Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
La mañana está acorde
Dime que es un vals y te creeré. Dime soberbia o mudez y levantaré -levemente, sí- la nariz
Sé que hay un emporio que me revuelve las tripas pero no sé muy bien cómo exponerlo sin que parezca mi voz una bicha vanidosa
El libre albedrío
Las notas que van puntuando un posible certificado
Constancias/Constantes por la alameda (que es un recuerdo de canción revolucionaria: Yo pisaré las calles nuevamente.../)
Ese removerse el cadáver en su tumba
O el crisol de una invención inútil
Que no quiero parecer un listillo
Que quiero ser humilde como la margarita blanca que vi ayer en el bosque y que mantenía sus pétalos abiertos (promesa de un sinfín de invernaderos)
Navego por el hombre que inventó un inmueble y pateo con acento gitano sus suelos de parquet
podría elaborar una bulería y quedarme tan pancho o sentarme en una silla y prodigarme en versos
Dejémoslo en trance de saxo o en turbamulta al correr de los años
Voy a fumar un cigarrillo y a expandirme por el sacrosanto mundo de los hechos triviales porque la almohada guarda la forma de mi perfil y el sesgo de mis opiniones tiende a hierba

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 24/05/2017 a las 12:13 | Comentarios {0}


Músculo antes de partir. Fotografía de Olmo Z. De la serie Espasmos. Fecha desconocida
Músculo antes de partir. Fotografía de Olmo Z. De la serie Espasmos. Fecha desconocida
Puedo llegar hasta la orilla verde y escuchar un blues tocado en una guitarra eléctrica
Puedo, soy, un negro de los bajos fondos de algún pueblo perdido de Louisiana y me vendo al por mayor en Canal Street
Sé decir a la luna que me enseñe las bragas y escupir lentamente la canción que nunca llegará al olvido
Puedo desenvolverme en esta mesa y aguantar la turba que crece en los cajones y aún así, aún pudiendo con todo
no puedo arrancarme la orquídea que me oprime el pecho
Puedo esconder la lámpara y aflojar todas las bombillas
Puedo no soñar con sótanos ni con casas laberínticas y me asusta cuando crecen mis uñas y no soy consciente de que el invierno pasa
Sé que el espejo miente
sé que la paja es amarilla
sé que el asfalto tiene una porción nada despreciable de alquitrán
y que el cuchillo significa algo más que una herramienta
Me siento, me sé sentir el muchacho del banjo y cuando el agua caliente cae a mi espalda algunas mañanas
establezco pronto la relación entre ese calor y un abrazo de mujer desnuda
Puedo desmayarme en el camino y cantar las notas de un viejo romance si a lo lejos he escuchado el grito de un animal al que no le deben de estar haciendo mucho bien y cuando una mujer pasa y me dice sonriendo qué agradable su canto y se aleja, soy capaz de llorar en silencio y escuchar el trino de los patos
Puedo desmelenar a un león
Puedo sacrificar mi biblioteca
Puedo sentir en mis dedos la pulsión que se ha generado en algún lugar de mi cerebro
Tan sólo no puedo arrancarme la orquídea que me oprime el pecho
Puedo barruntar esquelas y martillos
Puedo alardear de babas y tampones
Puedo mascullar tiros y sonrisas
Puedo manejar aspas, derribar tilos, amasar tinta y arrullar compactas masas de cilindros
Decido que la tarde tenga aire de jardín italiano y manejo al autor ebrio
La noche entonces se declara en huelga
La monja cuelga los hábitos en el campanario
Un coño se hunde por la colina
y grita alguien la paz del muerto
Puedo, puedo mirarlo
Puedo devanarme los hilos y hasta contarlos y dejar las tijeras sobre la mesa y mirar la palabra en el diccionario
y quemar las cenizas y abrochar con dulzura el último botón de la camisa
Tan sólo no puedo arrancarme la orquídea que me oprime el pecho
Es el ahogo al que puedo
Es la juntura a la que someto
Es la voz sin misericordia y sin clemencia de la que abjuro
O la bruja que tomó el anillo del que iba a ser embrujado y se convirtió en cigüeña
Todo este silencio es soplo de cristal
El hielo que se está desgajando de uno de los dos polos navegará por aguas tranquilas
y al cruzar el Cabo de Hornos, ¡hoy, cinco de abril de dos mil diecisiete! alguien se atravesará con un aro el lóbulo de su oreja
No voy a maldecir a las escolopendras aunque podría
Ni voy a someter a tortura el paño con el que me limpio el semen aunque podría
Ni voy a llamar al sol para que me queme aunque podría
Ni me voy a lamentar de la herida que se abrió en mi vientre aunque podría
Tan sólo no podría arrancarme la orquídea que me oprime el pecho
arrancarme la orquídea que me oprime el pecho
la orquídea que me oprime el pecho
que me oprime el pecho
el pecho
arrancarme la orquídea
tan solo no podría

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 05/04/2017 a las 00:11 | Comentarios {0}


Leo hoy que una persona que ha hecho comentarios sobre el presidente franquista Luis Carrero Blanco y su forma de morir -en un atentado de ETA hace más de 40 años ¡¡¡¡¡hace más de 40 años!!!!!- ha sido condenada a un año de cárcel y a siete de inhabilitación por la Audiencia Nacional. El año de cárcel si la sentencia se hace firme (imagino que la recurrirá ante el Supremo) no lo cumplirá pero los siete de inhabilitación -según sus palabras- le han arruinado la vida porque ella pensaba dedicarse a la educación -imagino que en centros de titularidad pública-. He leído muy por encima los comentarios que ha hecho esta señora y al leerlos lo que no entiendo es como no han sido llevados ante la justicia el arzobispo Cañizares (por incitar al odio con sus homilías) o el portavoz del PP Rafael Hernando cuando realizó frente a las cámaras de televisión unas declaraciones en las que tachaba de peseteros a los que querían recuperar a sus familiares asesinados por el franquismo -es decir: víctimas del terrorismo de Estado-.
Muchas veces la Reacción ha vencido a los Movimientos Progresistas, es cíclico y no me voy a poner aquí a recordar episodios de este cariz (historiadores tiene la historia). Vivimos una época retrograda, demócrata/fascista (mano de hierro en guante de terciopelo). Si tanto se cacarea la libertad de expresión, dejemos que la libertad se exprese y si no es así: ¡Señores retrógrados: quítense las caretas. Sus abuelos -por lo menos- tenían más cojones (perdón, seamos políticamente correctos) u ovarios que ustedes y llamaban a las cosas por su nombre y enterraban a sus enemigos en las cunetas de las carreteras o rapaban al cero los cabellos de sus enemigas. Ahora con las puñetas de sus jueces hacen callar a alguien que un día ¡Oh, escándalo! escribió: Kissinger le regaló a Carrero Blanco un trozo de luna y ETA le pagó el viaje. Ahora eso sí, el comisario Antonio González Pacheco, alias Billie el NIño, torturador de ciudadanos durante la modélica transición española, sigue en la calle tan pancho.
¡Váyanse a la Santa Mierda! Son ustedes la hez de eso que llaman justicia (¿podré escribir esto? ¿me meterán en la cárcel? ¿me llevarán a juicio? ¿me acusarán de terrorista?).

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/03/2017 a las 19:02 | Comentarios {0}


Rubén Darío, padre del modernismo español
Rubén Darío, padre del modernismo español
Explotar ahora. No escuchar más nota que una muy lejana. Explotar junto a la tristeza de los artistas del Madrid de los 20. Y junto a su hambre. Porque algunos no pasaron de ser un recuerdo en la mente de otro. Quedaron tantos agostados y coléricos en aquellas calles tardomodernistas. Quedaron congelados para siempre en los espejos concavos del Callejón del Gato. Cuando Madrid era algo más que un poblachón manchego y por sus calles paseaban Pío Baroja, Azorín, Villaespesa, el admirable Rubén Darío, Valle Inclán el homérico y su homenaje de años atrás Alejandro Sawa. Cuando Madrid provocaba en Gómez de la Serna greguerías y las buñuelerías eran cueva de ladrones y salón de poesía. Explotar ahora, sumergido en ellos.
¿De qué sirvió tanta hidalguía? ¿De qué sirvió vivir la vida como se vive el arte? ¿Cómo se vive el arte? ¿Quién te llamará artista? Eran los niños muertos en las aceras. Era el yernismo en el congreso de los diputados. Era la lengua viva, brutal, apalancada en las madrugadas. Era un cráneo privilegiado. Era Max Estrella acorralado entre guindillas y menestorosos. Era un obrero catalán condenado a la muerte. Era una puta con los ojos de Pastora Imperio. Ojos verdes inolvidables para Francisco Pérez de Ayala. Era una cohorte de poetas modernistas que tan sólo tenían versos para llevarse a la boca. Versos de otros. Mal aprendidos. Versos románticos de Espronceda y soflamas de Larra. Eran los tiempos de las huelgas. Eran los tiempos de uno más de los Borbones. Eran los tiempos de las parodias hechas con mala hostia. Eran los tiempos de las charlas en los cafés que se alargaban hasta el alba.
El hambre. El puterío. Los chulos. Los bedeles. Los redactores jefes. Los ministros fumándose un puro. Era el aguardiente mezclado con la fritura de buñuelo. Era una horchatería. Era una vieja cantando ¡El Heraldo! Era la niebla fría. Madrid austriaco. Madrid/Jacometrezo. Era los tranvías incendiados. Era el final del día. Y ante todo era: un clavo en una tapa de ataúd que ha rozado la sien del muerto de la que ha surgido un reguerito de sangre.
¿Y si no está muerto?
¿Y si no está muerto?

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 10/02/2017 a las 18:34 | Comentarios {0}


Soñamos la posibilidad. Casi en cada rincón.  La huerta podría haber sido una metáfora. También el jardín lo es siempre. Lástima que seamos pesimistas. Hoy por ejemplo habríamos escrito: Esconde el anillo/ muerde la hierba del invierno;/ a su alrededor todo se derrama/ como mañana la canción se habrá dormido./ No asustes al niño./ Deja que sueñe verano, mar, noche cálida./ Porque siempre quisiste, quiere./ Porque nada está perdido, busca.

¡Qué desolación el verso que no queremos escribir! ¡Qué vacío en el mar cuando la ola no llega! Quisimos estar desnudos siempre. Tú lo sabes. No hay escudos ahora. Te lo prometemos. Mañana será igual. Mañana seremos pesimistas igual. En la mente vaga la palabra impresión. Desde la inmensidad. Desde lo inmenso sea lo que sea esa dimensión vasta, perenne, indiferente. Desde allí te hablamos. Desde esa sopa primordial. También pertenece a esta canción 26 la estrella que es gigante roja y el sonido del triángulo en una pieza musical decimonónica. El vestigio, pensaremos, tiene un peso. Quizá sea parte del hipotálamo. De la sección aúrea.

Que volábamos es cierto. Que no podríamos transmitir más, también lo es. Así si cantáramos ¡Pensar el jardín! ¡Añorar la huerta!/ ¡El aroma de azahar!/ ¡La higuera! ¡Septiembre! ¡La vera!/ Tanta belleza duele como su ausencia./ Hay en el camino una huella/ de tomillo y madreselva;/ en la tierra hay un rastro de romero y fresa./ ¡La huerta! ¡la huerta! ¡la huerta!
Volábamos. Créenos. Eran las mesetas. Espuma. Hielo. Niebla. Volábamos.
Escuchábamos una bocina. Créenos, tú tan ausente. Hay una oración que escuchamos. Y una admonición escuchamos con regusto bíblico. Nos estamos quedando... Hay más limpieza...
 

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/12/2016 a las 21:58 | Comentarios {0}


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