Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
No estaba previsto en este viaje que estuviera junto a mi hija todos los días. Desde que tenía un año me separé de su madre y desde entonces, cual reloj marcado por la justicia y las necesidades, la veo y nos vivimos cada tanto.
Al principio, yo no sabía muy bien qué hacer con ella (no me dejaron de niño jugar con muñecas) y sentía el peso de la inutilidad. Con el tiempo fui aprendiendo que lo único que un padre debe de hacer con su hija es estar junto a ella. Lo demás es secundario. Y cuando digo que un padre ha de estar con su hija es ESTAR y añadir -para eso tenemos este valioso idioma español- SER. Ser como uno es y estar con quien estás.
Han pasado los años. Violeta tiene ya doce y siempre que la tengo conmigo siento que los problemas junto a ella son menos, el miedo junto a ella se disuelve como un azucarillo y el tiempo pasa entre deberes y bromas, entre miradas y emociones. Y no quiero que se me olvide. No, no lo quiero. Porque es impresionante si escucho un piano en escala menor junto a ella y si leo una escena que ha escrito (muy bien por cierto) siento un deseo brutal de que la vida le enseñe a vivir y de que yo, en la medida de mis posibilidades, le ayude a ello y sobre todo que sepa, sin necesidad de decirlo, que cuando vengan mal dadas, estaré aquí para ponernos serios los dos y hablar cara a cara de lo terrible de vivir, de lo frágiles que somos, de lo mucho que debemos aprender a perdonarnos para poder así perdonar. A mis años estoy aprendiendo, por fin, lo que es el perdón. Yo, que nunca había creído en él.
Ahora está en la habitación de al lado. Está estudiando. Hace un trabajo sobre las Aventuras de Tom Sawyer y a partir de la semana que viene va a ser mi profesora de inglés. Su habitación. Sus grandes ojos almendrados. Su voz. Su pasión por la lectura y su poquito de mal humor.
¡Qué hermoso es este sábado! No quiero que se me olvide.

Diario

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/01/2011 a las 19:07 | Comentarios {0}


No aferrarse. No, no aferrarse.
Equivocarse. Una vez y otra.
Perdón por mis errores.

El rostro que se aleja.
Los silencios. Los...

Siento haber querido alterar...
Siento haber estado huido tantos años.
Tan escondido. Tan escindido.

La calma cuando llega se asemeja a la nieve.

No volveré a insistir.
Me callaré.
Ya estoy callado.

Y decirlo todo,
vaciarme entero
y quedarme tan sólo apariencia de cuerpo
sin venas ni nervios
ni gametos ni pulso.

No desear nada
ser piedra de río
brincando sobre el agua
para al fin, sin impulso,
hundirse hasta el lecho.

Como recuerdo
las ondas que se propagaron
y se hicieron anchas, más...
hasta ser nada.

Poesía

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/01/2011 a las 01:13 | Comentarios {0}


Para conocer la historia de Milos Amós haz un click en su nombre en verde. O busca "La Solución".


La Solución 15. La tentación.
Está en la cima de la montaña. Bebe el agua que el rocío deja a su alrededor. Ha tenido varios días de una extraña exaltación. Ha llegado a acariciar unos hierbajos que van creciendo junto a la punta de sus zapatos. Son de un color morado, muy lacios, algo tristes. Milos Amós suele mirar hacia un lugar intermedio entre el horizonte y la ladera. Apenas parpadea. A veces recuerda que comía y la saliva, amiga de los recuerdos, acude a su boca y la epiglotis realiza su movimiento voluntario de ayuda a la deglución.
Ha sido en la mañana. El sol se hallaba teñido de gris por las nubes y mostraba su círculo amarillento. Milos Amós ha extendido los dedos de su mano derecha para saber sin aún estaban vivos; los dedos han respondido a su deseo y han hecho un par de cabriolas estirándose y luego replegándose muy rápido como si los tendones fueran muelles tensados en exceso. Milos ha oído, sin escucharlos, los sonidos de la montaña. Estos eran: piar de unos polluelos, arrastrarse de unos invertebrados, remolonear de las hierbas por el viento, cauce de río muy lejos, movimiento de las nubes en el cielo, clamor de bandada de grullas hacia el sur, rama en el suelo que se quiebra, pasos de un vertebrado superior, rumia de un ciervo, cornamenta rozándose contra el tronco de una encina, ardilla corriendo, castor royendo, serpiente mudando la piel. Ha sido un atisbo de arcoiris el que ha dado inicio a la tentación. El ojo, atraído por el fenómeno, se ha desviado hacia su izquierda y en la coda de colores que aún no se habían formado, ha entrevisto Milos la cabellera morena de una mujer de ojos verdes. Ha sido una arritmia en su corazón, un movimiento desmesurado en su estómago, una inicio de erección que apenas ha llegado a ensayo y sin quererlo la tentación se ha aposentado y, tras tanto tiempo solo, ha sentido que caminaba por un suelo cubierto de asfalto, caminaba con una bolsa en cuyo interior había un té de jazmín y bergamota. Llegaba hasta un edificio. Escuchaba la voz de la mujer que le abría el portal. Llamaba al timbre de su casa. Una sonrisa tras la puerta. Una mano que acariciaba su mejilla. Un abrazo que hundía sus costillas. Y tras darle el presente, la voz de la mujer que dice: Pasa, ¡qué bien que hayas venido!
El rayo ha escindido el arcoiris en dos enormes pedazos. La lluvia ha empapado el suelo. Milos no sabe si llora o llueve. Con concentración descomunal ha exigido a la tentación que huyera. Nada tengo que ofrecerte, piensa. No vuelvas, mujer de cabellera morena y ojos verdes, piensa. No tengo nada. Nada soy. Ni tan siquiera cima de esta montaña. Bebo de las hierbas y me alimento de la nada. Mi cuerpo apenas pesa y mis pies deben de haberse convertido en humus. Creo que tengo llagas en la espalda y que una sanguijuela se alimenta de la sangre de mi cuello. No vengas para enturbiar con anhelos esta quietud a la que me he condenado. Así debo estar. Nada queda. Y si algún día, si algún día... Esta última frase la ha pronunciado en voz alta y Eco, siempre atenta a las frases de los hombres, le ha respondido, Día, día y la noche ha caído como si no hubiera habido tarde y Milos se ha quedado dormido, lleno de temblores y en su temblor, después de tanto tiempo, ha vuelto a escribir un poema que dice así: Ámbar gris.

Cuento

Tags : La Solución Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 28/01/2011 a las 11:39 | Comentarios {0}


Transcribí esta mañana un poema que me envía Raúl como comentario a la entrada Crítica No sé por qué, no me sentí a gusto. El poema se puede seguir leyendo.

Escribí una coda a ese poema. No sé por qué no me sentí a gusto. La he quitado y tan sólo han quedado estos restos:

Es cierto que tienes cierta sensación de ahogo y que la espina del pescado quizá se atravesó en tu esófago. Déjala. Déjala que anide. Quizá mañana nade un pez en tus entrañas y seas tú su río.

El órgano de tus emociones hoy se llama alma, mañana quizá se llame tripa o tráquea.

Es cierto que el día ha amanecido nublado y parece que la niebla se condensará un poco
.

Vale.

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 27/01/2011 a las 12:41 | Comentarios {2}


Tengo frío. Tengo las uñas limpias. ESPERO. Tengo la sensación de que el MUNDO se opone... Reposa sobre un pequeño bureau un sello con el PERFIL DE UNA MUJER ROMANA. He leído en algún sitio unas palabras. Luego he descansado. Antes he NADADO en la piscina. Al principio estaba abarrotada. Luego se ha ido VACIANDO. He nadado mis largos a espalda. He ido contando los largos PARES. Me dolían los HOMBROS. Ahora me duelen un POCO. Escucho la radio y tengo ganas de... Con curiosidad leía el otro DÍA: Permítame, permítame ingeniero, que le diga, e insisto sobre este punto, que la única manera sana y noble, es más, la única manera religiosa de considerar una muerte consiste en encontrarla y en entenderla como una parte, como un complemento, como una condición sagrada de la vida y no (lo que sería lo contrario de la salud, la nobleza, la razón y el sentimiento religioso) en separarla de ella, en hacerla un argumento contra ella. Los antiguos decoraban sus sarcófagos con símbolos de la vida y la fecundidad, incluso con símbolos obscenos. En la religión antigua, lo sagrado se confundía con frecuencia con lo obsceno. Aquellos hombres sabían honrar a la muerte. Mire, la muerte es digna de respeto, como la cuna de la vida, como el seno de la renovación. Diálogo entre Settembrini y Hans Cartop. La Montaña Mágica. Thomas Mann. Mi propia OBSCENIDAD al escribir siempre tuvo -realmente- algo de religioso, algo de sagrado. ¿Son obscenas las cerámicas griegas? NO para los griegos. SÍ para nosotros. Tengo miedo. Ya NO. Quisiera alcanzarte. EN TUS OJOS. Ahí querría alcanzarte. Ahora voy a seguir. AHORA me voy a convertir en un MONTE. Ahora voy a concitar a MILOS AMOS. Ahora voy a dejar que lleguen las seis. También PIENSO o escribo o me adelanto y escribo: la HUMILDAD es la más difícil de las VIRTUDES. Sé por qué lo escribo y SÉ por qué no explico por qué lo escribo. La humildad tiene la belleza de las cosas chicas. La humildad tiene la hondura de nadar contracorriente. Cada DÍA se suicidan en JAPÓN 87 personas. La mayoría se suele tirar a las vías del TREN. 87 PERSONAS cada día. 31.755 personas cada año, cifra que reducida a su número natural, nos da el 3 número amado por todas las religiones, por todas las sociedades, por todos los CONFLICTOS. Incluso 87, reducido a su número natural nos da el 6 cuyo primo es 3. De nuevo el tres. Han pasado las 6. Y sigo. He leído una definición en el DICCIONARIO DE AUTORIDADES y me ha defraudado. He buscado en mi recuerdo ALGO y ha huído. Quisiera alguna vez cogerte las MANOS. Y MÁS. Y MÁS. La CRÍTICA CONSTRUCTIVA ¿ES UN Oximoron? La humildad en la crítica ¿es una contradicción? He SOÑADO vivir en un escenario. Yo sabía que era un escenario y AÚN así vivía en él, sin poder bajarme al PATIO DE BUTACAS, sin EVADIRME del foco que me persigue. He pensado ESCENARIO y he dejado que alguien me dijera la frase que tenía escrita para mí.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/01/2011 a las 17:37 | Comentarios {2}


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