Me encuentro lejos de las palabras mascarilla, pandemia, enfermedad, contagio, confinamiento, ciencia, política.
Tengo razones bien fundamentadas para asegurar que el miedo es una de las armas que el poder ha utilizado más para someter a los ciudadanos/súbditos/plebe.
La enfermedad y el contagio.
Por eso camino por los montes y escudriño en la lejanía la aparición de un zorro. Me importa el zorro. Probablemente porque no me encuentro en deuda con él.
Otra de las grandes armas del poder es la utilización de la deuda (el impuesto es un tipo de deuda). El miedo a la deuda. La sacralidad de la deuda. Somos en tanto que adeudamos. Somos en tanto que otros fueron y porque fueron les debemos lo que somos.
Ideas concebidas. Ideas que se aposentan en nuestros cerebros -tabulas rasas- en los años de formación.
Deconstruir entonces. Aprender a deconstruir. Quizá también destruir. Destrucción de sistemas de valores. Quizá deconstruir antes de destruir para que tras la destrucción partamos hacia una construcción.
El hombre es un ser que construye.
El hombre no ha construido los mundos. Ni tan siquiera ha hecho la división de los mundos. El mundo en tanto en cuanto ámbito de todos los ámbitos (Heidegger desde Marcus Gabriel).
Hay que atacar el sistema democrático liberal para que caiga por su propio peso. Porque el sistema democrático liiberal se ha convertido en un sistema mediocrático (Enrique Dussel)
Tengo doloridas las yemas de los dedos. Parece este dolor una metáfora de lo que sufro al pensar y al traducir lo pensado a la escritura. Que lo sepáis: escribir duele. ¿Porque nunca se escribe lo que se ha pensado? ¿Porque en las transcripciones/traducciones de unas formas a otras de expresión se va mutando -aunque sea levísimamente- el origen?
La lucha entonces es no dejarse caer en el abatimiento y no concluir, ¡Nunca! ¡Nunca!, que se está bien como se está. Si el poder nos quiere temerosos -siempre nos ha querido al pueblo temeroso- tenemos que levantarnos y rechazar los miedos que pretendan inculcarnos/inocularnos.
También es virus el miedo.
Reflexionaré más. Reflexionaré hasta reventar. Reflexionaré hasta que se me envenene de vejez el pensamiento si es que alguna vez se me envenena porque soy ingenuo y en la ingenuidad se encuentra la llave de la rebelión.
Rebelarse es reflexionar. De la reflexión a la rebelión.
La decadencia de Occidente está llegando a su cenit. Ayudemos a que se derrumbe de una vez... y para siempre.
Tengo razones bien fundamentadas para asegurar que el miedo es una de las armas que el poder ha utilizado más para someter a los ciudadanos/súbditos/plebe.
La enfermedad y el contagio.
Por eso camino por los montes y escudriño en la lejanía la aparición de un zorro. Me importa el zorro. Probablemente porque no me encuentro en deuda con él.
Otra de las grandes armas del poder es la utilización de la deuda (el impuesto es un tipo de deuda). El miedo a la deuda. La sacralidad de la deuda. Somos en tanto que adeudamos. Somos en tanto que otros fueron y porque fueron les debemos lo que somos.
Ideas concebidas. Ideas que se aposentan en nuestros cerebros -tabulas rasas- en los años de formación.
Deconstruir entonces. Aprender a deconstruir. Quizá también destruir. Destrucción de sistemas de valores. Quizá deconstruir antes de destruir para que tras la destrucción partamos hacia una construcción.
El hombre es un ser que construye.
El hombre no ha construido los mundos. Ni tan siquiera ha hecho la división de los mundos. El mundo en tanto en cuanto ámbito de todos los ámbitos (Heidegger desde Marcus Gabriel).
Hay que atacar el sistema democrático liberal para que caiga por su propio peso. Porque el sistema democrático liiberal se ha convertido en un sistema mediocrático (Enrique Dussel)
Tengo doloridas las yemas de los dedos. Parece este dolor una metáfora de lo que sufro al pensar y al traducir lo pensado a la escritura. Que lo sepáis: escribir duele. ¿Porque nunca se escribe lo que se ha pensado? ¿Porque en las transcripciones/traducciones de unas formas a otras de expresión se va mutando -aunque sea levísimamente- el origen?
La lucha entonces es no dejarse caer en el abatimiento y no concluir, ¡Nunca! ¡Nunca!, que se está bien como se está. Si el poder nos quiere temerosos -siempre nos ha querido al pueblo temeroso- tenemos que levantarnos y rechazar los miedos que pretendan inculcarnos/inocularnos.
También es virus el miedo.
Reflexionaré más. Reflexionaré hasta reventar. Reflexionaré hasta que se me envenene de vejez el pensamiento si es que alguna vez se me envenena porque soy ingenuo y en la ingenuidad se encuentra la llave de la rebelión.
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La decadencia de Occidente está llegando a su cenit. Ayudemos a que se derrumbe de una vez... y para siempre.
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Ensayo
Tags : Reflexiones Escrito por Fernando García-Loygorri Gazapo el 20/10/2020 a las 20:40 |