Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Primer texto escrito en la nueva casa -a la que mis amigos llaman "la casita de caramelo"- al sexto día de llegar


¿Rosa tirando a rojo? Fotografía de Olmo Z. Agosto 2014
¿Rosa tirando a rojo? Fotografía de Olmo Z. Agosto 2014

¿Es aquella niebla rosa? o ¿Lo rosa es niebla? ¿Es útil la contemplación de la libación de una mariposa? Escucha la música en la tarde. Un poco cool, sí, como de chill out en la playa de Trafalgar. Yo estuve en el faro de Trafalgar pero no pude revivir la batalla. Algún pecio he visto. He nadado por el Atlántico y he sentido cómo la corriente quería arrastrarme con ella hasta Tánger y allí vestirme con una chilaba, oscurecerme la piel, otorgarme el don de lenguas y hacerme caminar como moro por la calle de la Roca de Dradeb hacia mi casa cuya llave llevo en el bolsillo; una casa donde me espera una mujer que no podría dejar de llamarse Fátima y una caterva de chiquillos, más de ocho y menos de trece, que me reciben con los brazos abiertos y ganas de comer; sé el nombre de todos, sé la oraciones a Al-lāh, sé comportarme en la mesa y hacer que se comporten, sé dejarme hacer el amor por Fátima, sé quedarme dormido cuando sale la luna y sé, sé, sí, soñar en árabe con mitos y simbologías árabes; sé levantarme a la mañana siguiente y volver por donde he venido y nadar de nuevo en el Atlántico cuya corriente me devuelve a la costa española y al llegar me he vuelto claro, etc... ¿Es aquella niebla rosa? ¿Son los recuerdos algo? ¿Somos corrientes? ¿Naves al pairo somos?
 

Ensayo poético

Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 20/09/2023 a las 17:19 | Comentarios {0}



En su descargo dirá que sintió que la ruptura fue sobrevenida. No fue algo, dirá, que él sintiera como inevitable -podría haber ocurrido lo contrario o una situación intermedia o más cerca de la ruptura absoluta o más acá del encuentro constante-. Eso siente.

La enfermedad como resultado del dolor emocional. La enfermedad como camino. A veces le viene esa posibilidad: que el dolor de su ausencia le provoque un mal definitivo. También la muerte es camino. Sólo que no quisiera sentir que la vereda nueva, la vereda sin conciencia, se abre por los extraños camino de la ausencia.

Alguna mañana mira las montañas e intenta calcular el peso de cada una de ellas. ¡Cuántos miles de toneladas ha de pesar una montaña de roca calcárea! Esos pesos que sin embargo no logran aplastar la corteza de la tierra. ¿Y la tierra? ¿Aplastan las montañas la tierra?

La tardes de verano son un limbo y ahí -lugar de brumas, lugar de siluetas que nunca se resuelven en cuerpos definidos, lugar de sudores calientes y de sudores fríos, lugar de soledades, lugar de masturbaciones, lugar de duermevelas, lugar de esperas sin fin, lugar de añoranzas, lugar de quietud y parálisis, lugar de pecados originales, lugar infantil, lugar lechoso, lugar sin límites- ahí surge, quieta e inquieta, la extrañeza.

Las noches en cambio son tiempos de evasión. Nada recuerda a nada. Todo se puede dejar para mañana. La cama es el lugar del recogimiento. El sueño el gran unificador. Así el día, la tarde, la noche, el día, la tarde, la noche, el día, la tarde, la noche, serenada del tiempo, espera de la nueva vereda, deseo de saber.
 

Ensayo poético

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/08/2023 a las 11:06 | Comentarios {0}



Vuelve a mirar las hierbas que ha arrancado. Se queda con ellas en la mano. Esa misma tarde corre el riesgo de matarse y termina con una mano magullada. El sol ya no pega tan fuerte. La tristeza se mantiene infinita.

Sueña con el amigo que tiene cáncer. Le llama de madrugada. El tiempo corre suyo en los sueños. Todo lo que aparenta ser se esconde. Se muere mientras calienta un arroz blanco.

El páncreas debe de ser. No llegarán las lluvias aunque las baile. Siente que la vida se le escapa. Siente que las horas le dicen algo. Balada de la muerte cantada en alto.

El murmullo del tren. Su tío carnal reposa en el féretro. No lo verá muerto. Era la juventud un afán. Era llegar un destino.

Ahora vuelve. Sabe que hoy caminar le dará miedo. Volverá su imagen a dejarle herido como aún le hiere no haberle honrado.

No era verano. No es invierno. No será en el otoño. No crecería en primavera. No hay estación  para esta espera.
 

Ensayo poético

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 15/08/2023 a las 17:31 | Comentarios {0}



     ...si somos lenguaje, emoción y memoria... ¿qué hará? Hay mañanas en las que basta una brizna de brisa a destiempo para que la ausencia de memoria le produzca congoja. Deduce racionalmente: si no hay vida compartida, si no hay recuerdos, si no hay memoria, falta un tercio de la vida...

     ¿Cuál de las nueve hijas huirá primero? ¿Era Juana Inés de la Cruz la décima musa? ¿Así la llamaron? Cuál de ellas.

     Si no hay memoria no puede haber olvido. Si no hay memoria no puede haber emoción. Si no hay memoria no puede haber lenguaje para lo que se ignora. Sólo se puede decir lo que se puede decir. Ya nunca sabrá lo que te ocurrió un veintiséis de marzo de 2022. No hay memoria. No hija Musa que acuda a él y con ese recuerdo le inspire un cuadro, un verso, un canto. 

     No quiere ir a los libros de consulta y recordar el nombre y el arte de cada una de las nueve. Puede olvidarlos porque tiene memoria de ellos y así, si quisiera recordar, no tendría más que acudir a los grandes baúles de la memoria y buscar en el lugar correspondiente. ¿Pero lo que se ignora? ¿Dónde se busca? Olvido de ti sí, mas no ignorancia tuya escribió Cernuda y también escribió en otro poema, uno de los primeros poemas que cayeron en sus manos adolescentes y provocaron escalofríos y admiración, Donde habite el olvido/ en los vastos jardines sin aurora;/ donde yo sólo sea/ memoria de una piedra sepultada entre ortigas/ sobre la cual el viento escapa a sus insomnios. ¡Si todo fuera olvido, la memoria podría ser recuperada! ¡Acudiría él a un hipnotizador o al más cruel de los psicoanalistas porque sabría que de su mano viajaría hasta el lugar donde mora el olvido y de entre sus raíces, en esa tierra dura como el pedernal, donde está arraigada la desmemoria arrancaría los recuerdos, por ejemplo aquel de un veintiséis de marzo de 2022! La ignorancia, en cambio, es el páramo de la memoria; en ella ni el más diestro zahorí podría encontrar el manantial oculto de los recuerdos; la ignorancia es una lobotomía radical.

     Porque lo ignora todo de ti, porque le dejaste sin recuerdos y por lo tanto sin la posibilidad del olvido, Las Musas no acuden en su ayuda, no llegan hasta esas simas y recuperan para él ese veintiséis de marzo de 2022; en esa fecha como en tantas otras -tú bien lo sabes- tan sólo hay la negrura de lo anterior al nacimiento, un dormir sin soñar, la muerte pura.
 

Ensayo poético

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/08/2023 a las 18:01 | Comentarios {0}



Llevo varios días con una frase en la cabeza: Amo Normandie. Y tras escucharla me dice la cabeza, la misma que ha pensado la frase anterior, la misma que la volverá a pensar en un rato, Tú no conoces Normandie, apenas sabes nada de Normandie. Y es cierto tanto como que la amo. Yo he estado en Normandie. He viajado en tren y atravesé Normandie. He pasado unos días en Caen, la reconstruida Caen, y muchos años antes, muchos, muchos años antes, escribí una versión teatral de la novela de Joseph Roth La leyenda del Santo Bebedor en la que aparece como protagonista y protectora del borracho Santa Teresita de Lisieux. Mi amiga Caroline Lahougue, normanda y una de las primeras mujeres a las que amé, me señaló la basílica de Lisieux cuando viajábamos en tren de Paris a Caen (esa historia está recogida en un cuento -dividido en 8 capítulos- que puedes leer en este mismo blog llamado El Viaje -basta que cliquees sobre el nombre para que te lleve a él-). ¡Claro que quiero a La Normandie por Caroline pero también la quiero por Flaubert, por Monet, por Proust o por Prévert y su casa de Omonville-La- Petite! Amo Normandie por su belleza y su dureza, la imaginaria, la que yo he soñado, por la verdura de sus bosques, por sus brumas matinales cuando el otoño acorta la luz y la humedad se adueña de todos; amo Normandie porque desde su suelo, ¡Oh, Omaha!, desde su dolor, desde su previa destrucción, se pudo vencer a las hordas de la Wehrmacht; amo Normandie por el heroísmo del Dia D, aquel 6 de junio de 1944,  que aún hoy debería resonar en los oídos de aquellos que han olvidado lo que aquel sacrificio, aquel esfuerzo, aquel sufrimiento perseguía; amo Normandie porque hay grupos de normandos que siguen luchando por la libertad y el derecho de los desheredados de la tierra y no sólo luchan con el ineficaz lamento o el discurso escrito sino que luchan en primera fila, hombro con hombro, junto a los migrantes a los que les dan no sólo alimento y cobijo sino también defensa ante la ley; amo Normandie, la que yo imagino, sí, pero que, no sé por qué extraño orden del mundo, creo que no debe de ser muy distinta de la real.
 

Ensayo poético

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 11/08/2023 a las 18:19 | Comentarios {0}


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