Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Aires
Me beberé el cuenco. Miraré las nubes que asaltan los cielos. No pronunciaré juicio estético alguno. Seguiré el camino con la cabeza gacha suponiendo "¿y si fuera un impostor?" Volveré. Aunque volver, volver nunca se vuelva.
Déjame las manos prietas. Déjame mirarte como en aquel noviembre de 1960.
No podré hacer un salto. Me quedaré un rato concentrado en la la loca de la casa, no me reiré de ella, no me hace puta gracia; la miraré como mira el entomólogo la metamorfosis del insecto. (Baja la voz. Adopta su cara un gesto cómplice) La mente es un insecto que se olvidó de cambiar.
Lo beberé todo. Nada me dejaré dentro. Sacaré toda esta vida que arranca lejos cuando el color aún no se veía y el caldo hervía y no existía la idea de membrana. Fluir todo fluía. Vivir nada vivía. Sin vida no hay mirada.
 

Narrativa

Tags : Rapsodia en noviembre Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 01/11/2025 a las 20:43 | Comentarios {0}



En el principio, cuando el cielo estaba muy cerca de la tierra, Dios otorgó a la pareja primordial sus dones, haciendo que éstos descendieran hasta ellos colgados al extremo de una cuerda. Un día les envió una piedra, pero los antepasados sintieron a la vez sorpresa y descontento, por lo que se negaron a recogerla. Poco tiempo después, Dios hizo descender de nuevo la cuerda; esta vez traía una banana, que fue inmediatamente bien recibida. Entonces oyeron los antepasados la voz del Creador: "Por haber preferido la banana, vuestra vida será como la vida de este fruto. Si hubierais elegido la piedra, vuestra vida hubiera sido como la existencia de la piedra, inmutable e inmortal".
 

Narrativa

Tags : Mitologías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 30/10/2025 a las 20:38 | Comentarios {0}


Cuentecillo en verso



Ya no estará
será helio
sol absorbido
Por la llanura quedará un resto
como el matapolvo que cae sobre el camino y varía levemente el tono de la tierra
La noche se agiganta
El peso no se hace leve
Brilla la esfera apagada
Ya explotó el globo
Sólo queda de lo humano una máquina de coser y una cuchara
las cuales vagan por el cosmos
como dormidas
como mecidas
Ya no estará y el mundo, probablemente, siga; habrá nuevos anuncios para nuevos productos y una que ya es vieja dirá que todo se repite, que todo sigue igual
Así es que hoy, piensa,
se atará fuerte los cordones de las botas
se ceñirá la zamarra para que el viento no entre por donde no debe entrar
se armará de gorro y bufanda
y ascenderá, ascenderá, ascenderá por el árbol que le une con el más allá
y al llegar allí se perderá
y yacerá y soñará que el espacio es tan sólo una letra finita
 

Cuento

Tags : Cuentecillos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/10/2025 a las 19:26 | Comentarios {0}



El frío había ido entrando poco a poco en el valle. Las nubes se iban haciendo dueñas de los cielos. Una bandada de estorninos, cardumen invertido de sardinas, jugaba a llenar el aire de trazos automáticos, tiznajos negros hermosos como Ártemis desnuda y poderosa. Unas manos masculinas terminaban de acariciar los senos de su amiga. La muchacha se recomponía mientras el rubor en las mejillas nos hablaba del gozo de sentir. Sí, la vida también se da y se calienta la sangre aunque el frío vaya entrando por las venas de los valles. La tarde fugaba. Muchos árboles habían deducido que ya era tiempo de ahorrar energía. El cuello del hombre con su perro era un manchón impresionista en mitad de un bosquecillo. El viento de todos los noviembres se anunciaba y allá, en las últimas montañas, se ondulaba una cortina de agua que habría de llegar.
El joven acompañó hasta la puerta de su casa a la muchacha. Se besaron con hondura las bocas, carnosas ambas como duraznos de verano. Él se alejó cuando ella cerró la puerta. Pensó que todo el mundo en ese instante le cabía. Pensó que el cuerpo, aunque hecho de barro, no podía sino ser barro de cielo y que las estrellas que tan tímidamente empezaban a titilar eran las madres de sus terminaciones nerviosas y del desarrollo del olor de ella, de la piel de ella, del vello de ella y caminaba mientras imaginaba la bóveda celeste llena de diosecillos locos que urdían milagros en sus ojos y nuevas formas de sentir el gozo de beber.
Sí, el frío había ido entrando por el valle mientras él imaginaba un invierno de cuerpos y auroras rosas y azules como el nacer.
 

Cuento

Tags : Cuentecillos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 23/10/2025 a las 20:24 | Comentarios {0}



Me desfiguro y sueño el alce que deviene encina o la cruz derritiéndose en caramelo sobre la calavera de mi padre. La noche me asusta y siento ganas de maullar. La noche no puede ser la noche si tú no eres la luna, le dije al oído a una mujer honrada que me besaba los labios como si quisiera encontrarlos. Es una imagen. La antítesis de todo lo que predecían los oráculos hasta que llegué a Casandra y me dijo la verdad y yo no la creí. La tarde había sido hermosa. Los colores ocres de las hojas de los robles, los cielos semi cubiertos de nubes gruesas, de esas nubes con aires de madonna. Quise agarrarme a una soga que pendía del árbol que está en lo alto de la colina, a la que nunca he llegado, del que pendieron tantos; es un árbol sin nombre, es un árbol largo como la vida, de infinitas ramas como la muerte; si te quedas mucho rato mirándolo empiezas a escuchar una música que te hechiza y te eleva hacia él como quien va hacia dios sin saber que cuando esté muy próximo a él le helará el corazón. Me desfiguro. Me allano. Me quedo sin órganos. La voz se va callando, es cierto que todavía hace aspavientos, algunos tienen la gracia de lo raro, la mayoría son parcos. Otoñal. 
 

Cuento

Tags : Cuentecillos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 13/10/2025 a las 18:57 | Comentarios {0}


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