Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
L’Atelier du peintre. Allégorie Réelle déterminant une phase de sept années de ma vie artistique (et morale) de Gustave Courbet. 1855
L’Atelier du peintre. Allégorie Réelle déterminant une phase de sept années de ma vie artistique (et morale) de Gustave Courbet. 1855

Es una mascarilla verde la que se acerca (...) eso debe ser morir. Ahora escucho cómo Violeta, mientras trajina ve una serie en inglés y no entiendo nada. Ella está en la cocina. Yo estoy en mi habitación. ¿Será una buena comparación con la muerte? Tengo recién abiertas las tripas. Tengo hematomas en el pubis, en la base de la polla y una cicatriz aún con grapas en el costado izquierdo.

Eso es todo. No sé si querré más. No sé si volveré. Lo intento. Juro que lo intento. A mis sesenta y un años. Lo sigo intentando. Esta mañana mismo. Lo intentaba. Me trasladaba. Hacía hablar a alguien. La pluma no escribía bien. Me doy cuenta de que me he vuelto muy maniático. O, sencillamente, son excusas. Luego pienso en Miles Davis que les aconsejaba a sus músicos en la época del jazz fussion, Toca como si no supieras. Yo también lo intento. Ahora que he vuelto a la vida y Violeta cocina y escucha una serie en inglés de la que nada entiendo mientras yo tecleo por primera vez desde hace cuatro días. Hoy hace cuatro días iba con mi amigo Luis hacia el hospital de El Escorial para que me operaran. Es curioso porque en vez de Escorial me ha salido "escrotial" que tiene que ver con escroto, el cual está cerca del lugar donde me operaron. ¡Qué amables las mujeres del quirófano! Eran todo mujeres. Me llamó la atención. Me alegró. Quizá porque estoy hasta los cojones de los hombres y nuestros juegos territoriales. No sé si es por eso. No sé si siento hoy esta desazón por un sueño tristísimo que he tenido. O si sencillamente la recuperación conlleva cierto grado de melancolía.

No sé si volveré a hacerlo con el entusiasmo necesario o si lentamente lo iré dejando hasta que muera o yo o mi deseo de seguir intentándolo (me viene ahora a la cabeza Beckett. Me digo, Vuelve a leer a Beckett, lee El innombrable. Dudo, como casi siempre, si poner el título con mayúscula. Me duele la herida de la operación, la que llevo como una cornada desde hace cuatro días y que me atraviesa el vientre. Quisiera levantarme. También, a veces, quisiera ser otro, que todo hubiera sido de otra manera. Pero no hay otra manera. Todas las maneras serían, en esencia, parecidas. Huelo, a lo lejos, el aroma de un huevo frito en aceite de oliva. Estoy en España. Parece que mi país es España. Parece que soy español (hermosa la paradoja de la terminación en -ol para el gentilicio de España. Tiene Américo Castro un precioso estudio sobre el motivo de esta extraña terminación. Si no recuerdo mal concluía el maestro que la terminación viene de un préstamo provenzal. No sé por qué me he ido por aquí. Sigo escuchando la serie que Violeta mira mientras cocina. Se ha hecho tan mayor Violeta. También yo me he hecho muy mayor. El día ha amanecido muy nublado. He vuelto a hacer un par de problemas de ajedrez. Me duele el bajo vientre. Me duele estar sentado. Tengo hambre. El azúcar está controlada. Si hubiera muerto, entonces, si (...)  Ocurre un hecho extraño. Probablemente sea por el frío en la punta de los pies. Pienso que quizá no sea capaz de vivir con este frío tan intenso y de ahí me viene la idea del suicidio en Occidente, el poco respeto que se le tiene al suicidio y siento el deseo de volver a leer a Ramón Andrés. Esto fue antes. Cuando me pongo a escribir ya no es lo mismo. Todo lo que pienso resuena mas fuerte en mi cerebro, más definitivo. Será la represión. Será eso, que tiene -la represión- una gran fuerza en la punta de los dedos.
 

Memorias

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 20/12/2021 a las 14:43 | Comentarios {0}








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