Voy a contarte el secreto de la mandrágora
ahora que los ojos están anegados de arena
y lo que se filtra por el embudo del tiempo
son las cenizas de la amada
Voy a contarte sentado
con los libros abiertos
y las lupas prestas a aumentar las notas a pie de página
si es que fuera necesario
la aclaración erudita de lo que implica navegar
Voy a contarte el secreto
porque el renacimiento ya pasó
porque desde el día de ayer hay en mi piel un vértigo de serpiente entre la hiedra
porque sueño la devastación
porque descubrí que el cambio de los siglos apenas tiene incidencia en las estrellas
porque, querida, mi estirpe se viene abajo
porque en mi líquido seminal apenas quedan ya homúnculos que te fecunden
Voy a contarte
la raíz de la vida
y cómo se arrastra el gusano hacia su incertidumbre
Voy a contarte
la composición del cobre
como si fuera la declaración de amor más bella
que un gaucho del Romanticismo le hiciera
a una mina linda como el invierno patagón
Voy a contarte riberas, afluentes, escalas, infiernos alfombrados con el otoño de nuestras calaveras,
Voy a contarte aceras de ciudades en las que nunca estuve
y cordilleras estrechas cuales pasos entre gargantas
Voy a contarte anhelos al calor de una sopa de ajo
Voy a contarte esperas
como si de ellas dependiera la breve frugalidad del comienzo
No me olvido de la promesa primera:
el secreto de la mandrágora
sólo que ahora que cantan los pájaros
y ladra a lo lejos el collie
mientras atraviesa el cielo una bandada de grullas
no quiero someterte a la tortura del conocimiento
sino que me gustaría más tomar tu mano y olerla
Deja que sea para más tarde,
querida mía, espejo donde mirarme, agua cristalina, nubecita de algodón, espina de azúcar, clavo de Orión
Déjame admirarte
Deja que me despoje
(me siento a tu lado, huele a cereza,
la calma se traduce en el movimiento de una rama de arce japonés
y se escucha en las notas, lejanas, de un piano)
y beba el líquido de tu boca
(ambrosía de dios, número primo)
y sienta que tu piel me toca
y admire que nuestros puntos de vista tiendan hacia el mismo lugar
Sonreiremos
¿Estamos en el columpio?
¿Cantamos?
¿Nos abrazamos?
Te iba a contar el secreto de la mandrágora...
ahora que los ojos están anegados de arena
y lo que se filtra por el embudo del tiempo
son las cenizas de la amada
Voy a contarte sentado
con los libros abiertos
y las lupas prestas a aumentar las notas a pie de página
si es que fuera necesario
la aclaración erudita de lo que implica navegar
Voy a contarte el secreto
porque el renacimiento ya pasó
porque desde el día de ayer hay en mi piel un vértigo de serpiente entre la hiedra
porque sueño la devastación
porque descubrí que el cambio de los siglos apenas tiene incidencia en las estrellas
porque, querida, mi estirpe se viene abajo
porque en mi líquido seminal apenas quedan ya homúnculos que te fecunden
Voy a contarte
la raíz de la vida
y cómo se arrastra el gusano hacia su incertidumbre
Voy a contarte
la composición del cobre
como si fuera la declaración de amor más bella
que un gaucho del Romanticismo le hiciera
a una mina linda como el invierno patagón
Voy a contarte riberas, afluentes, escalas, infiernos alfombrados con el otoño de nuestras calaveras,
Voy a contarte aceras de ciudades en las que nunca estuve
y cordilleras estrechas cuales pasos entre gargantas
Voy a contarte anhelos al calor de una sopa de ajo
Voy a contarte esperas
como si de ellas dependiera la breve frugalidad del comienzo
No me olvido de la promesa primera:
el secreto de la mandrágora
sólo que ahora que cantan los pájaros
y ladra a lo lejos el collie
mientras atraviesa el cielo una bandada de grullas
no quiero someterte a la tortura del conocimiento
sino que me gustaría más tomar tu mano y olerla
Deja que sea para más tarde,
querida mía, espejo donde mirarme, agua cristalina, nubecita de algodón, espina de azúcar, clavo de Orión
Déjame admirarte
Deja que me despoje
(me siento a tu lado, huele a cereza,
la calma se traduce en el movimiento de una rama de arce japonés
y se escucha en las notas, lejanas, de un piano)
y beba el líquido de tu boca
(ambrosía de dios, número primo)
y sienta que tu piel me toca
y admire que nuestros puntos de vista tiendan hacia el mismo lugar
Sonreiremos
¿Estamos en el columpio?
¿Cantamos?
¿Nos abrazamos?
Te iba a contar el secreto de la mandrágora...
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Ensayo
Tags : Atrofias Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/05/2019 a las 13:21 |