...entonces Dios me viene a visitar.
Dios nunca visita con aspavientos, ésos
-digámoslo así-
se los dejamos a los hombres.
Entonces Dios, digo,
en una de sus máscaras
se acerca en la mañana y pía en mi oído
la anunciación de Venus
Melancolía de la llama blanca
Exaltación del eco
cuando repaso las uñas de Dios
que crecen al final de mis dedos
Ya no le oro
porque él en su infinita distancia
no distingue -por falta de interés-
entre el rezo y la paja
Tan superior a nosotros
olvidó nuestras lenguas
-siendo como es que en cualquier momento
en cualquier eón las podría recordar en el tiempo más cercano
al principio de incertidumbre-
Por eso, viejo eremita en el monte Ararat,
sé que Él no me supone siquiera
Debemos así criarnos solos
alimentar solos nuestra fe
desesperarnos del silencio jocoso
de Aquél que antes del Big-Bang
decidió el Big-Bang
como quien decide
aquí en nuestra tierra
una mañana cualquiera
en cualquier lugar del mundo
en cualquier cultura del mundo
atraído por cualquier tipo de clase social
dedicado a cualquier labor que le provea sustento
(a él y a los suyos si es que tiene otros seres que dependen
de él y que aún son incapaces de saber
que para vivir hay que someterse
bajar la testuz
armarse de un valor cobarde
callar las más de la veces
llorar a solas
en las largas noches de los inviernos de nuestras vidas
y a la mañana siguiente
como si la vida acabara de empezar
en el eterno retorno
en la angustia retornada
en la faz del ictus cerebral
pensar en mitad de la cocina
no pensaba morir este día,
pensar ese pensamiento y morir;
decía esos que aún no son capaces
de reconocer ese pensamiento
como una de las constantes de la vida)
decida -pensaba- hacerse un café
con unos panecillos tostados
y untar en ellos mantequilla con sal
mientras en el Aparato de la Luz Prodigiosa
alguien se lleva las manos a la cabeza
ante la magnitud de la matanza
Cuando Dios me viene a visitar
(si alguna de las distancias infinitas de Dios
se acerca alguna vez a mi membrana)
caen chuzos de punta
los caminos están deshabitados
y siento al caer rendido
en ninguna parte
que sigo teniendo miedo
que jamás el miedo dejó de acompañarme
como una fiera esquiva
camuflada en la enramada
mirándome sin pestañear
esperando, tan sólo,
como desde hace tantos años,
el momento de echárseme encima
para acabar para siempre conmigo y consigo
Ensayo
Tags : Atrofias Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/04/2019 a las 00:41 | {2}