Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Me desfiguro y sueño el alce que deviene encina o la cruz derritiéndose en caramelo sobre la calavera de mi padre. La noche me asusta y siento ganas de maullar. La noche no puede ser la noche si tú no eres la luna, le dije al oído a una mujer honrada que me besaba los labios como si quisiera encontrarlos. Es una imagen. La antítesis de todo lo que predecían los oráculos hasta que llegué a Casandra y me dijo la verdad y yo no la creí. La tarde había sido hermosa. Los colores ocres de las hojas de los robles, los cielos semi cubiertos de nubes gruesas, de esas nubes con aires de madonna. Quise agarrarme a una soga que pendía del árbol que está en lo alto de la colina, a la que nunca he llegado, del que pendieron tantos; es un árbol sin nombre, es un árbol largo como la vida, de infinitas ramas como la muerte; si te quedas mucho rato mirándolo empiezas a escuchar una música que te hechiza y te eleva hacia él como quien va hacia dios sin saber que cuando esté muy próximo a él le helará el corazón. Me desfiguro. Me allano. Me quedo sin órganos. La voz se va callando, es cierto que todavía hace aspavientos, algunos tienen la gracia de lo raro, la mayoría son parcos. Otoñal. 
 

Cuento

Tags : Cuentecillos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 13/10/2025 a las 18:57 | Comentarios {0}








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