Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

¿Qué hace ahí? ¿Cómo llegó hasta allí? El destino no es sólo lo que ocurre sino adonde se llega. ¿Qué explicación encontraría? ¿Cómo no dedujo que el drama rural existe en tanto en cuanto lo rural guarda en sí un núcleo violento? ¿Porque está más cerca del Neolítico? ¿Porque la cultura procura además de conocimientos contenciones?
Escucha en la noche los gritos de una mujer. Por la mañana, cuando camina por senderos en los que la belleza de las montañas tiene algo de bizantino, siente en las miradas de algunas personas -mujeres y hombres- un deje de venganza, una sensación de que bajo la camisa guardan una hoz para usarla en cuello extranjero. Y siente temor de las personas. Y se siente perdido en aquellas alturas. Y pierde para él sentido la vida como si ésta tan sólo se justificara si en su transcurrir se diera cierta placidez, cierta ternura.
No se va a llamar sensiblero esta vez. No, esta vez es cuestión de sensibilidad y de sentido. Porque sólo desde la sensibilidad puede aceptar la crueldad del mundo. Porque sólo desde el sentido puede explicársela.
Destino. Sentido. Dirección. Ya no entiende esos conceptos en su absoluto. Tiene la sensación de estar cerca de sentir el terror que al final de su vida sentía Darwin por el mundo que con tanta pasión había investigado -y parte de él desvelado-; terror por lo mal hecho; terror por ser consciente de que la ética es un constructo de unos pocos; terror por sentirse algunas noches como el Cristo del que escribía Lope ¿Qué interés te sigue, Jesús mío/ que a mis puertas cubiertas de rocío/ pasas las noches del invierno a oscuras?
Algunas noches tiembla de terror y congoja. Porque hay noches en las que los hombres solos apenas pueden más con su soledad y desearían otro cuerpo humano a su lado al que poder despertar para decirle, Abrázame, tengo frío, abrázame, más, más fuerte, amor mío...
 

Ensayo

Tags : Perdido en la mudanza (lost in translation?) Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 23/05/2022 a las 18:23 | Comentarios {0}



No espantarse con las nieves perpetuas.
Mirar sólo este día de frente.
De nada sirve, se dice. Y calla durante un largo espacio. De forma abrupta (como se da de bruces uno con un abismo en noche de luna nueva) gritará, ¡De nada sirve!
Son los modos de las palabras (¿es lo mismo tiempo y destino? ¿es la noción de tiempo la idea espacial del destino?). En ellas enjaulados. Camina recto. Con el ánimo destrozado. Siempre el paso de los años provoca lo mismo en los estetas. No hay que huir. Moverse quizá sí. No huir. Así es que se lanza por un camino con retorno... y siempre vuelve (siempre gira)
Piensa si alguna tarde no volverá. Se quedará en lo alto de la cima cuando la ola de frío sea intensa y morir consista en aguantar la ventisca (si no se aguanta ya no se muere -producirse- sino que se es ya muerto -producto-). El producto es movimiento muerto.
Cae la nieve. Llega hasta su rostro furiosa. Se enfrentan la nieve y él. Ambos se desharán antes de saberse vencedor o perdedor (en la lógica de los seres humanos sólo existe esa dualidad. Aún no hemos llegado a más. Te mentirá quien aseguré que sí, que hemos sido capaces de atravesar terceras y cuartas y ene vías).
Podría no ser sábado por la tarde. No ser sexo masculino. Podría haberse cortado las uñas. Podría haber atravesado la ventisca y haber surgido en un mundo nuevo, quizá más tropical. Nada de eso se atrevió a hacer... siempre, siempre acaba en ese giro y gira y vuelve...
 

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 02/04/2022 a las 17:26 | Comentarios {0}



Va a dirigirse hacia la cima
Desde allá arriba todo se puede ver de otra manera
Seres extraños que se encuentran
Puede haber un amor perfectamente callado
Un placer que no se emita
Sí, va a dirigirse hacia la cima
No cruza las manos
No se cruza y queda absorto
El tiempo es la ocurrencia
No existe
En un rato, sí, en un rato va a subir a la cima
Algún día o nunca (eso es)
Eso somos: algún día o nunca
 

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 28/03/2022 a las 16:54 | Comentarios {0}



¿Cuáles son esos momentos en los que sientes que todo se va a desmoronar? Le añado un matiz: y en el que eres capaz de desdoblarte y observar la situación como si fueras otro u otros.
Porque hay en las veredas del camino regueros de agua los cuales, por un afán de la física, parecen estar dirigidos, (vectores que convergieran en un sumidero).
¿Cuáles son esos momentos?
¿Cuando piensas si en algún momento habrás de suicidarte? ¿Cuando piensas la vergüenza que supone en Occidente la muerte por suicidio?
¿Cuándo son esos momentos de venirse todo abajo? ¿Cuándo esos momentos de quedar sepultado por uno mismo? O más lejano: ser consciente de que diluirse es también una opción.
No estás ciego. La Tarde, inundada, navega con las sentinas medio llenas de mar hacia el archipiélago Woto. Son las olas moles y La Tarde -así se llama la goleta- es una ramita desgajada que fue a parar al océano por una mera cuestión de destino. Tú navegas en ella, querido marinero en tierra. Si la embarcación rama, tú antera. 
 

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/03/2022 a las 18:56 | Comentarios {0}



Vendrá a decírselo todos los días. Cuando ascienda. Sobre todo cuando ascienda. La angustia por dejar de ser. También cierto grado de clarividencia. Eso cree. Ocurre cuando asciende. Si el día está claro. Si está oscuro. Ha leído en Dámaso Alonso una característica de El Cantar de Mío Cid que trata sobre la ausencia de nexos sintácticos entre las frases como conjunciones o locuciones. Frases certeras, cortas. Frases en sí mismas.

También ha ideado una nueva historia, cuando ascendía y ha tenido la imagen de una escena la cual ha grabado mientras ascendía. Ascendía hacia el lago. Hacia la cumbre. Las montañas tienen eso: ascensiones.

Sentada en un paisaje solitario y hermoso ha jugueteado con su cabello y ha visto a su perra mordisquear la pelota. La pelota entre las patas. Atenta en todo caso. Por mucho que juegue, piensa, sabe que está expuesta. Esto es la montaña. Aquí hay águilas.

Transición entre lo tonos. La tarde que ya ha caído le devuelve un ámbito cuasi fantasmal y recuerda el tiempo en el que vivió en pareja. Aquellos años. La treintena fueron. Toda la década. Aquellos años durmiendo junto a otro cuerpo cada noche. Todas las noches de todos los años. Sí, sí, claro, alguna excepción hubo. Alguna noche sola. Alguna también acompañada. Pocas. Muy pocas para lo corta que es la vida. La transición a la noche. La luz de la bombilla. Tantos años. Tantos. Tantos años.

¿Por qué? Sí. Le gusta preguntarse ¿por qué? Lo hará. Lo lleva haciendo. La noche está despejada y fría. ¿Cómo será arriba? Donde el lago. Donde habita el infierno (el infierno clásico, piensa ella y se sonríe como si hubiera hecho un chiste privado). ¿Hasta dónde? ¿Por qué? ¿Qué?

Hay un hombre que parece tener la verdad. Hay muchos que siguen creyendo tener la verdad. Luego está consumir energía, expulsar calor, reducir el gradiente entre el núcleo del sol y el espacio exterior para llegar, sí, a la estasis, y descansar, por fin, descansar y dar por terminada en esta parte de la galaxia la ejecución y cumplimiento de la segunda ley de la termodinámica.

Mover el cuello. Aunque sea poco. Moverlo. Giran las vértebras. El mundo parece otro.
 

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/03/2022 a las 19:03 | Comentarios {0}


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