Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

1993


El Juramento
La mañana se levantó nublada, el mar bramaba y grandes olas barrían el malecón. Era uno de esos días en los que apenas si apetece levantarse de la cama en donde todo es mullido y caliente y los sueños nos muestran agradables rincones llenos de juegos. Pero había escuela y la voz del padre sonó justo en el momento en el que el león rugía.
Tigrian salió a la calle enfundado en su chubasquero azul y con sus botas de agua.
Tigrian dobló la esquina camino del colegio y se topó con su amiga Milena.
- Tiene que ser hoy le dijo Milena mientras miraba vigilante a su alrededor.
- No puedo Milena, tengo que ir al colegio.
- No creo que tenga que recordarte nuestro juramento.
- ¡Por supuesto que no!, protestó Tigrian, pero...
- De peros nada.
- Claro, si tú tuvieras que ir al colegio no serías tan chulita.
- ¿Vienes o no?, ¿o es que tienes miedo?
Tigrian no contestó, miró furibundo a Milena y le señaló el camino hacia la gruta.

La Gruta De Los Contrabandistas
La Gruta de los Contrabandistas se halla en un entrante del acantilado, en realidad es una oquedad suya; a ella se puede acceder por mar en los días de calma pero en los días de temporal cualquiera que se aventurase se estrellaría contra las rocas por el embate de las inmensas olas que asolan el mundo. En los días de temporal tan solo se puede llegar a la gruta descendiendo por la casi vertical pendiente del acantilado. Tan sólo en los días de temporal las olas, al entrar con furia en la gruta y llegar muy dentro de ella, hacen brillar el tesoro embrujado de los contrabandistas pero nadie ha logrado recuperarlo jamás porque, según cuentan los viejos marineros y mejor que nadie el patrón Bakhá, bajo la piedra del acantilado se esconden los Espíritus de la Tierra y a aquéllos cuya avaricia les hace aventurarse por las resbaladizas rocas en busca del tesoro, los despeñan para que sirvan de alimento a los seres del mar. Pues es la avaricia del hombre la que ha mermado las riquezas de la tierra.

El Descenso
Espantoso gris el cielo empapa la tierra de lluvia; brillan las laderas verdes de las montañas y las rocas del acantilado también brillan. Tigrian y Milena como dos fugitivos, echan el cuerpo al borde de la tierra y estudian el descenso.
- Por allí hay un camino, dice Milena, pelo mojado por la lluvia, ojos muy negros y alegres.
- ¿Estás segura, Milena? -responde Tigrian- manos mojadas, pecas mojadas, sin aliento-. Los Espíritus de la Tierra...
- ... son mis amigos.
Sólo los ojos de las vacas y unas ruedas abandonadas de tractor ven desaparecer a Tigrian y Milena de la cima.
Comienzan el descenso, las botas se agarran con dificultad a los salientes de las rocas; las manos resbalan. Descienden juntos, todo es rugir de olas y chapotear de lluvia. Milena va por delante, segura del camino a seguir. Tigrian detrás va cobrando seguridad a medida que descienden y los Espíritus del la Tierra no aparecen y sin embargo, de vez en cuando, creen percibir ligeros movimientos de la roca y rumor bajo sus pies.

La Aparición
Entonces cayeron, creyeron llegado su fin, la mar se convirtió en una gran boca llena de saliva dispuesta a engullirlos; caían cogidas las manos, por primera vez cogidas. Pero desapareció el mar y fueron surgiendo, a ráfagas, el Espíritu del Rosal y el del Carbón, llegaron los espíritus del Olivo, de la Arena y la Caliza, aparecieron los espíritus del Petróleo, las Gemas, el gran espíritu del Baobab, de la Caoba y del Liquen. Todos, todos los Espíritus de la Tierra se congregaron alrededor de los niños porque, como en la leyenda se afirma, antes de lanzar a los hombres al mar, los Espíritus de la Tierra los palpan y de esta forma saben las intenciones del hombre que desciende.
Milena abrió los ojos y los Espíritus la palparon, se llenaron de ella y ella, tranquila y con miedo, llamó por sus nombres a todos los que conocía y a los que no les preguntaba:
- ¿Y tú qué eres?
Y por el tacto ella misma descubría su nombre. Y reía al pronunciar algunos.
Tigrian sudaba, todo su cuerpo temblaba porque no sabía que los Espíritus de la Tierra no palpan las apariencias sino lo más hondo de cada ser y así supieron que Tigrian no quería el tesoro de los contrabandistas para enriquecerse sino que tan sólo deseaba verlo, tanta era su curiosidad y este don de los animales es algo que gusta mucho a los Espíritus de la Tierra. Una vez hubo terminado el reconocimiento y se hubieron conocido unos a otros, los Espíritus de la Tierra se retiraron a deliberar. Entonces se fundieron entre ellos y allá se veía una mezcla de Lirio y de Diamante que se fundía con retazos de Espora, Madreselva, Piña, Sicómoro y por allí se formaban divertidos conglomerados con Jacinto, Junco, Antracita y Sílex. Cuando tomaron la decisión se separaron.

La Decisión De Los Espíritus De La Tierra
Los Espíritus del Hierro y el Sauce se acercaron a los niños y los acogieron en ellos; vertiginosamente descendieron hacia la Gruta de los Contrabandistas seguidos por todos los demás Espíritus y entraron en ella y durante minutos que parecían siglos se fueron adentrando más y más y sin embargo cuanto más avanzaban mayor era la claridad hasta que todo se detuvo, se esfumaron los Espíritus y Tigrian y Milena se encontraron ante el tesoro de los contrabandistas.

El Tesoro De Los Contrabandistas
El Tesoro de los Contrabandistas es un planeta muy pequeño que late en el corazón de la Tierra. A medida que el hombre arranca con avaricia los bienes de los Espíritus de la Tierra este pequeño planeta va menguando y su luz apagando. Cuando desaparezca, el corazón de la Tierra dejará de latir y los Espíritus de la Tierra morirán y morirá la Tierra. Este es el Tesoro de los Contrabandistas.

Tigrian Y Milena
Milena y Tigrian despertaron en la cima del acantilado. Supieron que no habían soñado, corrieron ladera abajo camino del pueblo y a los cuatro vientos gritaron que habían visto el tesoro de los contrabandistas. Sólo los niños y el viejo marinero Bakhá les creyeron. Tigrian estuvo una semana castigado por haber hecho novillos.
Cuando pudo salir fue con Milena a visitar al viejo marinero. Le contaron la historia de los Espíritus de la Tierra. Bakhá guardó silencio y al fin dijo:
- Por fin mis hermanos me han escuchado. Necesitamos de la ayuda de los hombres para salvar la Tierra.
Y esfumándose, el viejo marinero se convirtió en el Espíritu del Barro.


Cuento

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 05/10/2009 a las 12:34 | Comentarios {0}








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