Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Ha amanecido. Milos Amós está enfermo. Tras veinte días sin comer y teniendo como único alimento el rocío de las hierbas, sus defensas empiezan a abandonarle.
Seis buitres le vigilan.
Una manada de lobos asciende la montaña.
Los pies de Milos Amós ya no le responden. Quizás estén congelados. Unas ronchas han aparecido en la piel de su pierna derecha, justo bajo la rodilla. Hay momentos en que el prurito le enloquece. Quisiera gritar, arrancarse la piel, bajar de la cima.
Milos se esfuerza en no pensar pero no para de hacerlo. Son palabras y palabras que surgen como fuente de agua envenenada.

Nunca conseguiré. Nunca. No fue dada la sabiduría a este cerebro. Podré, si quiero, achacárselo a las circunstancias y quizá consiga así cierta tranquilidad de alma. Sé que no soy. Sé que no existo. No sé nada. Y no saber nada es ser estúpido. Soy estúpido. Muy estúpido. Me creí... me creí y así ascendí hasta esta nada. Suprema estupidez tan cerca del cielo. El cielo es nada. Los buitres son nada. No temo el colmillo del lobo. No me amamantarán. No soy Rómulo ni tampoco Remo. Estúpido en mis vanaglorias. Pensé. Pensé. Pensé. Pensar es nada. Nada te mereces si haces nada. La visión de la soledad es barata. Mis pies ya no andan. Jamás saldré de aquí. Ya estoy muerto. Morir es nada. Parece mi mente una. Se suceden en ella fotografías. Personas. Unas y otras. Muchas sonríen. No sabría ahora qué hacer con ellas. No sabrían, de seguro, qué hacer conmigo. No sé si existe la llanura. No sé si más allá de mi vista se encuentra el mar. No tengo miedo. Tengo garrapatas. Debe ser mi pelo largo. Tan estúpido soy que ni tan siquiera eso sé. Supe contar nadas y me abracé a una idea peregrina. Luego solté amarras. Me dejé llevar pensando, pensando -pensar es nada- que alcanzaría la plenitud, la cómoda certidumbre del fin. Nada es fin. Y así sigo con un hambre de mil demonios. Incapaz de conseguir mi alimento. Menos libre que la hierba. Más estúpido que la ciénaga. En el fondo deseo que alguien suba hasta esta cima, me abrigue con un saco, me caliente un caldo y a cucharadas me haga entrar en calor. Añoro esa mano sobre el hombro y la conversación con lumbre. Estúpido al contemplar las estrellas. Estúpido al cerciorarme de ellas. Estúpido de soberbia. Estúpido de esperas. Nada he aprendido. Cada vez sé menos cuando nunca supe nada ¿cómo es ese menos que esa nada? La yegua relincha. Trota el caballo. El jinete espolea. La espuela daña. No llego a más. No hay más tierra por encima de mí. Si así fuera, estúpidamente, me arrastraría. ¡El picor, el picor de la pierna! Añoro la fuerza de mis manos para arrancarme a arañazos estas pústulas. Añoro la fuerza de mis labios para succionar a chorros el pus y las devastaciones. Venid ya buitres. Llegad ya lobos. Mordedme la estúpida yugular que sigue funcionando. Arrancad este estúpido corazón enamorado. Tendedme. Miradme. Daros el turno de mi carne. No enterréis los restos. Dejad que sea la tierra quien los muestre hasta que se diluyan en hierba o en nitrato. ¿Tengo harapos? ¿Estoy sucio? ¿Lo merezco? ¿Subirá el maestro hasta mí? El que diga en mi oído las últimas palabras, las que me convenzan, por fin, de que yo no existe, que ya estoy en comunión con las algas y el universo es mucho más que una palabra. Llegará ese maestro envuelto en luz y llamas, algo enfadado conmigo, su alumno más estúpido, el que más soberbia asumió en su estado de vivo moribundo; llegará mi maestro con los ojos encendidos y la barba larga; llegará y ungirá con aceite sagrado mis labios y ungirá con aceite sagrado mi sexo y ungirá con aceite sagrado mis desvelos y cerrará despacio mis ojos, y cerrará con amor mis agujeros y dejará en lo alto de la cima la cruz que guiará a los viajeros. Ven, maestro, ven, fantasma. Mi padre murió hace hoy once años y aún le quiero. Ven, esfuérzate un poco, apoya con suavidad tu cayado y empuja con tus riñones el cuerpo hacia la cima. No retrocedas cuando me veas tan sucio, tan espantoso, tan desolado, tan envidioso. Perdona mi envidia, perdona mi espanto, perdona mi suciedad. Y dime al oído las palabras que nunca supe oír.

Cuento

Tags : La Solución Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 02/02/2011 a las 12:27 | Comentarios {1}


será piel y un regusto de linfa en la visión muerde el polvo se altera el pulso y los recuerdos llegan sin avistar ninguno
querría un vuelo de bombón o la incertidumbre de una noche cuando casi llegaron a besarse las bocas o si no aquel otro momento tras un funeral cuando se abría el mundo el mundo nuevo y tras las risas por el proselitismo de un viejo sacerdote con sentido del humor
fue el frío fue esa aceleración de la vida fue la palidez fue el calor de la casa tras la manta en la hierba y el lago sin luz
¿por qué ahora? ¿por qué te quedas? si debieras alejarte infundirte ánimos y no rasgar velos deberías atender a tu linfa jugo de los jugos que se asienta bajo tus axilas y se mantiene en su tensión natural y no colocarte frente a un cuerpo que tan sólo se ve a través de ondas muy lejanas y ese cabello y esa sonrisa sana y esa broma que sabe a broma
no revuelvas no no revuelvas el tiempo ha pasado y tú definitivamente deberías amoldarte a la muerte dejar escapar lo que ha huido y no te empeñes en ser un perro olisqueando un recuerdo allá donde el recuerdo tan sólo te causa dolor o cierta ansiedad o cierta gana de volver a una cama de la que saliste para siempre
no hay cuerpo ya lo sabes no hay horizonte ya lo sabes lo sabes tienes que seguir sin luchar tienes que seguir sin desear aunque en la nuca se te atraviese un alfiler y sientas el bulbo raquídeo a punto de estallar
aunque recuerdes en una de las brazadas de este mediodía una sílaba suya con algo de silbido aunque olieras en la mañana de ayer un viento de hace años cuando el saledizo de un tejado te parecía el lugar más hermoso del mundo
nada hay todo ha pasado
debes olvidarte
debes acostumbrarte
y seguir escribiendo sin pausas para que todo quede en una confusión cubierta de letras
apresúrate vete a la cama y sueña sueña sueña pero abandona de la vigilia los sueños en la vigilia has de mantenerte despierto ya sé que te cuesta ya sé que la soledad hace claudicar a los hombres ya sé que el plasma germinal desea salir de aventuras y para ello te andas fijando en lo que no debes
no hay nadie no va a haber nadie quizás hasta la tumba alégrate entonces alégrate porque estás sano y mañana podrás seguir viviendo aquí y dentro de dos minutos podrás levantarte de esta silla ir hasta la cocina y hacerte una tortilla francesa con un aguacate y mandarinas y si nada se opone a tu normalidad descansarás un rato verás una película te irás a la cama y si es tu deseo soñarás en cuerpos yendo hacia ellos como la nieve cae hacia la tierra en este año con tan poca nieve así has de pasar los días te quedan muchos muchos días no apresures y no vuelvas al lugar donde alguna vez fuiste feliz

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 01/02/2011 a las 21:04 | Comentarios {1}


Extracto del capítulo Humaniora de la novela La Montaña Mágica escrita entre 1911 y 1923 por Thomas Mann.
Traducción de Mario Verdaguer
Editado por Plaza & Janés


Habla el doctor Behrens con Hans Castorp y su primo Joachim en el gabinete de su casa

- Así pues, ¿la piel...? ¿Qué quiere que le cuente de esa superficie de sus sentidos? Es un cerebro externo, ¿lo comprende? Ontogénicamente hablando, tiene el mismo origen que nuestros pretendidos órganos superiores, aquí arriba, en nuestro cráneo: el sistema nervioso central. El sistema nervioso central, y esto es muy conveniente que lo sepa, no es más que una forma evolucionada de la epidermis, y en las especies inferiores no hay diferencias entre el centro y la periferia, esos animales huelen y saborean por la piel, ¡imagínese!, no tienen más sentido que el de su piel, lo que debe ser muy agradable si nos ponemos en su lugar. Por el contrario, en los seres como usted y yo la ambición de la piel se reduce a mostrarse quisquillosa, porque no es más que un órgano de defensa y transmisión, pero presta una atención infernal hacia todo lo que se acerca demasiado al cuerpo, puesto que se extiende más allá de los órganos del tacto, a saber: los pelos, el vello del cuerpo, que no se compone más que de pequeñas células de piel endurecidas y que permiten distinguir la menor aproximación antes de que la piel misma sea tocada [...]
- Doctor -dijo Hans Castorp, y contempló el retrato que estaba sobre sus rodillas (el retrato es el de madame Clawdia Chauchat, pintado por el doctor Bherens y de la cual Hans está perdidamente enamorado)-, desearía saber... Usted hablaba hace unos momentos de los fenómenos interiores, del movimiento de la linfa y de cosas análogas... ¿Qué es eso? Me gustaría saber algo más sobre el movimiento de la linfa, por ejemplo: si fuese tan amable, eso me interesa vivamente.
- Lo supongo -replicó Behrens-. La linfa es lo más fino, lo más íntimo y delicado que hay en toda la actividad del cuerpo. Supongo que usted se da claramente cuenta de ello puesto que me lo pregunta. Hablo de la sangre y sus misterios, pues se considera a la sangre un líquido muy especial. Pero la linfa es el jugo de los jugos, la esencia, ¿sabe usted?, una leche sanguínea, un líquido absolutamente delicioso que después de una alimentación grasa tiene precisamente el aspecto de la leche.
Y muy vivamente comenzó, en un lenguaje lleno de imágenes, a describir cómo esa sangre, ese caldo de un rojo de capa de teatro, producido por la respiración y la digestión, saturado de gas, cargado de quilo alimenticio, hecho de grasa, albúmina, hierro, azúcar y sal, es impelido, a una temperatura de 38 grados, por la bomba del corazón a través de los vasos y mantiene en todas partes del cuerpo la nutrición, el calor animal, en una palabra: la vida misma; cómo esa misma sangre no llega a las células, sino que la presión bajo la cual se halla hace traspirar un extracto lechoso de la sangre a través de las paredes de los vasos y lo infiltra en los tejidos, de tal manera que penetra en todas partes y llena cada hendidura, dilata y tensa el elástico tejido conjuntivo-. Eso es la tensión de los tejidos, la turgor, y es gracias a esa turgor cómo la linfa, después de haber recorrido amablemente las células y asegurado su nutrición, es enviada a los vasos linfáticos, a los vasa lymphatica, y vuelve a la sangre, a razón de un litro y medio cada día.
Describió el sistema de conductos y aspiración de los vasos linfáticos, habló del canal galactóforo, que recoge la linfa de las piernas, del vientre y el pecho, de un brazo y un lado de la cabeza; luego de los delicados órganos que se forman en todas partes de los vasos linfáticos, llamados glándulas linfáticas y situados en el cuello, el sobaco, las articulaciones, los codos, el tobillo, y en otros lugares no menos íntimos y delicados [...]
Firma de Thomas Mann
Firma de Thomas Mann

Invitados

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 01/02/2011 a las 12:51 | Comentarios {0}


Cayo Plinio Segundo. Libro Décimo. Capítulo LIX: Del pavón y los gansos.
Traducción de Francisco Hernández, la cual la realizó entre los años de 1567 a 1577 entre España y México.
Editorial Visor Libros


Del pavón y los gansos

Pone el pavón en haviendo tres años. El primero, uno o dos huevos; el siguiente, cuatro o cinco, y de allí en adelante 12 y no más, y esto interpuestos dos o tres días, y tres vezes en el año si los echan a las gallinas. Quiébralos el macho con apetito de la hembra, y a esta causa ponen de noche y en lugares escondidos y altos, de do nace hazerse pedazos si no caen sobre alguna cosa blanda. Cumple un macho con cinco hembras, y cuando no tiene más de una o dos se corrompe* con fertilidad de la simiente con el hervor de la luxuria. Sacan en 27 días o, a más tardar, en 30.

Tómanse los gansos en el agua, ponen al verano, o si se tomaron por el rigor del himbierno, después del solsticio, casi 40; dos vezes en el año si les sacan gallinas su primera nidada. De otra manera son los más huevos 16, y los menos siete; si acaso se los quitan ponen hasta rebentar. No sacan huevos agenos. Es lo más acertado echarles nueve y 11. Están echadas las hembras 30 días, y si son más cálidas 25. Es el toque de la hortiga, a sus pollos, mortal, y no menos la golosina**, unas veces hartándose demasiadamente, y otras por su misma fuerza, cuando, asida una raíz, y porfiando arrancarla con el pico, se rasgan primero sus cuellos. Es el remedio contra la hortiga su misma raíz, puesta debaxo de la cama desde que se echan.

*NOTA: se corrompe con fertilidad de la simiente con el hervor de la luxuria: el Diccionario de Autoridades define de la siguiente forma el verbo corromper y corromperse.

Corromper: v. a. Viciar, destruir, depravar y dañar alguna cosa. Viene del latino Corrumpere que significa esto mismo. Prolog. de las Part. O es cuerpo simple, que ni se engendra ni se corrompe por natúra, y es celestial, assí como los Cielos è las estrellas; ò es cuerpo simple que se engendra è se corrompe por natúra, como los elementos. Fr. L. de Gran.. Symb. part. I cap. 6. La tierra no tiene fuerza para obrar, mas tienela para resistir: porque ni fuego, ni agua, ni aire basta para corromperla y mudarla en otra substancia. Navarret.. Conserv.disc.7. Han querido siempre los Reyes de España carecer de su lustrosa numerosidad, antes que consentir en el cuerpo místico de su Monarchía lo malos humores, que con su contagión podían corromper la buena sangre.

Corromper: Vale también violar la pureza y virginidad de la doncella. Lat. Virginem corrumpere, vitiare. Guev. M.A. lib. 1 cap. 21. Y no se tenga en poco esta liberalidad de soltar à los cautivos, y no corromper à las vírgenes: porque muchas veces los vencidos son vencidos con las armas de los vencedores, y los vencedores se pierden en los regálos y vicios de los vencidos. Navarr. Man. cap. 12 num. 41 La muger que hoviesse votado virginidad, si se dexasse corromper, no solamente sería obligada à guardar la parte que pudiesse de ellas pero aun à hacer penitencia, por haver caído en la impossibilidad de guardarla entéra. Siguenz. Vid. de S.Geron. lib.1 disc.4 Y en los libros de la Ciudad de Dios afirma que si el Señor permitió corrompiessen las vírgenes de Roma los bárbaros Godos, que fué por humillarlas de la altivez que tenían.

Corromper: Metaphóricamente se dice de otras cosas inanimadas: como son, corromper las costumbres, la santidad, &c. esto es inficionarlas, pervertirlas, viciarlas y dañarlas. Fr. L. de Leon Nomb. de Christ. en el de Monte. Corrompen esta santidad y corrompen también (lo que es mayor mal) las santas costumbres. Ribad Cism de Inglat. lib. 2 cap. 2. Traduxeron las Sagrada Biblia en Latín y en Inglés, y la corrompieron en infinitos lugáres, y con glossas y annotaciones ponzoñosas y contrarias al Texto y à la verdad, la propusieron à todos para que la leyessen. Saav. Empr. 81 En Alemania, la variedad de religiones, las guerras civiles, las Naciones que militan en ella, han corrompido la candidez de sus ánimos y su ingenuidad antigua.

Corromper: Vale assimismo sobornar ò cohechar, ò ganar al Juez ù otra persona con dádibas. Recop lib. 4 tit. 6.1.8. No sobornen los dichos testigos, ni los corrompan, ni rueguen, ni atrahigan, ni induzcan à que digan los que les cumpliere y no supieren.

Corromperse: v. r. Podrirse, dañarse alguna cosa: como las carnes, los liquóres, &c. C. Lucan. cap. 40 El alma es cosa espiritual, que no se puede corromper; antes dura y finca para siempre. Lag. Diosc. lib. 1 cap. 83. El Enebro es planta muy conocida, cuya madéra, suavemente olorósa, dura sin corromperse muchos centenares de años. Nieremb Herm. de Dios, lib. 1 cap. 12,2 Solo a Dios repugna el perecer ò faltar; los cuerpos son morales y se corrompen.

Vistas las definiciones, deduzco que la frase se corrompe con fertilidad de la simiente con el hervor de la luxuria viene a decir que la mucha lujuria convierte en infértil (pudre) la simiente del pavón, lo cual, desde mi punto de vista científico, es más aviso moral que cuestión zoológica.

**NOTA
Golosina: s. f. El apetito desarreglado de comer sin necesidad cosas que sirven poco para mantener la vida. Lat. Gula inordinata. Liguritio. Fr. L. de Gran. Tratd. de la Orac. Miércoles en la noche, 3. Esta es la dentera que me causan ahora mis golosinas. Grac.. Mor. f. 28 Los que exercitan la virtud y bondad, no conviene que tomen semejantes golosinas.

Invitados

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 31/01/2011 a las 12:16 | Comentarios {0}


Razones del hombre y el capricho
Están muriendo. De norte a sur. De este a oeste. Dejaré quince minutos más los pimientos en el horno. Mientras allí -¿importa el nombre o la latitud y la longitud?- han sido acribillados o ruedan las cabezas o se lapida a la adúltera o muere en la mesa de quirófano por una operación de estética en Düsseldorf o se estrella contra el automóvil o evita una zanja y cae a un pozo. ¿Servirá para algo? ¿Mejor escuchar las cuerdas de una guitarra y dejar que la mañana amaine el temporal de vidas violentadas? ¿Quién es, realmente, Hosni Mubarak? ¿Qué es esa perfidia llamada Partido Popular? ¿Hemos de seguir tragando sapos y culebras y discursos y banderas? ¿Dejaríamos morir a nuestros niños, a los que ahora juegan en el parque sin un tanque cerca? ¿Y las armas? ¿Y las alertas? ¿Por qué no escupimos de una vez por todas a tanto impostor, a tanta sotileza? ¿Nos ponemos a especular sobre las consecuencias de las revueltas en el Magreb en el comercio internacional? ¿Entendemos que el gobierno chino se acojone? ¿Quiénes son esos putos gobernantes chinos? ¿Prefiero seguir escuchando el Concierto de Aranjuez? ¿Y qué me cuentas del motín de Esquilache? ¿Y por qué existió Antonio Pérez? ¿Existe realmente la phowa? No debe evaporarse el agua del todo. No debe arder el mundo al unísono. Ahora imagino a la mujer con pañuelo lanzando con su honda una piedra contra el Phantom. ¿Y si lo alcanza? ¿Es mejor callar? ¿Es mejor seguir alimentando a las ONGs? En Nicaragua. En Nicaragua. Y aquí, en España, país de ladrones, envidias y soflamas... ¡Calma, calma! ¿Por qué hemos de soportar a Aznar y a Botella? Bastardos ambos de la moral y la decencia. Con esas miradas lúgubres y ese afán por ser criminales de primera a ser posible en la universidad de Georgetown (universidad jesuita, por cierto). Vamos a seguir dando vueltas y vueltas a viejas pretensiones ya perdidas. Voy a apagar los pimientos. El otro día se me pasaron y al sacarlos del horno tuve la visión del brazo de una mujer recién horneada hace sesenta años en un famoso crematorio de Polonia. Los medios de comunicación, sedientos de noticias frescas, afilan sus dientes en el norte de África. Ya tienen regueros de sangre que contar, eso sí, con las sesudas reflexiones de expertos en el tema. ¿Pero, qué expertos? ¿Qué tema? ¿El de un pueblo sometido que pide, durante un segundo, un respiro? ¿El tema de David contra Goliat? ¡Qué indecencia, claman! ¡Quién clama! Al menos en Australia se ha librado una batalla entre dos hombres con una red por medio. No ha habido víctimas colaterales. No se ha producido el estado de excepción e incluso al final ha habido premios. Ruido y furia. Sí, ya lo conocemos pero no lo sabemos. Nada aprendemos porque olvidamos. Ruido y furia en las calles de El Cairo. ¿Y el limo del Nilo? ¿Y el agua bendita de los cojones y los sermones en los lupanares y el sólido tedio del estudio y las lágrimas por un amor burgués y el centro comercial en llamas y la necesidad de amar? Y el cuerpo, y el gozo y la lámpara y la carretera y la montaña y Rachmaninoff. Ruido y furia contado por un idiota que no significa nada y sin embargo, dejadme decirlo bien alto, significa tanto. ¡Oh, Shakespeare, qué buena frase te salió y qué falsa! ¿Por qué cojones tengo que seguir aguantando al canalla fascista de Jaime Mayor Oreja con su barba de cursi aburrirse con el dinero de todos en el Parlamento Europeo?
Los pimientos están sudando envueltos en las hojas de los periódicos. Quiero abrazarte y besarte la boca al tiempo que quiero gritar, gritar a la cara de la gran esperanza negra, un tal Barak Obama al que le dieron el Premio Nobel de la Paz imagino que por llevar ya más de tres años sin cerrar Guantánamo. ¿Y debemos confiar? ¿De verdad debemos confiar? Voy a aliñar los pimientos con aceite, azucar y sal.

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 30/01/2011 a las 12:38 | Comentarios {0}


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