Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Atribuido a Isaac Alexander


No creas, dijo el Maestro, que esa huella es de carne; apenas la toques, sentirás que el mineral es su rey y que algo del líquido del mundo se deja huir intromembranas. Preguntó el Discípulo: ¿Cuál es, Maestro, el líquido del mundo? y respondió el Maestro tras reír de buena gana: El que languidece. El Discípulo se quedó -¿cómo diría?- compungido y miró a su Maestro con una mezcla exacta -es decir: equilibrada- entre mansedumbre y odio. Vino un silencio. Podría añadir: sonaba tan sólo el viento en las hojas, las hojas en la rama, la rama en el árbol, el árbol junto al arroyo, el arroyo en su cauce, el cauce en su orilla, la orilla en la hierba, la hierba en la hormiga, la hormiga en el hormiguero, el hormiguero en la tierra. Y quizá, como coda, destilar el sonido metafísico de la ignorancia que es -en el mundo físico- la bien llamada pedorreta. Tras tan larga pausa, el Discípulo elevó sus ojos y preguntó de nuevo: ¿Y las intromembranas? Y el Maestro entrecerró los suyos -como si un rayo de luz hubiera caído en ese instante dentro de sus pupilas- y, tras sensata ponderación, arguyó: Intromembranas se llama a lo que sin ser de una membrana o de otra, forma, sin embargo, parte de ambas. Estaba vez el Discípulo estuvo rápido al preguntar de nuevo: ¿Sirve para algo lo que me enseña, Maestro? y también el Maestro se aceleró al contestar: Absolutamente para nada, Discípulo. Entonces rieron ambos. Y se fueron caminito abajo como arrieritos que eran y que apenas tenían algo para comer.

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Tags : ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 06/06/2011 a las 12:07 | Comentarios {0}


Lucero del alba
Este cansancio. Cuando el pasado aparece: agujita de pinchar, sueño escatológico, PRIncipio de autoridad.
Mañanitas de San Juan. Alto nivel de contaminación. Tendré que volver a respirar.
Sintonía.
ACronÍa sobre el sulfuro de amianto de una catedral en ruinas en el gran continente de Platón.
ANGINAS
ESPERMICIDAS
ÓVUlos
súcubos.
Borra.
Escribe.
Monta sobre la brújula y encuentra de nuevo la dirección
VAN morrison QUE AHÍ ES NÁ.
Salta balcón de tus pechos FLOREaLES
Y vendrá ¿quién decir? RabeLAIs a contar exuberancias.
Huella del amargo Hedor sobre el blando colchón de las hierbabuenas
Y el sonido de la encina en primavera
Y el dulzón olor de la higuera.
AHORA SÍ
ASÍ SÍ SE puede.
Recomenzar
Aterrizar
¡Anúdalo con el SOSIEGO desparramador de las enseñanzas!
¡Ven cariño mío!
Nos fundiremos acobardados ante el fuego
Y cantaremos una canción de carretera y pondremos si quieres un título hortera.
¿Y las camionetas?
¿Y las putas enciclopedias donde hombres repugnantes revisan la historia y la convierten de carbón en diamante?
Mirémonos en ese atardecer
Reguémonos y vivamos estos tiempos tan exTRAÑOS.
Sol de mi amanecer
Águila que rasea
Erizo de MAR sin antenas. Húrgame las miasmas. Límpiame con tu espalda y dejemos las mariconadas para pasado mañana...
¡Oh, Estela, que limpias son tus aguas!
¡Oh, fluir de bala!
No lo vas a hacer
Tomaras polen y serás zángano
Te levantarás UNA VeZ mÁs
Ríe corazón helado que llega el verano y si sigues en ese estado te comerán.
Son las ocho y media y AÚN NO SE HA ACOSTADO.
Sincopa el ritmo marino del maremoto ultramontano y FANTASEA con el mundo para JULIO y deja la FACA al descubierto y monta guardia ante tu alma y no te MESES más los cABellos.
¡Darling, quiero contarte la historia
del hombre que vi RESURGIR
del pozo más hondo de la mina
justo allá, tras la colina
donde vivir es morir!

Ahí me quedo más tranquila
TráEME la toalla
¡Hummmm!
Ya volverá. Ya volverá.
Resume tu locura en estas líneas que se pudren como ya se pudrió abril.
La risa emanaba de tu boca
y mi mano alcanzaba la c
opa que te iba a dedicar
el tren mugía su contento
y la hierba corría al encuentro
de un sueño de la niñez
Vals VEN el circo acampó a las afueras
ESTán toDAS haciendo sus ejercicios
el elefante BARRITA
y le hielo se deshace ante la sorpresa de los visitantes
Corre, BAILA, sana, MUELA, huye, MUELLE pinta una de sus alegorías BASkiat nunca será alero de la selección nacional y el tumulto que ARDE por cerrarse la SANGRE se va debiLItAndO.
¡uG, agg, uFuFuFuF!
yA SE HAN CALentado las manos y no pueden correr más rápido
que el mensajero del MIedo (mudo ahora)
Sigue y no pares y alerta a la mandrágora de que llega un ahorcado
Flujo de mujer
Blanco de hombre
Rojo musical
Verde cobarde
Manta para viajar
Baúl de comadres.

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 02/06/2011 a las 20:08 | Comentarios {1}



¿Quién domina más: el neocórtex o la amígdala y el hipocampo?
¿Por qué es tan útil la ovulación secreta de las mujeres?
¿Todo es utilidad?
¿Existe la evolución aunque no sea como avance sino como cambio necesario?
¿Dónde se encuentran la moral y la ciencia?
¿Es tan distinto el amor literario del amor científico?
¿Cómo sé que fue la supervivencia la causa profunda de la última ruptura?

¿Y el alma?
¿También se inventó?
¿No existe?

¿Mis ojos sin tus ojos no son ojos?
¿Apenas somos conscientes del 10% de la realidad?
¿Qué es la realidad?
¿Qué es el 10%?

¿Porque se prueba en el laboratorio se certifica en la vida corriente?
¿Se prueba en el laboratorio o se induce la prueba?
¿No es cierto que toda prueba no es -en el fondo- más que un acto de fe con método?

¿Por qué no se cuenta -desde los ámbitos científicos- que Darwin se murió de miedo ante lo que descubrió en la Naturaleza y no se atrevió a escribir?
¿Pelvis o cadera?

¿Qué es ser más apto para sobrevivir?
¿Los ojos azules son una mutación antiquísima?

¿Cómo supimos que no éramos para nosotros?
¿O sencillamente tuvimos miedo?
¿Es el amor el deseo ancestral de fundirse con otro?
¿Especie e individuo son las dos caras de la misma moneda?

¿Cuánto influye la política en la ciencia?
¿Qué es la ciencia hoy en día?

Si el lenguaje -según las últimas teorías- se creó no para entenderse sino para confundirse ¿Por qué tenemos tanto afán de confusión?
¿Cuándo se producirá la próxima revolución copernicana?

Preguntas

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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 01/06/2011 a las 09:00 | Comentarios {0}


En aquel entonces no existía la aurora. El magma se movía con espesura de selva y por doquier borboteaba el azufre. No había planta. No había proceso de fotosíntesis. No había depredación ni guerra. Sometido al calor, el planeta era un caldo de un color entre rojo y amarillo. No había agua. Sí había hierro derretido. No existían células eucariotas. Una sola bacteria clonaba en sí y seguía en otra. El ruido era constante. Un ruido de metal líquido que fluctúa sobre las pendientes y se atasca ante las cuestas, que se remansa en los llanos y se hunde en las honduras. La atmósfera no ha terminado aún por concretarse. La música del Mundo tiene algo que más tarde (millones de años después) Olivier Messiaen (un ser complejo con características que en absoluto parecen predecibles en el momento del que hablamos) intentará recuperar y que se podría comparar con el sonido del capapuerco.
El azufre será el dador de vida.
La felicidad es completa.
El amor no existe aún entre bacterias. Amar será anhelo de fusionarse con otro (definición extraída del pensamiento de otro ser complejo llamado Eduard Punset -el cual, por cierto, la habrá deducido de otro- millones de años después del tiempo del que ahora hablamos).
En ese caldo ardiente.
Tras ese caldo ardiente.
Durante el enfriamiento.
No había ARN replicante.
Y siempre el sonido de las materias espesas disolviéndose, concentrándose, en cauces, atraídos por la débil energía de la gravedad, sin querer explorar más espacios.
Y también el sonido de los meteoritos que caían como lluvia sobre la masa espesa de un suelo sin sólido. Meteoritos en cuyo ser viajaban microbios.

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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/05/2011 a las 11:19 | Comentarios {0}


Querida Julia:
Han pasado tantas cosas desde que moriste. Dicen los científicos que los recuerdos se construyen cada vez que se recuerdan, es decir, que cuando yo te recuerdo se produce una reacción bioquímica en mi cerebro que anima las sinapsis de determinadas neuronas que construyen de nuevo, en mi mente, tu cuerpo menudo, tu sonrisa amplia y tus manos de trabajadora. También dicen que a partir de ese descubrimiento se llega a la conclusión de que los recuerdos no son lo que pasó sino recreaciones, interpretaciones de lo que pasó.
También dicen que ningún gen ha sido descubierto que contenga en sí la marca de la muerte y que por lo tanto, el hombre no está condenado a morir. Incluso aventuran existencias de más de cuatrocientos años. No sé, querida mía, no sé.
Desde que moriste, porque tu cuerpo sí acabó por ceder ante la actual naturaleza de los seres vivos, sentí el más grande vacío que había sentido y se inició un proceso del cual he sido conscientemente inconsciente. En muchos momentos de ese proceso, al que llamo El Proceso Gobi, te he sentido cerca, te he sentido presente, como la línea del horizonte se entrevé cuando los tonos del cielo y el mar son idénticos y he elucubrado, en momento de ensueño, con una escena en la que, juntos tú y yo, me dabas la mano y me animabas a seguir.
Es cierto, como me recordaba Caroline (a la que tú atendiste hace muchos años en la casa de mis padres mientras ella me esperaba), que durante la travesía por los desiertos -cualquier desierto, con cualquier nombre- la queja acude, el desaliento daña el paso, desaparece la música del aire y todo se vuelve espeso pero convendrás conmigo (tú que atravesaste el desierto de la dictadura de Franco y que supiste mantener la boca cerrada, haciendo que tus quejas se quedaran para mejor ocasión y tirando hacia delante con todo el dolor de tus compañeros muertos a cuestas) que en las noches frías de los desiertos, en la soledad del paisaje -donde el árbol desapareció, la hierba se secó, la arena se mete por todas partes produciendo picor, el tono marrón del mundo no invita a la esperanza y el agua escasea- quizá sea la queja más que una exaltación de víctima, una oración oculta de esperanza. El problema, diría yo, es cuando no nos queda queja de la que quejarnos, cuando todo lo asumimos como fatalidad o destino, cuando nos quedamos sentados y ya no buscamos el manantial, es entonces cuando la marca de la muerte nace en nosotros.
Julia, desde que moriste, surgió el Gobi y una tarde de sábado me adentré en él solo y sin equipaje. Ha habido momentos de soledad solemne; ha habido pequeñas fuentes que me permitían beber un poco y me daban fuerzas para seguir; ha habido instantes de revelación y así he entendido a Cristo en sus cuarenta días desiertos; ha habido añoranza; ha habido profunda oscuridad plena de melancolía; ha habido deseos terribles de volver sólo que sin brújula y sin alimento no sabía de dónde había partido y por supuesto desconocía el camino de vuelta. El proceso Gobi también consiste en eso: en no saber volver para seguir hacia no se sabe dónde. Y así, confiando abramánicamente, fui atravesando la extensión infinita del Gobi y -estrella polar de mis fuerzas- tu presencia ha sido siempre aliento y vida, tú que ya estás muerta. Y al fin, un día, no hace mucho, vislumbré en el clarear de una noche más fría que el invierno de una desventura, una línea verde, pura como la anchura de la mar y clara como el agua que trasluce el fondo. He caminado hacia ella y se ha ido haciendo grande a mis ojos y antes de adentrarme entre sus palmeras y antes de probar sus dátiles y antes de bañarme en sus dulces pozas y antes de vestirme de nuevo y quitarme las greñas, he querido volver a ti, Julia amada, por haber sido, tú también, pequeña fuente en el centro de la nada.

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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/05/2011 a las 09:01 | Comentarios {0}


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