Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Tengo frío. Tengo las uñas limpias. ESPERO. Tengo la sensación de que el MUNDO se opone... Reposa sobre un pequeño bureau un sello con el PERFIL DE UNA MUJER ROMANA. He leído en algún sitio unas palabras. Luego he descansado. Antes he NADADO en la piscina. Al principio estaba abarrotada. Luego se ha ido VACIANDO. He nadado mis largos a espalda. He ido contando los largos PARES. Me dolían los HOMBROS. Ahora me duelen un POCO. Escucho la radio y tengo ganas de... Con curiosidad leía el otro DÍA: Permítame, permítame ingeniero, que le diga, e insisto sobre este punto, que la única manera sana y noble, es más, la única manera religiosa de considerar una muerte consiste en encontrarla y en entenderla como una parte, como un complemento, como una condición sagrada de la vida y no (lo que sería lo contrario de la salud, la nobleza, la razón y el sentimiento religioso) en separarla de ella, en hacerla un argumento contra ella. Los antiguos decoraban sus sarcófagos con símbolos de la vida y la fecundidad, incluso con símbolos obscenos. En la religión antigua, lo sagrado se confundía con frecuencia con lo obsceno. Aquellos hombres sabían honrar a la muerte. Mire, la muerte es digna de respeto, como la cuna de la vida, como el seno de la renovación. Diálogo entre Settembrini y Hans Cartop. La Montaña Mágica. Thomas Mann. Mi propia OBSCENIDAD al escribir siempre tuvo -realmente- algo de religioso, algo de sagrado. ¿Son obscenas las cerámicas griegas? NO para los griegos. SÍ para nosotros. Tengo miedo. Ya NO. Quisiera alcanzarte. EN TUS OJOS. Ahí querría alcanzarte. Ahora voy a seguir. AHORA me voy a convertir en un MONTE. Ahora voy a concitar a MILOS AMOS. Ahora voy a dejar que lleguen las seis. También PIENSO o escribo o me adelanto y escribo: la HUMILDAD es la más difícil de las VIRTUDES. Sé por qué lo escribo y SÉ por qué no explico por qué lo escribo. La humildad tiene la belleza de las cosas chicas. La humildad tiene la hondura de nadar contracorriente. Cada DÍA se suicidan en JAPÓN 87 personas. La mayoría se suele tirar a las vías del TREN. 87 PERSONAS cada día. 31.755 personas cada año, cifra que reducida a su número natural, nos da el 3 número amado por todas las religiones, por todas las sociedades, por todos los CONFLICTOS. Incluso 87, reducido a su número natural nos da el 6 cuyo primo es 3. De nuevo el tres. Han pasado las 6. Y sigo. He leído una definición en el DICCIONARIO DE AUTORIDADES y me ha defraudado. He buscado en mi recuerdo ALGO y ha huído. Quisiera alguna vez cogerte las MANOS. Y MÁS. Y MÁS. La CRÍTICA CONSTRUCTIVA ¿ES UN Oximoron? La humildad en la crítica ¿es una contradicción? He SOÑADO vivir en un escenario. Yo sabía que era un escenario y AÚN así vivía en él, sin poder bajarme al PATIO DE BUTACAS, sin EVADIRME del foco que me persigue. He pensado ESCENARIO y he dejado que alguien me dijera la frase que tenía escrita para mí.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/01/2011 a las 17:37 | Comentarios {2}



Comentarios

1.Publicado por carolina el 25/01/2011 22:44
Imaginación, belleza, sabiduría.... en el escenario me gusta verlo, en lo que tu escribes tambien.

2.Publicado por Raúl el 26/01/2011 08:34
CONJURO PARA ANDAR DE ESPALDAS
A UNO MISMO

Siempre creí que avanzar se lograba
poniendo un pie delante de otro y luego
volviendo a empezar,
pero no sé por qué, siguiendo este procedimiento,
siempre acababa más lejos del punto al que me
dirigía.
Avanzar hacia un hombre en línea recta
era la forma más segura de perderle de vista;
correr hacia un objeto delicioso bastaba
para abrir un vacío proporcional a su atractivo.
Si quería tocar la nieve en la montaña
e iniciaba el ascenso con la vista en las cumbres,
me hallaba descendiendo un valle tibio y fértil
con tímidos arroyos de glaciares.
Y si me sumergía pensando atravesar
a nado cualquier río, desembocaba, inevitablemente,
en el lugar exacto de donde había partido.
Fue doloroso comprobar cuánto de cierto había
en las palabra del sabio Zenón;
éstas no eran para mí ninguna paradoja
sino una evidencia que debía asumir:
nunca saldría disparada
la flecha que apuntaba al blanco;
yo nunca lograría llegar de esta manera
donde ponía el ojo o el deseo.
Tampoco lo logré siguiendo
los consejos de un célebre filósofo versado en
matemáticas:
ni describiendo una elíptica breve,
ni caminando en zig-zags o en círculo
dejaban de escaparse las cosas que anhelaba,
vaciarse los lugares y los escaparates
o borrarse del mapa de mi mano
los posibles amantes o destinos.
Debí desesperarme. Debí perder las esperanzas.
Y supe que era bueno.
Probé a mirar de soslayo las cosas y a los seres
que amaba,
a asomarme a su mundo sin ninguna intención.
Me puse a caminar de espaldas a mí misma

y de repente el mundo
se demoró en mis manos.

CHANTAL MAILLARD

Un beso.

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