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Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Hereje. Versión de Loygorri. 2020 (en base a una foto previa de autor anónimo)
Hereje. Versión de Loygorri. 2020 (en base a una foto previa de autor anónimo)
23h. 53m.
En la antigua Grecia el término αἱρετικὁϛ significaba partidista sectario y este nombre venía a su vez del verbo αἱρεῖσθαι que significa coger, escoger, abrazar un partido. Es curioso cómo hay palabras que desde un significado más o menos neutro, van derivando hasta convertirse en palabras con un significado peyorativo. En el caso de hereje ocurrió así porque el castellano tomó prestado en el siglo XII del occitano antiguo el término eretge debido a la gran extensión que alcanzaron las herejías de los Cátaros y los Albigenses frente a la ortodoxia católica.
En el diccionario de doña María Moliner se define hereje como la persona que sostiene o cree doctrinas contrarias a los dogmas de la religión católica; también es hereje el que dice o hace irreverencias o blasfemias y también -según el D.R.A.E.- es hereje sinónimo de desvergonzado, descarado, procaz. Ya de mi cosecha, añado, que por extensión se relaciona lo herético con lo heterodoxo.
Desde el Romanticismo los heterodoxos empezaron a ser reivindicados en la literatura y el Arte; el siglo XX es la culminación de la adoración a la Herejía y en las Bellas Artes las vanguardias son buena prueba de ello. El conservador Chesterton, que tanto gustaba a Borges -nunca he entendido muy bien por qué si no es porque ambos eran conservadores- se sintió en la obligación -moral, imagino- de escribir un libro en defensa de la Ortodoxia como si ésta necesitara de más Padres que la avalaran.
Te escribo todo esto, querido, porque a parte la idealización que se quiera hacer de las bondades de salirse de la recta doctrina, ser hereje te condena al ostracismo y al repudio social. Por eso estoy por asegurar que ser hereje nunca puede ser una elección sino que las circunstancias de la vida y cierta predisposición mental llevan a determinadas personas a encontrarse un día rechazadas, perdidas y solas. Rechazadas no por cualquiera sino por los suyos o los que ellas creían suyos, por aquéllos con los que les unía un lazo de los llamados de sangre, ya sea madre, padre, hermano o hija. Porque has de saber que herejes hay muy pocos, muy pocos y lo terrible de esa escasez es que, a diferencia del genio, el hereje no tiene valor añadido ninguno. Ese repudio suele llevar a la perdición que es una de las experiencias más desoladoras del ser humano. Nosotros, como tales, necesitamos certezas, ubicaciones, puntos fijos desde donde trazar rumbos. Imagina a un navegante solitario sin ningún instrumento con el que ubicarse que atravesara un mar bajo un cielo constantemente cubierto. Esta es una buena imagen tanto para la perdición del hereje como para su soledad.
Yo por ejemplo me pregunto: ¿me podrán aceptar las feministas ortodoxas a mí que acompaño cada artículo con un cuerpo de mujer semi desnudo que alimenta la erótica del varón colocando el cuerpo de la mujer como objeto de deseo? Por mucho que yo sepa que ninguna mujer puede ser objeto sino sólo puede ser sujeto... y sí, también sujeto de deseo. (Recuerdo ahora una respuesta del filósofo español José Bergamín que decía, ¿Cómo quiere usted que sea objetivo si no soy un objeto? Como sujeto sólo puedo ser subjetivo... juegos de la imaginación, traducidos al absurdo del lenguaje.
Ser hereje es quedarse apartada para siempre.
Ser hereje es no poder pertenecer a ningún grupo.
Ser hereje te convierte en una apestada social y familiar.
Ser hereje, querido, te deja a los pies de los caballos... los cuatro del Apocalipsis.
No te apartes de la recta vía, amigo, para que puedas vivir por ti y por mí la dulzura de una bienvenida.

Narrativa

Tags : Apuntes Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 01/04/2020 a las 23:53 | Comentarios {0}








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