Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

...al río amado.
     No viene el ciervo esta tarde ni el cerdo se detiene a la puertas de la casuca, la que está abandonada a mitad del camino entre la oscuridad y la nada...
...al río amado.
     Los ojos de mi hija se han vuelto azules.
     Los ojos de mi hija despiden unos destellos negros que tienen la particularidad de generar olvido y nausea.
...al río amado.
     No es un sueño. No es el hombre que llega a la universidad con fama de filosóficamente depresivo. Es una guirnalda que se ha colgado entre dos postes de luz. Es un informe hecho con desgana por una funcionaria de toda la vida. Es una ciudad inclemente. Es una tormenta que se mantiene activa por los siglos de los siglos. Es la constante inconstante. La vuelta al viejo problema de la ironía.
...al río amado.
     Buscaba mirar a las cigüeñas como la primera vez. Incluso quería sentir de nuevo la sorpresa que le produjo entender el gesto en las cabezas de las vacas. Buscaba las manos en sus manos. Buscaba un soplo de verano. Rememorar una contemplación de algo bello junto a otro ser humano.
...al río amado voy y nado.
     Esos ojos que se volvieron azules me llevan a la muerte de un gato y al nacimiento de una hoja y siento entonces unas ridículas ganas de llorar.
...volver al río amado, derivar flotando sobre él, Ofelia aún viva sin ramillete de flores silvestres entre sus manos.
     Así ir llegando. Hasta la última inspiración y detenerse.
...al río amado... al río amado... al río amado...
 

Ensayo poético

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 30/07/2023 a las 13:54 | Comentarios {0}



     Aunque yo estuviera hoy en el Japón escuchando una composición de Kosaku Yamada, no podría olvidarme de que tu ausencia me acerca a la muerte cada vez que la siento.
     No sé por qué extraño motivo también la muerte ha estado presente esta noche en un sueño en el que mi amante se desdoblaba y mientras follábamos en la postura del perro, su torso estaba frente a mí, apoyado en la pared y sonreían sus labios mientras su mirada era fría como un pueblo de mierda un enero en la Hungría postsoviética. Fango y muerte. Sexo y gozo. Lluvia y noche. Una farola a lo lejos. Un muro. Una nave de una longitud extraordinaria. Gente abotargada.
     Ya no hablaré. Porque no se puede. Yo estaría hablando horas, de verdad, no me cansaría de hablar, de razonar -todo hablar es un razonar- sobre tu ausencia; no me cansaría de intentar describir, incluso con cierto regodeo, el dolor que siento, un dolor tan íntimo, un dolor tan inclemente... sólo que ya no hablaré porque a nadie se le puede pedir ser interlocutor de semejante devastación, porque los oídos son las entradas sonoras de la pena y porque un alma con cierta sensibilidad no podría hacer sordos sus oídos e inevitablemente languidecería. No, no se puede hablar de estos dolores. Hay que masticarlos a solas y con los ojos abiertos. Sólo podría entablar un diálogo con père Goriot, sólo con él si pudiera, una tarde de otoño en la rue Saint-André des Arts, sentados uno frente al otro en un pequeño cafetín y sorbiendo lentamente unos vasos de absinthe, si pudiera -decía- desprenderse de su discreción burguesa y -gracias a los efluvios de la bebida- abrirse al terror de su desamor.
     El viento agita la mosquitera. El perro duerme encima del sofá. Las montañas verdean aún. Ayer la casa quedó limpia. Fue, el de ayer, un día duro. Quise tanto hablar contigo. Me paralizó las ganas. El viento agita las penas. El perro es mi dulce compañero. Las montañas son la magia de la muerte. El polvo no arrastra nada. Es el de hoy un agitarse, como juncos en la rivera del río por donde el mistral pasa sin saberlo, sentimientos de crueldad y ternura porque recuerdo tus ojos de niña y no sé cómo miran tus ojos ahora, porque mis manos recorren las letras que mi cerebro les dicta pero reprimen el grito que quisieran gritar, porque la noche ha sido incómoda, porque el peligro está abajo latente, porque suena una vieja melodía japonesa, ¡ah, sí, si yo estuviera en Japón y escuchara una composición de Kosaku Yamada...!
 

Ensayo poético

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/07/2023 a las 11:55 | Comentarios {0}



A veces es capaz de sumergirse. Ve el fondo y se lanza en picado hasta él.
A veces quisiera tener el corazón del lobo estepario y su pelo blanco y sus ojos tristes.
A veces lucharía a brazo partido por besar la cicatriz en su pecho, la cicatriz del cáncer.
A veces dormiría escuchando el cencerro de las ovejas que pastan en la madrugada al abrigo del calor.
A veces bajaría a la ciudad y bebería.
A veces llegaría hasta el puerto y buscaría el mar como quien busca al amante.
A veces se quedaría callado, dentro del silencio, justo en la alborada.
 

Ensayo poético

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 08/07/2023 a las 17:38 | Comentarios {0}



Nosotras hemos vuelto. Te estamos mirando y sentimos en la piel un alivio semejante a la primavera. Somos especies. Somos una sala casi blanca. Somos la sombra del limonero. Somos la ola que se aleja. Somos un aire de granada. Somos la piel que se alimenta. 

Nosotras hemos vuelto. En el latido de tu corazón estamos. Vamos a navegar esta tarde por el torrente de tu sangre, la que corre por tu aorta, el torrente que lleva más caudal. Porque queremos abrazarte y darte vino. Porque sabemos que la fiesta será más tarde. 

Hemos vuelto, naricita de juguete. Hemos vuelto por el sendero que un día te señalamos cuando estabas dormida y soñabas la era futura, las estrellas sin título, los astros a lo lejos; hemos vuelto a los pies de tu cama; nos hemos confundido con los rizos de un par de muñecas; sabemos que la mañana nos hará desaparecer.

Nosotras hemos vuelto. Nos vamos a quedar por los alrededores. Vamos a custodiar tu vida. Vamos a encargarnos de que nada definitivo te pase excepto lo que no pueda ser sino definitivo. Vamos a mirarte a los ojos, pequeña escala menor. Vamos a saltar contigo y cuando te columpies sabrás que los cielos tienen de inmediato algo de tierra. La espuma de los días contigo. El ámbar gris contigo. Las grandes historias contigo. Las horas junto a ti. La merienda bajo el membrillo. Las ganas de dormir.


Hemos vuelto. Te sentirás feliz. Hemos vuelto. Vas a sonreír. Hemos vuelto. El horizonte no es tan curvo. Hemos vuelto. La hiedra sube, sube, sube porque hemos vuelto, porque los espejos reflejan, porque la mar está en calma, porque huele a santa, porque mordemos el polvo, porque se santigua el ciprés, porque aguanta la lluvia. Hemos vuelto. Sí, hemos vuelto.
 

Ensayo poético

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/06/2023 a las 11:44 | Comentarios {0}



Esta noche, cuando la madrugada, por el pasillo de la casa que no es mía, he visto pasar la luz blanca de un fantasma.

Esta mañana, cuando el día iluminaba, aún tumbado en una cama que no es la mía, he recibido un beso en la mejilla.

Más tarde he salido a la ciudad con mi perro, la ciudad que me vio nacer y de la que poco a poco me he ido alejando. ¿Podría también la ciudad alejarse de mí?

En el parque el perro pasea suelto.

A la vuelta las calles no están especialmente sucias.

Bebo un café de vuelta en la casa que me acoge. Converso con un muchacho. Me agrada y agradezco sus palabras.

Comeré lo que el estómago tenga a bien soportar. Viviré la extrañeza una tarde más. Volveré al lugar donde habito. He de volver. Voy a volver.

Duerme el perro a mi vera.

Junio está a punto de terminar. Este junio estuve vivo.

Salve. 
 

Ensayo poético

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 21/06/2023 a las 12:44 | Comentarios {0}


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