de la película muda, en blanco y negro, K, de Jayne Parker.
Anatómica de Clemente Susini
Anatómica de Clemente Susini

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 30/08/2009 a las 11:41 | Comentarios {0}


Imágenes en el Metropolitano de Madrid
Es una mujer que hubo de ser guapa o más que guapa, bonita. Tiene el pelo cortado en media melena, muy rizado, castaño claro, peinado con raya ligeramente inclinada a su izquierda. Tendrá unos cuarenta y cinco años algo mal llevados (o llevados con pocas cremas), tiene muchas arrugas y sus labios son finos de edad. Es muy, muy delgada y todo en ella recuerda a una pajarilla bonita pero dejada y cuando cierra los ojos y coloca las dos manos extendidas sobre el bolso, con sus uñas largas y sin pintar y dormita de seguido estación tras estación como si no necesitara en absoluto la vista para saber cuándo ha de bajar, es igualita a un mirlo que anduvo cantando hace un par de veranos en un lugar donde viví.

También es una mujer pero ésta (una real hembra como diría mi tío Carlos) es muy morena, muy salvaje, tiene unas piernas larguísimas, un pecho exuberante (apenas me importa si implantado) y una mirada como acabada, trágica. No tendrá más de treinta y cinco años. Se diría que viene exhausta de algún lugar o que su vida le ha llevado hasta ese momento en el que sentada en ese vagón del metro todo le importa nada y lo único que quisiera es dormir y no soñar.

Un trío de muchachos, entre catorce y dieciséis años, llevan un perro metido en un bolso. No se sabe muy bien el sexo de cada uno de ellos, bueno quizá de uno sí, pero los otros dos son hermosamente hermafroditas. Frente a ellos se sienta un hombre negro bellísimo, con unos ojos de mirar intenso y una boca que muestra una perfecta armadura dental. Tendrá veinticinco años. Lleva una gran cantidad de equipaje, dos mochilas y un macuto militar. Con el viaja una mujer madura, de una mirada verde de alcohólica empedernida, llena de ternura y de curiosidad por todo lo que ocurre alrededor. También lleva equipaje. En un momento él y ella se comparan las venas de los antebrazos. La venas del muchacho son un prodigio de fuerza, de sangre corriendo poderosa. Surgen como largos ríos subterráneos. Las venas de ella son finas, delicadas, azulinas.

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/08/2009 a las 20:33 | Comentarios {0}


Plano del Monasterio de Saint-Gall. Año 820 d.C.
Plano del Monasterio de Saint-Gall. Año 820 d.C.
Cuando los germanos acabaron con el Imperio Romano, allá por el siglo V, se instituyó la era de la vida privada ¿Qué significa exactamente esto?

De lo grande a lo pequeño: tierras pequeñas, pocos vasallos, pequeños ejércitos, pocos aliados que en conjunto, si era necesario, se juntaban para hacer frente a un enemigo común.

Leyes no escritas. Leyes transmitidas por tradición oral. Hay un término que nombra al poseedor de las las leyes en la memoria: los rachimbourgs, verdaderas bibliotecas andantes y pensantes.

El robo de un tarro de miel por un siervo en el siglo XI estaba castigado con la pena de muerte. El asesinato de un hombre se castigaba con el pago de unas cuantas monedas de oro.

Un hombre poderoso se iba haciendo en su casa, fortificada, con una serie de vasallos que con el tiempo daría lugar a importantes puestos en las cortes europeas de los reyes absolutos. Nacen los senescales (palabra que procede del antiguo Alto Alemán, sinis kalk: el más viejo de los criados. Criados en el sentido de que desde niños estos futuros servidores del señor feudal son criados intramuros de su fortaleza. Se producen lazos más fuertes que los de la sangre. Lazos de honor y dignidad) los mayordomos (maior domus), los condestables, los sumilleres, los mariscales o los aposentados. Lazos y más lazos privados.

En la vida religiosa católica que a lo largo de los siglos V-XI va tomando más y más fuerza, surgen, como culmen de la privacidad y el recogimiento, los monasterios de la regla de San Benito, donde los monjes se obligan a mirarse hacía sí mismos sin eludir la tentación exterior en forma de peregrinos y necesitados que acuden a ellos en busca de cobijo o alimentos.

Debilidad del hombre solitario.

Cuando los sajones se instalaron en la región de Boulogne, construyeron aldeas de chozas rodeadas de un seto vivo de espinos llamado zaun. La palabra Zaun derivó en thun y de ahí, en inglés, se generó el término town, ciudad.

La belleza e importancia del huerto en la Alta Edad Media. El huerto es el espacio cerrado más querido en esta época.

Historia de la Vida Privada. La Alta Edad Media. Evelyne Patlagean y Michel Rouche. Tomo 2. Editado por Taurus

Narrativa

Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 05/07/2009 a las 10:26 | Comentarios {0}


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