Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Existen grupos que no pueden criticar la lapidación de la señora Shakiné Mohammadi-Ashtiani. Nosotros sí podemos. Este nosotros comprende a todos aquellos que estamos en contra de la pena de muerte.

Ningún gobierno que aplique la pena de muerte tiene derecho a criticar la decisión judicial de los tribunales iraníes.

No pueden invocar su moral para criticar la moral del otro (al fin y al cabo la moral es el uso de la costumbre) y si en las leyes de ese país se establece la muerte por lapidación de una mujer, ésas son las leyes de ese país y serán los ciudadanos de ese país y los ciudadanos del mundo que estén radicalmente en contra de la pena de muerte como castigo jurídico, quienes habrán de luchar por los cambios de las leyes . Pero no porque se trate de discriminación contra la mujer, de antigualla moral, de muerte indecente, sino porque se está radicalmente en contra de la pena de muerte (las otras tres razones serían fundamentos de la argumentación).

La hipocresía se define como el fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan.

Lo importante de la noticia no es la señora Shakiné Mohammadi-Ashtani, la injusticia que se comete contra ella, sino la imagen que se exporta al mundo del Diablo Iraní. Es una noticia de propaganda de guerra.

No hace falta en absoluto acudir a ejemplos donde la muerte bárbara se realiza a diario. Ni tampoco recurrir al argumento de los métodos de guerra que los países invasores han ejercido en los países invadidos (los mismos, claro, que critican esta sentencia). Ni recurrir argumentalmente a sus propias ejecuciones (en el caso de los Estados Unidos, principalmente, negros y pobres). Ni recordar (como hoy he tenido la desgracia de hacer) las atrocidades que se produjeron durante la guerra de Yugoslavia de los años 90 en la civilizadísima Europa.

El mundo es cruel e injusto y por señalar lo malo e injusto que es el de enfrente no se es necesariamente menos cruel y más justo. Sólo desde la integridad moral (dentro de la moral propia) se puede intentar dar lecciones de la misma a otras morales y otras sensibilidades. Si no es papel mojado o propaganda de guerra. Y eso solivianta aún más los ánimos.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 17/08/2010 a las 12:22 | Comentarios {0}








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