Hará falta algo más que el derrumbe en una mina para acabar conmigo
Y no iré por el camino donde la seta ha reventado dejando que mi melancolía sea el primer alimento de la bellota (que ahora tapo con tierra fresca, que sabe a humedad y a hombría)
No exclamaré en el sueño en soledad que tanto abarca, Tan sólo una letra distingue a la Hembra del Hombre y tan sólo dos a la Siembra del Hambre
Hay en el soliloquio de la tarde un enfado que roza el esperpento y en la alquimia que se genera en el retortero de la luz y los sonidos surge como espacio nuevo la audacia de entenderlo todo, de entender el mundo entero
Hará falta algo más que el silencio de este domingo para hacerme caer en mi propia guillotina y quien desconfíe de mí -piensa Olmo a lomos de su monólogo interior (Olmo y Lomo idénticos en sus elementos esenciales y tan distintos en su conjunto)- habrá de hacerse el hara-kiri ante un espejo con el vientre descubierto y la mirada baja y deberá, por el bien de todos los suicidas, mantener su dolor callado hasta que el último hálito de su puta vida degenere en derrota, en hilo, en nosustancia
No voy a pedir explicaciones, hace tanto que sé que no tengo derecho a ellas
Volveré, lo sé, a encandilarme con un verso y en las páginas de un libro de cuyo autor prefiriría no saber ni el nombre me emocionaré tanto que creeré que la vida verdadera sólo puede existir cuando se crea
No me daré la espalda
Los pasos son los suficientes
Llevaré tanto como mi cuello lo permita la cabeza alta y aunque me duelan los tobillos volveré a subir la cuesta sin ayuda
Aquí estoy
No lo conseguirás sólo que no lo sabes porque aunque yo te dijera que no lo conseguiste jamás, tú pensarías que es revancha o venganza
Aquí estoy. Soy yo, Olmo Z.
Y no iré por el camino donde la seta ha reventado dejando que mi melancolía sea el primer alimento de la bellota (que ahora tapo con tierra fresca, que sabe a humedad y a hombría)
No exclamaré en el sueño en soledad que tanto abarca, Tan sólo una letra distingue a la Hembra del Hombre y tan sólo dos a la Siembra del Hambre
Hay en el soliloquio de la tarde un enfado que roza el esperpento y en la alquimia que se genera en el retortero de la luz y los sonidos surge como espacio nuevo la audacia de entenderlo todo, de entender el mundo entero
Hará falta algo más que el silencio de este domingo para hacerme caer en mi propia guillotina y quien desconfíe de mí -piensa Olmo a lomos de su monólogo interior (Olmo y Lomo idénticos en sus elementos esenciales y tan distintos en su conjunto)- habrá de hacerse el hara-kiri ante un espejo con el vientre descubierto y la mirada baja y deberá, por el bien de todos los suicidas, mantener su dolor callado hasta que el último hálito de su puta vida degenere en derrota, en hilo, en nosustancia
No voy a pedir explicaciones, hace tanto que sé que no tengo derecho a ellas
Volveré, lo sé, a encandilarme con un verso y en las páginas de un libro de cuyo autor prefiriría no saber ni el nombre me emocionaré tanto que creeré que la vida verdadera sólo puede existir cuando se crea
No me daré la espalda
Los pasos son los suficientes
Llevaré tanto como mi cuello lo permita la cabeza alta y aunque me duelan los tobillos volveré a subir la cuesta sin ayuda
Aquí estoy
No lo conseguirás sólo que no lo sabes porque aunque yo te dijera que no lo conseguiste jamás, tú pensarías que es revancha o venganza
Aquí estoy. Soy yo, Olmo Z.
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Narrativa
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/10/2015 a las 19:12 | {2}