Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Me declaro libertino (en el sentido que a esta palabra se le daba en el siglo XVIII, es decir, en moderna terminología: librepensador). La reflexiones que voy a ir plasmando a lo largo de las próximas semanas tienen un carácter provisorio y se acogen a una de las características de uno de los métodos científicos: estas reflexiones son falsables. Incluso yo mismo, a lo largo de este periodo que hoy se inicia, podré mostrar la falsabilidad de algunas de ellas.
Estas reflexiones no pertenecen a ningún heterónimo. De cada una de las palabras que escriba en este libro el único responsable soy yo: Fernando García-Loygorri Gazapo. Por supuesto que cuando utilice citas facilitaré el nombre del autor y el título del libro o fuente de donde las haya sacado.



sí fui un niño airado
sí fui un hombre herido
sí soy un viejo triste 
(e)
 

Poesía

Tags : Reflexiones para antes de morir Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 11/04/2024 a las 23:46 | Comentarios {0}



En esa actitud cautiva me he visto. Sonrojado. El año se había vuelto bronco. Apenas había llovido y ese hecho atmosférico había alterado nuestros ánimos. Los de todos. También los ánimos de los de la parte de arriba donde decían que el aire era más puro y no transportaba tanto polvo en suspensión como aquí abajo. Teníamos la parte interna de las uñas siempre llenas de mierda. No valía cepillárselas una vez al día. Si querías tenerlas limpias, tenías que hacerlo dos o tres veces al día. Eso hacía yo. Así lo hacía. Mañana. Tarde. Noche. Porque a ella no le gustaba la roña debajo de las uñas. Sólo por eso. Tampoco me costaba tanto. Me dolía más cuando me decía, Si vivieras arriba. Si hubieras tenido los cojones de haber luchado por nosotros y haber conseguido ascender en la escala social para llegar hasta las zonas altas, entonces, sí, entonces, seguro que allí no tendrías tanta roña debajo de esas uñas que más parecen garras de buitre… ¡Vete! ¡Déjame! ¡Lávate, piojoso! En esa actitud cautiva. Sin ganas de echar en cara. Me quedo sentado. Frente a la pantalla. A veces imagino que está siendo de otra forma en otro sitio y eso no me alivia sólo que las variaciones sobre un mismo tema tienen algo de ritmo mineral. Una especie de eternidad como los estratos de las montañas. Extraña labor de los geólogos. Y como tal eternidad algo de quieto, de no movido por los siglos de los siglos. No inmóvil por deseo o por peso. No movido. La imagen es desastres a través de eones y eones en esta Tierra azotada por desastres y desastres y que por el azar hubiera un rincón del mundo por el que nunca hubieran pasado los desastres: no corrimientos de tierras, no meteoritos, no inundaciones, no fallas que chocan, no tormentas formidables, no nacimiento de moléculas. Nada. Desde el inicio. No movido. Ninguna fuerza ha ejercido influencia sobre él, excepto las inevitables, las generales al planeta Tierra. El planeta Tierra. La tierra. Tierra y tiempo. Esa forma de eternidad me calma. Esa forma mineral de sentirme vivo. Una forma quieta de permanecer. Una forma inmóvil al recibir los embates de la vida. ¡Qué áspero el mundo! ¡Carajo! ¡Qué áspero! Luego he pensado a Luis Cernuda y he leído algunos de sus versos… a escondidas… porque no quiero que nadie sepa de mis penas… porque me niego a arrostrar el mal de otros… porque siento cierta pereza en los últimos meses a la hora de esforzarme en calmar la sequedad de mi boca, la de mi piel también, la de mis labios también, también la sequedad de la aurora.
 

Teatro

Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 07/04/2024 a las 20:10 | Comentarios {0}


Me declaro libertino (en el sentido que a esta palabra se le daba en el siglo XVIII, es decir, en moderna terminología: librepensador). La reflexiones que voy a ir plasmando a lo largo de las próximas semanas tienen un carácter provisorio y se acogen a una de las características de uno de los métodos científicos: estas reflexiones son falsables. Incluso yo mismo, a lo largo de este periodo que hoy se inicia, podré mostrar la falsabilidad de algunas de ellas.
Estas reflexiones no pertenecen a ningún heterónimo. De cada una de las palabras que escriba en este libro el único responsable soy yo: Fernando García-Loygorri Gazapo. Por supuesto que cuando utilice citas facilitaré el nombre del autor y el título del libro o fuente de donde las haya sacado.



12.- Soplan vientos de guerra. Lo que hace veinte años parecía una distopía hoy es una realidad más entre las muchas posibles. (m, l)

13.- En la democracia liberal las formas son esenciales porque es la apariencia lo que importa... y lo que campa a sus anchas. (l)

14.- Es muy probable que tampoco mi generación se vea libre de la destrucción y el horror a la puerta de su casa. Porque en el mundo no ha dejado de ocurrir tal horror y tal destrucción. Porque algunos estudiosos mantienen que realmente la Segunda Guerra Mundial no terminó un 14 de agosto de 1945 sino que se trasladó -con otra intensidad y otros métodos- a Oriente Medio. (m, l)

15.- Un síntoma del nacimiento de una nueva era totalitaria es el resurgimiento del reverso de la libertad -porque la libertad tiene reverso-: la difusión del mal. Cuando el mal se puede difundir sin sonrojo y con orgullo es que ha germinado, de nuevo, la semilla del totalitarismo. (l)

16.- La semilla del totalitarismo germina en los cuatro jinetes del Apocalipsis. (m, l)

17.- ¡Soplan aires de guerra, guerra, guerra! (l)
 

Ensayo

Tags : Reflexiones para antes de morir Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/04/2024 a las 19:19 | Comentarios {0}



Fugaces y blancos como si fueran señales que tenían que llegar hasta el centro de esta aldea (abandonada de la mano de dios; abandonada por la Historia y por los yacimientos; abandonada por las miles de plegarias que se lanzan al aire cada día; abandonada como una perra vieja sin belfos y con las orejas mordidas; abandonada como la cruz tras la muerte; abandonada hasta la saciedad, hasta la risa, hasta el gozo, hasta la fiebre, hasta el abrazo; abandonada por las recuas; abandonada por los lexicógrafos; mi aldea por donde no pasa el Tajo); fugaces y tristes son los lamentos que lanza la mente por los caminos de las procesionarias; y vuelta; y vuelta y una vez más.

Fríos justo en el inicio de la estación. Habían florecido los tulipanes y por las veredas corría fresca el agua que se deslizaba desde las cumbres hasta el valle; en la metrópoli cercana rugían las masas un fervor absurdo, ¡idólatras! habría bramado Aarón y en justo castigo divino (debemos colocar la aclaración de divino porque si no ¿qué castigo es justo?) hubiera lanzado sobre las multitudes rocío de fuego o fuego helado.

Así quisimos callarnos. Darlo todo por perdido. Dejar que la vida corriera su curso y que unos rápidos aceleraran el proceso. Callados. Siempre callados. Colgados en ese silencio que tiene algo de estúpido y un poco de célebre. Mantenernos como estatuas. Acabar cubiertos por excrementos de aves que pasaron sobre nos sin ser conscientes. Así. Sí. Callados. Dormidos. Mutiladas las lenguas. Atrofiadas las palabras. Muérdago en la estación cálida. Mies en el más profundo invierno. Luz de enero. Muerte de junio. Peregrinación y frenesí.

Porque lo pudimos todo nos quedamos ciegos. ¡Qué hermosas entonces las manos tanteando! ¡Qué cuadro tenebrista habría sabido pintar Goya teniendo como modelos los restos de los dedos! Grandes momias fuimos. En inmensas moles nos convertimos y aún así flotamos como el universo en sí mismo, a la deriva de sí, abriéndose espacio en sí. De esa materia hablaba. De esta trascendencia hablaba y lo terrenal quedaba circunscrito a una emoción, la fría recogida de los enseres de un muerto, la mirada ciega de una vaga ilusión, la cera que dejó de arder, el cirio que introdujo en mi ano, la gloria de cristo, el pillar a trasmano.

Cuando llegan las oleadas y la calma se altera en una serie de notas sincopadas y el orbe se ordena como un tonto y callan los coros al unísono y se encienden los pábilos cortados y los narcisos navegan enamorados por las aguas de un río que no olvida y sangran los pies de la virgen y se llagan los culos de los viejos que no son movidos a su tiempo y se aceleran los torvos corazones de los viejos tramperos de Mark Twain y surca el cielo un presagio y lanza su saludo al sol el canario amazónico y sonríe la luna que nace y se apaga el alba con el sol y yo muero un día más y quedo sin entender un día más y vuela el buitre, sí, y canta un zorzal y las masas se mueven al ritmo de un tambor y se escucha muy lejos la canción a la muerte del amado y sonríen los soldados y se arman las constelaciones y abultan las preñadas y se aquietan las aguas de un mar que jamás se abrirá y sacuden sus labios los pawnees y huela a incienso y a sangre derramada.

Volatinero fui, volatinero.
 

Ensayo poético

Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 30/03/2024 a las 17:50 | Comentarios {0}


Me declaro libertino (en el sentido que a esta palabra se le daba en el siglo XVIII, es decir, en moderna terminología: librepensador). La reflexiones que voy a ir plasmando a lo largo de las próximas semanas tienen un carácter provisorio y se acogen a una de las características de uno de los métodos científicos: estas reflexiones son falsables. Incluso yo mismo, a lo largo de este periodo que hoy se inicia, podré mostrar la falsabilidad de algunas de ellas.
Estas reflexiones no pertenecen a ningún heterónimo. De cada una de las palabras que escriba en este libro el único responsable soy yo: Fernando García-Loygorri Gazapo. Por supuesto que cuando utilice citas facilitaré el nombre del autor y el título del libro o fuente de donde las haya sacado.



03.- No es lo mismo iniciar que realizar. Parece ser que se inicia solo y se realiza, necesariamente, con otros. Lo curioso es que al igual que venimos de una nada camino de otra, iniciamos solos la vida y la terminamos también solos. La vida sería entonces estar en compañía. (l)

04.- Para las almas sensibles el no saber es la mayor tortura. (e)

05.- Hubo un hombre que durante años decía de sí mismo, Yo no soy sensible, soy sensiblero. Ahora, justo antes de morir, este hombre ha descubierto, por fin, que no era sensiblero sino sensible hasta el paroxismo, es decir, su sensibilidad partía desde donde la sensibilidad de su civilización solía terminar. (e)

06.- No te creas nunca único. (l e)

07.- La impostura se genera, en ocasiones, a partir de las expectativas que de ti tienen los otros. A mí me ha ocurrido. Incluso a veces las imposturas se producen por la idea que de una labor dada tiene otro. (e)

08.- ¿La impostura está siempre relacionada con la vanidad? (e l)

09.- Hoy la pesadumbre ha ido pisándome los talones y al final me ha alcanzado. (e)

10.- ¿Cuándo sabré hilar el discurso que me llaga sin que necesariamente se sepa a quién va referido? Por una cuestión de discreción, yo que en más de una ocasión he pecado de lo contrario. (e l)

11.- ¿Seré valiente en mis reflexiones? Y si lo soy, ¿sabré mirar de frente? (e)
 

Ensayo

Tags : Reflexiones para antes de morir Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 18/03/2024 a las 18:37 | Comentarios {0}


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