Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Agua
Agua
Hace diez años estaba con mi amigo César Delgado en el parque Eva Perón de Madrid. Es un parque pequeño de estilo francés, en la plaza de Manuel Becerra, muy cerca de la Plaza de toros de Las Ventas. Era octubre y en tres meses iba a nacer mi hija. Ya entonces y desde hacía años me dolían las articulaciones del cuerpo muy a menudo, de forma muy intensa. Por una enfermedad de etiología idiopática llamada espondilitis anquilopoyética se me habían calcificado las vértrebras cervicales, (desde entonces apenas tengo giro en el cuello, ni de derecha a izquierda (o viceversa) ni de arriba a abajo, ni oblicuamente. Esta rigidez en mi cuello ha llevado a pensar a más de una persona que mi actitud ante los demás parecía en ocasiones altiva), y también hasta cierto grado se habían anquilosado las costillas flotantes. Durante años y años estuve tomando cuatro aspirinas diarias y otros tantos antiinflamotorios pero cuando el dolor llegaba... aquel día estábamos hablando de los dolores y César me dijo algo así, Es que cuando tengas a la niña no vas a poder con ella. Hay que tenerla en brazos, luego cuando se ponga a andar tienes que doblarte para cogerle de las manos, en fin, no sé. Yo debí responderle, Tienes razón, la verdad es que si me pusiera a nadar... y él contestó, ¿Y por qué no te pones a nadar, pero hoy, ahora, ya? Entonces me levanté y le dije, Pues, sí, me pongo ahora, me pongo ya. Y me fui a mi casa, cogí las cosas de las piscina, monté en el ascensor y éste, entre dos pisos, se quedó colgado. Me resultó curioso (llevaba viviendo ocho años en esa casa y nunca me había pasado) y decidí que nada ni nadie me iba a impedir ir a la piscina ese día. Abrí la puerta del ascensor y salté al piso de abajo -con el pequeño riesgo dadas mis condiciones físicas de haberme caído por el hueco del ascensor- . Salí a la calle, llegué a la piscina de El Canoe (un club de natación en la calle del Pez Volador, donde mi padre y mi tío Carlos me enseñaron a nadar) y desde entonces, once años después, no he vuelto a dejar de nadar todas las semanas. Apenas tomo antiinflamatorios; he recuperado mucha movilidad excepto en el cuello; apenas me caigo y pude estar doblado para coger las manos de mi hija cuando aprendió a andar.
Nadar para mí tiene además otro efecto benéfico (¡ah, que no se me olvide, Muchas gracias César!) porque nadar es respirar; Fernando Bauluz (un hombre del que hablaré en más de una ocasión) buen nadador siempre decía que para nadar bien sólo hay que dejar de luchar con el agua y convertirla en tu aliada, que ella te empuje, que encuentres la cadencia en el movimiento, que sea suave y al mismo tiempo brioso. Y esa mezcla perfecta se consigue cuando la respiración coloca el cuerpo, visualiza cada músculo en movimiento y los sincroniza y entonces nace el ritmo y el ritmo hace que el cuerpo se libere y sea ligero en el agua y se mueva como una liebre lo haría en su monte bajo.
Yo divido mi sesión en dos partes absolutamente desiguales. La primera parte son 10 largos que subdivido de la forma siguiente: primero 40 respiraciones en el borde la piscina con movimiento de la cintura. Luego 4 largos seguidos a crawl; otras 40 respiraciones y luego 5 largos a braza y 1 a crawl seguidos; la segunda parte empieza con 40 respiraciones y luego 60 largos a espalda seguidos. Estos 60 largos seguidos tienen, sin embargo, mojones. El primer mojón es cuando llego al largo 24, el segundo mojón se encuentra en el largo 40, el tercer mojón en el 54 y por fin el 60. Pues bien, normalmente entre los mojones 24 y 54 se produce un momento (que tiene un nombre en los deportes de fondo que ahora no recuerdo, umbral algo. Lo miraré) de intensa concentración y dejación al mismo tiempo en el que el cuerpo ya sabe lo que tiene que hacer, en el que la respiración fluye como debe fluir, serena y constante, en el que el sonido -casi una melodía- de las brazadas se convierte en una guía del propio movimiento del cuerpo y cuando soy consciente de que estoy viviendo ese momento (porque a veces no se llega a él, a veces el esfuerzo te regala un par de largos de esa naturaleza, no llegas a ser consciente porque de pronto te ves de nuevo esforzándote) siento una infinita alegría por estar vivo, es la sensación más placentera que he experimentado jamás, el ritmo en mi movimiento sobre una superficie que si aligera también produce mayor fricción, una materia que te toca, que la sientes, como si a tu alrededor se hubiera instalado un viento espeso que te llevara casi en volandas a la nada, a estar sencillamente en él.

Ensayo

Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 21/01/2009 a las 17:14 | Comentarios {0}


Eran esclavos
Eran esclavos
¡Roma corona a un César negro! Por todas las televisiones del mundo, por todas las radios del mundo, en los automóviles, en las casas, en los lugares de trabajo, este hombre surge como un aglutinador de esperanza. Se espera de él. Y a mí también me mueve hacia ese sentimiento (aunque como ya escribí en el post titulado Casualidades del 8 no puedo dejar de ver el empujón mediático que ha supuesto esta elección para un Imperio en decadencia como es, o parece ser, el estadounidense) porque cuando yo nací, si no muy poquito antes, los negros tenían que dejar el asiento a los blancos en los autobuses de los Estados Unidos de América, el Klu Klux Klan campaba por sus respetos en varios estados y Martin Luther King era asesinado por soñar despierto. Muy poco antes de mi nacimiento, cien años, estos hombres y mujeres negros eran esclavos de los hombres y mujeres blancos por el mero hecho de ser negros. Ser esclavo es tener por dueño de ti a otro. De todo lo tuyo. Hasta lo más íntimo. Hasta lo más amado ¡Qué vida tan espantosa debe ser la del esclavo. Porque no eran esclavos un día o un fin de semana, eran esclavos para toda la vida! ¡para toda la puta vida!
Este giro (twist) en el guión de la historia es verdaderamente hermoso.

Diario

Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 20/01/2009 a las 20:15 | Comentarios {1}


Evolución de la creencia en una manada correcta (Herrera y Gerena)
Evolución de la creencia en una manada correcta (Herrera y Gerena)
(Ya no es tan sólo una relación entre las creencias antiguas y las modernas, lo que el hombre puede pensar en el contexto en el que vive y lo que no puede pensar o como escribió Wittgenstein: Es posible todo lo que se puede decir. De donde se deduciría -aunque seguro que un sofista podría argumentar perfectamente en contrario- que es imposible lo que no se puede decir. Ya no es tan sólo decía una cuestión de oposiciones o de desmentidos históricos como si a la historia de los hombres se le pudiera aplicar la segunda ley de la termodinámica, así sin más; es una búsqueda de desterrar de la creencia el peligro de los idealismos. Aceptemos lo que somos, vendría a decir, aceptemos nuestra antigüedad, aceptemos que la razón individual como motor del mundo es una utopía (es decir es algo fuera de lugar) y que la lucha endémica y contingente del ser humano es consigo mismo como individuo y especie al mismo tiempo -¡qué hubiera sido si, como escribió Jorge Luis Borges, un león se hubiera dado cuenta de que era el león y se hubiera tomado la molestia de ponerse un nombre propio!- El infierno del ser humano es su conciencia de ser. Sólo desde la conciencia de ser uno y ninguno más nos podemos doler de las muertes injustas, podemos criticar las guerras, podemos dividir las disputas entre buenos y malos y sentir más injusta la muerte del que aún es niño que la muerte de aquel que estaba en la batalla. Sólo desde esa consciencia moral porque la moral, a la postre, es un acto individual, podemos dolernos y pedir responsabilidades a otros hombres con nombres propios.
Todo creencia idealista que busca la supremacía, toda creencia con santos, toda creencia que mide y pesa, es una creencia maldita en sí misma porque es una creencia de especie, hecha para crear grupo, masa y esto que también somos es quien alienta, persigue y perpetra la guerra, la injusticia, porque lucha por imponerse, porque lucha para perpetuarse. Esta creencia convierte a la masa en sujeto indiviso (recomiendo el ensayo de Rafael Sánchez Ferlosio God & Gun, editorial Destino) ante la ley y esa masa es inocente como creyente.
La creencia sin idealismo está vacía de su carga de muerte y destrucción. La creencia que no ensalza lo creído, que no tiene santos, ni líderes, ni profetas, ni promesas, ni medidas. La creencia vacía en sí misma de toda acción superior es vital y promueve la paz. La creencia que cree en sí es inocua.)

Ensayo

Tags : Sobre las creencias Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 18/01/2009 a las 17:11 | Comentarios {0}



Palpar la luz, mirar y no atreverse
a ampararla en el cuenco de la mano;
dejarla entonces encima de un piano
y verla huir, palpitar, desvanecerse.

Poesía

Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 17/01/2009 a las 18:51 | Comentarios {1}


Nuca y triángulo
Nuca y triángulo
Se queda ahí
se detiene
acosa si se quiere
los pulmones
Es más arriba
no llega a doler
se detiene
a la espera
de una espita
y ejerce la presión de los fluidos presos en un medio ínfimo
Dicen
(¿quiénes?
¿qué voces?
¿son amigas?
¿son monstruos?
¿se deslizan?)
exhala
medita
sobrepasa
¿Cómo?
¿Bajo qué promesa?
¿en qué dirección?
hasta el ladrido del perro
hasta las nubes
hasta la hoja que no cae
¿cómo abrir?
¿cómo dejar pasar?
uno mismo siendo tantos
¿quién de mí está en mí hoy?
si no lo conozco
si no me deja
si pudiera llamarlo
si lo dejara pasar
hasta el vientre
o antes a los alvéolos
¡sólo hasta los alvéolos!

Poesía

Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 15/01/2009 a las 17:13 | Comentarios {1}


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