Documento 17 de los Archivos póstumos de Isaac Alexander.
Sin fecha ni lugar.
Para contar bien una historia sólo hay un camino: empezar por la primera frase.
La primera frase, te dirás... la primera palabra de la primera frase.
La primavera es cruel, por ejemplo
o Me digo: he de intentarlo de nuevo. Inténtalo de nuevo como cuando eras chico
(una mesa verde de oficina. Una mesa verde que trajo mi padre de la oficina en la que trabajaba, en la que no trabajaba de abogado que era lo que ponía cuando me obligaban a que pusiera la profesión de mi padre. Una mesa verde de oficina, metálica, con un cristal encima. No era cómoda aquella mesa para escribir. Fue mi primera mesa. Frente a la pared. De espaldas a la puerta del cuarto. Un cuarto que compartía con mis dos hermanos). Me hacía distinto. Seguro que pensaba que me hacía distinto. Era la único distinto. No tenía máquina de escribir. Tampoco sé si en esta historia se habrán inventado las máquinas de escribir. Ahora he sido cobarde. Porque iba por otro sitio. Estaba recordando, realmente, hechos que pudieron haber ocurrido. La noche se ha hecho grande. Eso es lo que tiene. He echado una ojeada a unas hojas. Uno ya sabe cuándo está empezando a poner paja.
Para contar bien una historia hay que poner toda la paja que se necesaria y luego hay que tener los arrestos para primero llamarlo paja y después quitarla, arrasar con ella.
Suficiente por hoy.
La primera frase, te dirás... la primera palabra de la primera frase.
La primavera es cruel, por ejemplo
o Me digo: he de intentarlo de nuevo. Inténtalo de nuevo como cuando eras chico
(una mesa verde de oficina. Una mesa verde que trajo mi padre de la oficina en la que trabajaba, en la que no trabajaba de abogado que era lo que ponía cuando me obligaban a que pusiera la profesión de mi padre. Una mesa verde de oficina, metálica, con un cristal encima. No era cómoda aquella mesa para escribir. Fue mi primera mesa. Frente a la pared. De espaldas a la puerta del cuarto. Un cuarto que compartía con mis dos hermanos). Me hacía distinto. Seguro que pensaba que me hacía distinto. Era la único distinto. No tenía máquina de escribir. Tampoco sé si en esta historia se habrán inventado las máquinas de escribir. Ahora he sido cobarde. Porque iba por otro sitio. Estaba recordando, realmente, hechos que pudieron haber ocurrido. La noche se ha hecho grande. Eso es lo que tiene. He echado una ojeada a unas hojas. Uno ya sabe cuándo está empezando a poner paja.
Para contar bien una historia hay que poner toda la paja que se necesaria y luego hay que tener los arrestos para primero llamarlo paja y después quitarla, arrasar con ella.
Suficiente por hoy.
Ventanas
Seriales
Archivo 2009
Escritos de Isaac Alexander
Cuentecillos
Fantasmagorías
Meditación sobre las formas de interpretar
¿De Isaac Alexander?
Libro de las soledades
Colección
Apuntes
Archivo 2008
La Solución
Aforismos
Reflexiones para antes de morir
Haiku
Recuerdos
Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis
Olmo Dos Mil Veintidós
Sobre las creencias
Jardines en el bolsillo
El mes de noviembre
Listas
Olmo Z. ¿2024?
Saturnales
Agosto 2013
Sobre la verdad
Citas del mes de mayo
Rapsodia en noviembre
Sincerada
Marea
Mosquita muerta
Reflexiones
El Brillante
No fabularé
El viaje
Sinonimias
El espejo
Desenlace
Perdido en la mudanza (lost in translation?)
Cartas a mi padre
Asturias
Velocidad de escape
Derivas
La mujer de las areolas doradas
La Clerc
Carta a una desconocida
Sobre la música
Biopolítica
Lecturas en alta voz
Ensayo sobre La Conspiración
Tasador de bibliotecas
Archives
Últimas Entradas
Enlaces
© 2008, 2009, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2015, 2016, 2017, 2018, 2019, 2020, 2021, 2022, 2023, 2024 y 2025 de Fernando García-Loygorri, salvo las citas, que son propiedad de sus autores
Ensayo
Tags : Escritos de Isaac Alexander Escrito por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/01/2018 a las 00:40 |