Secuencia única
						 Sec.- 1 Terraza del Café Gijón (Ext/noche)
					 
					 
					 
Amador mira entre las mesas. Atraviesa por el paseo el umbral de la terraza. Elige una mesa junto al seto que divide la terraza del paseo. Se sienta. Se hace un cigarrillo. Tiene cuarenta y cinco años. Una mirada verde y pequeña. Unos labios gruesos. Empieza a engordar. Empieza a calvear por la coronilla y por la frente.
					 
					 
Llega el camarero. Un tipo sucio.
					 
					 
CAMARERO:
Usted dirá.
					 
					 
AMADOR:
No quiera saber lo que diría.
					 
					 
CAMARERO:
¿Perdón?
					 
					 
AMADOR:
Traígame una cerveza.
					 
					 
CAMARERO se va.
AMADOR se pasa la mano derecha por la boca. Respira. Enciende el cigarrillo. Mueve los hombros. Saca el móvil. Lo activa. Lo desactiva.
Vuelve CAMARERO. Le sirve la cerveza. Le deja la nota. AMADOR la mira. CAMARERO se va. AMADOR da un trago. Respira hondo. Mira la hora. Da otro trago. Cruza una pierna.
VERÓNICA entra en la terraza. Es una mujer delgada de más de cuarenta años. Va entera vestida de negro. Lleva unos botines con tacón afilado.
VERÓNICA y AMADOR se miran.
					 
					 
AMADOR:
¿Verónica?
					 
					 
VERÓNICA:
Sí.
					 
					 
VERÓNICA se acerca a la mesa.
AMADOR se levanta.
Se besan en las mejillas.
Se sientan.
					 
					 
AMADOR:
Llegas tarde.
					 
					 
VERÓNICA: (hace una mueca que parece una sonrisa)
Tarde...
					 
					 
AMADOR:
Sí, quedamos a las nueve y son las nueve y tres minutos.
					 
					 
VERÓNICA:
Ha sido el tumulto (mira hacia atrás). Cargas. Botes de humo. Ardían coches.
					 
					 
AMADOR:
Los jóvenes deberían ser condenados a trabajos forzados. ¡Cojones!
					 
					 
VERONICA:
No esperaba que fueras así.
					 
					 
Llega CAMARERO.
					 
					 
CAMARERO:
Usted dirá.
					 
					 
VERÓNICA:
Si yo le dijera
					 
					 
AMADOR estalla en una carcajada brutal. Escupe una flema sobre la mesa.
					 
					 
VERÓNICA:
Parfait d'amour con dos cubitos de hielo y un chin de cassis.
					 
					 
CAMARERO:
De eso no tenemos.
					 
					 
VERÓNICA:
Cointreau.
					 
					 
CAMARERO se va.
					 
					 
AMADOR:
Tú te pagas lo tuyo y yo lo mío.
					 
					 
VERÓNICA:
¿Y qué tal?
					 
					 
AMADOR:
Aterrado. He venido hasta aquí sin saber si quiera cómo cojones eras. Y me haces esperar. ¿Cómo quieres que esté? En este lugar tan caro. A estas horas. Cualquiera puede pasar que me conozca. Cualquiera puede decir: Mira, ví a Amador con una mujer.
					 
					 
VERÓNICA:
Eres rudo. ¿Cómo tienes el rabo? Anoche me masturbé pensando que te lo comía. Me gustaría que fuera gordo y grande.
					 
					 
AMADOR: (Duda, algo asustado al preguntar)
¿Cuánto es grande para ti?
					 
					 
Llega CAMARERO. Sirve el Cointreau. Deja la nota.
					 
					 
VERÓNICA: (Sonríe una mueca. Da un sorbo. Sufre un ligero temblor)
18 centímetros de rabo como mínimo. Ni un milímetro menos. El grosor ha de ser de 3 centímetros con 87 milímetros mínimo de diámetro.
					 
					 
AMADOR: (Carraspea)
No son unas medidas estándar. Desde que luego que no. En absoluto diría.
					 
					 
VERÓNICA:: (Sonríe una mueca)
Me he jugado la vida. No quiero menos...
					 
					 
AMADOR:
Se me hace tarde. Quizás otro día.
					 
					 
VERÓNICA: (Casi en un murmullo)
Falso, cobarde.
					 
					 
AMADOR:
Oigo a las mil maravillas. Ni falso ni cobarde sólo que tengo un rabo corto. Para qué te voy a engañar. Esas medidas exceden con mucho mi capacidad de elongación. Soy un hombre de gran proyección. Mi lengua sin ir más lejos... pero no es lo mismo. Una lengua no es lo mismo. Desde luego que no. En absoluto. Soy rudo y corto de rabo.
					 
					 
VERÓNICA:
Deberías irte. No quiero avergonzarte. Seguro que habrá mujeres para ti. Quizá les gusten tus labios. O la forma que tienes de maltratar el reloj. ¿No serás policía anti-disturbios? No te preocupes por mí. Ya lo sé todo. Buenas noches, Amador de rabo corto.
					 
					 
AMADOR: (Se levanta)
A sus pies, Verónica de exigencias milimétricas.
					 
					 
AMADOR deja unas monedas encima de la mesa. Sale de la terraza con el rabo entre las piernas.
VERÓNICA da un trago al Cointreau. Respira hondo y tiene un pequeño escalofrío.
CAMARERO, desde la barra en el interior del pabellón del Café, la mira impávido.
					 
					 
					 
					 
				 Amador mira entre las mesas. Atraviesa por el paseo el umbral de la terraza. Elige una mesa junto al seto que divide la terraza del paseo. Se sienta. Se hace un cigarrillo. Tiene cuarenta y cinco años. Una mirada verde y pequeña. Unos labios gruesos. Empieza a engordar. Empieza a calvear por la coronilla y por la frente.
Llega el camarero. Un tipo sucio.
CAMARERO:
Usted dirá.
AMADOR:
No quiera saber lo que diría.
CAMARERO:
¿Perdón?
AMADOR:
Traígame una cerveza.
CAMARERO se va.
AMADOR se pasa la mano derecha por la boca. Respira. Enciende el cigarrillo. Mueve los hombros. Saca el móvil. Lo activa. Lo desactiva.
Vuelve CAMARERO. Le sirve la cerveza. Le deja la nota. AMADOR la mira. CAMARERO se va. AMADOR da un trago. Respira hondo. Mira la hora. Da otro trago. Cruza una pierna.
VERÓNICA entra en la terraza. Es una mujer delgada de más de cuarenta años. Va entera vestida de negro. Lleva unos botines con tacón afilado.
VERÓNICA y AMADOR se miran.
AMADOR:
¿Verónica?
VERÓNICA:
Sí.
VERÓNICA se acerca a la mesa.
AMADOR se levanta.
Se besan en las mejillas.
Se sientan.
AMADOR:
Llegas tarde.
VERÓNICA: (hace una mueca que parece una sonrisa)
Tarde...
AMADOR:
Sí, quedamos a las nueve y son las nueve y tres minutos.
VERÓNICA:
Ha sido el tumulto (mira hacia atrás). Cargas. Botes de humo. Ardían coches.
AMADOR:
Los jóvenes deberían ser condenados a trabajos forzados. ¡Cojones!
VERONICA:
No esperaba que fueras así.
Llega CAMARERO.
CAMARERO:
Usted dirá.
VERÓNICA:
Si yo le dijera
AMADOR estalla en una carcajada brutal. Escupe una flema sobre la mesa.
VERÓNICA:
Parfait d'amour con dos cubitos de hielo y un chin de cassis.
CAMARERO:
De eso no tenemos.
VERÓNICA:
Cointreau.
CAMARERO se va.
AMADOR:
Tú te pagas lo tuyo y yo lo mío.
VERÓNICA:
¿Y qué tal?
AMADOR:
Aterrado. He venido hasta aquí sin saber si quiera cómo cojones eras. Y me haces esperar. ¿Cómo quieres que esté? En este lugar tan caro. A estas horas. Cualquiera puede pasar que me conozca. Cualquiera puede decir: Mira, ví a Amador con una mujer.
VERÓNICA:
Eres rudo. ¿Cómo tienes el rabo? Anoche me masturbé pensando que te lo comía. Me gustaría que fuera gordo y grande.
AMADOR: (Duda, algo asustado al preguntar)
¿Cuánto es grande para ti?
Llega CAMARERO. Sirve el Cointreau. Deja la nota.
VERÓNICA: (Sonríe una mueca. Da un sorbo. Sufre un ligero temblor)
18 centímetros de rabo como mínimo. Ni un milímetro menos. El grosor ha de ser de 3 centímetros con 87 milímetros mínimo de diámetro.
AMADOR: (Carraspea)
No son unas medidas estándar. Desde que luego que no. En absoluto diría.
VERÓNICA:: (Sonríe una mueca)
Me he jugado la vida. No quiero menos...
AMADOR:
Se me hace tarde. Quizás otro día.
VERÓNICA: (Casi en un murmullo)
Falso, cobarde.
AMADOR:
Oigo a las mil maravillas. Ni falso ni cobarde sólo que tengo un rabo corto. Para qué te voy a engañar. Esas medidas exceden con mucho mi capacidad de elongación. Soy un hombre de gran proyección. Mi lengua sin ir más lejos... pero no es lo mismo. Una lengua no es lo mismo. Desde luego que no. En absoluto. Soy rudo y corto de rabo.
VERÓNICA:
Deberías irte. No quiero avergonzarte. Seguro que habrá mujeres para ti. Quizá les gusten tus labios. O la forma que tienes de maltratar el reloj. ¿No serás policía anti-disturbios? No te preocupes por mí. Ya lo sé todo. Buenas noches, Amador de rabo corto.
AMADOR: (Se levanta)
A sus pies, Verónica de exigencias milimétricas.
AMADOR deja unas monedas encima de la mesa. Sale de la terraza con el rabo entre las piernas.
VERÓNICA da un trago al Cointreau. Respira hondo y tiene un pequeño escalofrío.
CAMARERO, desde la barra en el interior del pabellón del Café, la mira impávido.
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Guión
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/11/2011 a las 20:49 |