Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Estulticia: Locúra, bobería, necedad y falta de juicio. Es voz latina y de poco uso. Lat. Stultitia Palom. Mus. Pict. lib. 4 cap. 2 Cierta especie de estultícia y descuido digno de grave reprehension, es desvelarse los hombres en cultivar la hacienda que han de dexar à sus hijos.. Cast. Solorz. Donair. Prolog. Sin más que tu agudeza, tu estultícia.

Necear. v. n. Decir necedades ò porfíar neciamente en alguna cosa. Es formado del nombre Necio. lat. Ineptire Pic. Just. f. 274 Y todo lo demás que en tales ocasiones se suele necear.. Villeg. Erot. Od. 31. Solo con gracias a nosotros vengas/ y no con discreciones/ que es dulce el necear en ocasiones.

Necedad S. f. Ignorancia total de las cosas, en quien debía o podía saberlas. Lat. Ignorantia, Fatuitas Boc. de Or. cap. 5 Mejor es la ceguedad que la necedad, cá por la ceguedad témese hombre de caer en el foyo, è por la necedad témese de caer en la muerte. Quev. Fort. Tiene repartidas la necedad por los hombres estas infernales cláusulas: quien dixera, no pensaba, &c..

Necedad: Se toma también por el dicho ù hecho fuera de razón, nacido de la ignorancia de las cosas, ù de las circunstancias de ellas. Lat. Ineptia. Lor. Arcad. f. 179. Haciendo alarde de tus flaquezas, la que pudiera mas de sus necedades. Cerv. Quix. tomo 2 cap. 39. El haberse casado con un Caballero tan gentilhombre, y tan entendido como aquí nos le han pintado, en verdad, en verdad que aunque fue necedad, no fue tan grande como se piensa..

Necedad: Se toma asimismo por imprudencia, terquedad o porfía. lat. Imprudentia. Temeritas.

Bajo la sombra de este peligro, caminar es arriesgado. El camino se tuerce cuando asoma la necedad en sus veredas.
Piénsese: es la noche. Dos hombres están sentados. Uno frente al otro. En sus gestos se adivina la edad y todas las arrugas que ello conlleva. Arrugas de ánimo.
O: Una mujer desea a un hombre. Están en una cocina. Apenas se escucha el mundo fuera. Todo está dentro en ese instante de esas vidas.
Piénsese: Uno de los hombres le dice al otro, Y a ti te falta todavía algo esencial. Importantísimo. Te falta ser un cínico.
Esa noche transcurre. La vida pasa en esos alardes. Demasiado, piensa uno de los hombres, el que según el otro todavía no es cínico. Lo suficiente. Lo suficiente.
Las contradicciones pueden no ser necesariamente necias. Pero hay mucha necedad en las contradicciones.
No se puede alardear de humilde si la soberbia surge a cada rato. O el orgullo que es una soberbia burguesa.
No se puede alardear de libre si el deseo no se satisface con alegría. Incluso más, con encanto. Satisfacer el deseo con encanto.
Inmaduros. Egoístas. Agrestes (no sé por qué me surge este concepto). Asolados.
Piénsese: El hombre que no es cínico se llama D. y el hombre que aconseja serlo se llama Q. D. mira a Q.. Quisiera ser sincero. Quisiera poder hablar. Siente la furia de la lluvia en los cristales. Tras él. Al mismo tiempo siente una paz fuerte. Una paz que tira de él hacia dentro. Decide seguir escuchando.
O: la mujer se afana en una larga discusión sobre el sentido de la oportunidad y se alarma por unas valoraciones del hombre acerca de su interés por ella.
La necedad es un abismo. No tiene suelo. Se puede llegar hasta lo más intestino y dar vueltas en una explicación de las cosas, en un sucederse los sucesos que puede llegar a cegar ese resquicio de verdad que asoma siempre en nuestra lengua cuando estamos mintiendo. La necedad se alimenta de ausencias. Se alimenta de hambre.
Piénsese en la inseguridad de D. y Q.. Sobre la noche el temor asoma. No dejar al silencio que tome las riendas. Callarse. Mantener el silencio como arma defensiva. Ni siquiera necesitar morderse la lengua. Nada hay que decir. Todo sería necio. Porfíar neciamente es dañarse seriamente el hígado, piensa D. y también piensa, ¿Qué me pasa? ¿por qué he vuelto a perder el don de la indiferencia? ¿Cuántas veces habré de aprender lo mismo? ¿por qué me sigue mirando con esa miserable superioridad? ¿cómo no soy capaz de transmitirle mi perplejidad? Q., por su parte, aturdido de impaciencia y soberbia habla de que cuando él eligió a D. como amigo. Más: le eligió como discípulo y Q. mira fijamente a D. y continúa su escalada argumentando que aunque D. nunca lo hubiera reconocido él -Q.- fue su maestro.
O: la mujer que se llama Ll. sabe que no podrá dejarse llevar. Mira al hombre T. mientras muerde un pastelillo y sabe que no podrá llegar a él. Sólo si él se mostrara. Sólo si él se arriesgara. La baraja por la mano. Estrategias dirán los benditos estúpidos. Necedad pensarán los escépticos de sí mismos.
Necean los dos ejemplos. Nada se consolida. El tiempo se aburre sobremanera en esos falsos aproach. Llega la llaga hasta el estómago. Alguien quiere terminar la tarde de domingo y sumergirse en un baño de agua.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 18/04/2010 a las 11:19 | Comentarios {0}








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