Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Teoría
Nuestra mente racional (hay otras mentes que se escapan a esa calificación. La mente es un gran océano y la mente racional tan sólo uno de sus mares. La Gran Mente está vacía. No atiende a llamados ni a pensamientos ni a deducciones. A la Gran Mente un silogismo categórico le suena a chiste. La Gran Mente urde, enlaza con formas racionalmente caprichosas, eso que podríamos llamar vida. La entrada a esa Gran Mente, la que nos permite cuando menos vislumbrarla es la mente del sueño, otro mar, pero éste no tan cercano a costas pobladas sino que más bien la mente del sueño sería un mar que bañara grandes farallones, escarpados, inaccesibles, sin calas, sin fondeaderos) entiende sobre presupuestos lógicos y la lógica se estructura en base al orden.

Un orden lógico de sucesos permite conocer un proceso.

El proceso es sucesión de hechos.

En la música la distancia entre las notas y los silencios conforma su comprensión.
En la literatura el orden de los acontecimientos conforma su comprensión.
En la danza el número 8 conforma su comprensión.
8 es el infinito.

Desde las reglas de la mente racional se puede también abrir una puerta a la Gran Mente. Y, curiosamente, cuanto más y mejor conozcamos y sepamos aplicar tales reglas, más abriremos la puerta al océano vacío de la Gran Mente.

En ese océano estabas muerta. O ibas a morir. Y estabas viva y me hablabas con desdén y altivez. En ese océano tenía que ir a vivir a tu casa y sentía temor por lo que pensara mi amigo. En ese océano se mezclaban los rostros y las alas. Luego me despertaba y me daba la vuelta en la cama. Estoy solo, me decía cuando ya mi pensamiento se abría de nuevo al océano y estaba tu hijo con un amigo suyo mirando con desdén y altivez. Yo quería saber. Yo quería saber. No dormíamos en la misma cama. Siempre había una luz clara. La noche tras la persiana era anaranjada. Y volvía a girar. Y sonreía. Y pensaba: ya queda poco para que amanezca. Y también, por algún rincón, me decía: ¿Llegaré a tiempo?

Aconsejan: no hagas nada. Estáte quieto. Es buen consejo porque todo está hecho y todo está por hacer al mismo tiempo. Ya somos y ya no somos. Como el contrapunto de Bach sonando en el violonchelo de Pau Casals.

¿Y por qué vacío? ¿por qué es tan vital el vacío? Cuando tengo la sensación de haber comprendido algo, siento, es cierto, un gran vacío.

Lanzarse a ese vacío debe ser tan vertiginoso como el sentimiento que tenían los marineros portugueses en tiempos de su rey Enrique el Navegante, cuando en momento de suprema valentía (u osadía) decidieron pasar el cabo Bojador, en la costa oeste de África, a partir del cual creían que había una brutal cascada que los lanzaría al fin del mundo en una caída prodigiosa. Lo pasaron y para su sorpresa el mar siguió siendo plano.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 24/01/2011 a las 10:34 | Comentarios {0}


La Ciencia de la Vida. Tomo I. Escrito por Julian Huxley, H.G. Wells y G.P. Wells. 1ª edición, 1930


El Plasma Germinal
Libro 4. Cómo se originan los individuos.

Epígrafe 9. Qué se entiende por plasma germinal
De lo que hemos visto hasta ahora se deduce que, aunque sea sexual o asexual, hay una continuidad material entre una generación y la siguiente. El individuo es un trozo desprendido de sus padres.
En la última mitad del siglo pasado, Weismann, el gran zoólogo alemán, llamó la atención sobre el hecho de que la parte de un ser humano que se desarrolla para formar sus hijos sobrevive generalmente al resto de su persona. Y hay una pequeña parte de él que, a través de sus hijos, se desarrolla en sus nietos, y la supervivencia de ésta es aún mayor. Indudablemente un ser humano no muere por completo, a menos que no deje hijos. Un fragmento de él, una parte de su substancia viva, va pasando siempre de generación en generación.
Para este trozo inmortal del organismo, que continúa viviendo después de haber muerto el resto, inventó Weismann el apelativo de plasma germinal oponiéndolo al soma que es el resto mortal. Más del 99,9% del peso de un ser humano es substancia somática; una fracción de onza de la substancia de sus ovarios o de sus testículos es plasma germinal. El soma es el individuo, el cuerpo físico que vive y muere; el plasma germinal puede continuar viviendo indefinidamente.
El plasma germinal es potencialmente inmortal. Subsiste generación tras generación, produciendo cuerpos que lo alojan, lo alimentan y lo mantienen caliente, suscitando en ellos extraños anhelos y apetitos para salir de su interior y continuar sus aventuras. Evidentemente, lo que evoluciona es el plasma germinal, no los efímeros cuerpos individuales que está continuamente arrojando. La evolución del caballo fue una lenta modificación del plasma germinal equino; la evolución del hombre a partir de los monos fue también una tendencia del plasma germinal.
En realidad sólo hay un plasma germinal. Probablemente, la vida ha tenido un origen único: las cosas vivas que hoy conocemos son ramas divergentes de un tronco, vástagos del árbol del plasma germinal. En la armazón del espacio-tiempo, hay una verdadera continuidad material entre el hombre, su esposa, su gato y sus claveles.
Concentremos un momento nuestra atención sobre la obra de este plasma germinal.

Invitados

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 23/01/2011 a las 18:27 | Comentarios {0}


Marcelino Menéndez Pelayo. Editado por Biblioteca de Autores Cristianos. Dos tomos.
Tomo I España romana y visigoda. Periodo de la Reconquista. Erasmistas y protestantes.
Extractos del cap. 4 Artes mágicas y de adivinación.- Astrología, prácticas supersticiosas en los periodos romano y visigodo. Parte II: Prácticas supersticiosas de los aborígenes y alienígenas peninsulares. Vestigios conservados hasta nuestros días.


La Historia de los Heterodoxos Españoles (1)
Antes de reproducir el extracto a que hace mención la entradilla, quisiera escribir algunas palabras sobre Marcelino Menéndez Pelayo y su Historia de los Heterodoxos Españoles.
Esta Historia... es un libro de juventud. Lo empezó a escribir a la edad de 24 años y lo terminó a los 26. La obra, en mi edición, tiene un total de 2.018 páginas y para no extenderme en una crítica propia que ya he hecho en algún otro lugar acerca del pensamiento ultraortodoxo de Menéndez Pelayo, valgan estas palabras de Emilio Castelar que publicó en el Día de Madrid el 21 de marzo de 1882, al poco de publicarse la obra: Los Heterodoxos han salido de la pluma de un historiador escolástico, absolutista e intolerante, de un ortodoxo neto que no sabe volar por los espacios con las alas de la libertad... pero el libro atesora una inmensa erudición; sus noticias no tienen número ni precio... el saber que revelan honrarían de seguro no a un mozo en sus floridos años, sino a una sociedad de benedictinos que se transmitiera en largos periodos de tiempo el vínculo secular de la ciencia.
Los Heterodoxos fueron para mí una de la lecturas más divertidas y, aparte de lo mucho que aprendí, me enseñó dos cosas más: a no confundir la ética con la estética de un creador y a apreciar el esfuerzo de un hombre por escribir con profundidad y honestidad sobre lo que más detesta.

Extractos:
Con ser España el país menos supersticioso de la tierra, pagó su tributo a la humanidad desde los días más remotos de su historia [...]
Comencemos por los vascones, cual lo requiere su mayor antigüedad y diferencia de raza. Ellos, y no los cántabros, tuvieron en la antigüedad fama grande de agoreros. Lampridio, en la vida de Alejandro Severo, atribuye a este emperador suma pericia en la orneoscopia o adivinación por el vuelo de las aves, tanto que se aventajaba a los vascones de España y a los pannonios. [...] en el siglo VI San Armando trabajó para extirparles el error de los augurios, y aún derribó en algunas partes ídolos, dicho sea con perdón de los que suponen a los vascongados monoteístas desde la más remota antigüedad [...]
Pasando ahora de la escualherria a los pueblos de raza céltica, hallamos en gradación descendente las supersticiones: pocas en Cantabria, más en Asturias, muchas en Galicia y Portugal. [...]
Existe en nuestra Montaña la creencia en brujas, pero cada día es menor. La bruja montañesa en nada difiere de las de otros tiempos y países, sobre todos de las vascongadas y riojanas del siglo XVII. Pero aquí conviene dejar la palabra al peregrino ingenio que en dos libros de oro ha descrito las costumbres de la región cántabra. "La bruja montañesa (dice mi buen amigo José María de Pereda) nos es la hechicera, ni la encantadora, ni la adivina; se cree también en estos tres fenómenos pero no se les odia; al contrario, se les respeta y se les consulta, porque, aunque también son familiares del demonio, con frecuencia son benéficas sus artes; dan salud a un enfermo, descubren tesoros ocultos y dicen dónde ha ido a parar una res extraviada o un bolsillo robado. La bruja no da más que disgustos: chupa la sangre a las jóvenes, muerde a sus aborrecidos por las noches, hace mal de ojo a los niños, da maldao a la embarazadas, atiza los incendios, provoca las tronadas, agosta las mieses y enciende la guerra en las familias. Que montada en una escoba va por los aires al aquelarre los sábados a medianoche es la leyenda aceptada por todas las brujas. Las de la Montaña tienen su punto de reunión en Cernécula, pueblo de la provincia de Burgos. Allí se juntan todas las congregadas, alrededor de un espino, bajo la presidencia del diablo en figura de macho cabrío. El vehículo de que se sirve para el viaje es también una escoba; la fuerza misteriosa que la empuja se compone de dos elementos: una untura negra como la pez, que guarda bajo las losas del llar de la cocina, y se da sobre las carnes, y unas palabras que dice después de darse la untura. La receta de ésta es el secreto infernal de la bruja; las palabras que pronuncia son las siguientes:
Sin Dios y sin Santa María
¡por la chimenea arriba!
Redúcese el congreso de Cernécula a mucho bailoteo alrededor del espino, a algunos excesos amorosos del presidente, que por cierto no le acreditan de persona de gusto y, sobre todo, a la exposición de necesidades, cuenta y razón de los hechos y consultas del conclave al cornudo dueño y señor... Si a un labrador se le suelta una noche el ganado en el establo y se acornea, es porque la bruja se ha metido entre las reses, por lo cual al día siguiente llena de cruces pintadas los pesebres; si un perro aúlla junto al cementerio, es la bruja que llama a la sepultura a cierta persona del barrio; si vuela una lechuza alrededor del campanario, es la bruja que va a sorber el aceite de la lámpara o a fulminar sobre el pueblo alguna maldición". [...]
La Cantabria se romanizó mucho, y aún hay indicios para sospechar que la primitiva población fue casi exterminada.
No tanto en Asturias, donde las supersticiones son más exóticas y lejanas del molde clásico, aunque bellas y características. Subsiste por descontado la creencia en brujas y en el mal de ojo, pero se conocen además los siguientes personajes, casi todos de origen céltico: los nuberos, rectores y agentes de las tronadas, que corresponden a los tempestarii de las Galias, citados por San Agobardo y por las Capitulares de Carlomagno; la hueste o buena xente, procesión nocturna de almas en pena, común a todos los pueblos del Norte; los moros encantados, que guardan tesoros, tradición asimismo germánica; el cuélebre o serpiente voladora, encargada de la misma custodia (este mito puede ser clásico y se asemeja al del dragón de Jolcos o al del huerto de las Hespérides); las xanas, ninfas de las fuentes, malignas y traidoras, que roban y encantan niños. Si yo fuera tan sistemático por la derivación clásica como los celtistas por la suya, asentaría de buen grado el parentesco de estas xanas con las ninfas que robaron al niño Hylas, Hylas puer, como se lee en la Argonáutica de Valerio Flaco y en otros poemas antiguos; pero no quiero abusar de las similitudes, y doy de barato a los partidarios de orígenes septentrionales la filiación de nuestras xanas de las ondinas de Germania y de cualquiera otra concepción fantástica que bien les pareciere.

Invitados

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/01/2011 a las 19:21 | Comentarios {0}


He visto el segundo. Se encontraba tras la segunda curva al pasar el puerto; era estable como una roca y fugaz como el suspiro. No he querido detenerme. No he querido asustarme. "Ver un segundo", he pensado. A lo mejor era un segundo convertido en partícula (si es que el segundo es onda). De inmediato lo he olvidado hasta que ha llegado el sueño y se me ha aparecido de nuevo, en la misma curva, en todo su esplendor. Nos hemos mirado y he pensado "¡Cuánto ilumina la luna llena!". El segundo se mantenía quieto y eso me ha producido una gran extrañeza porque los segundos deberían de correr como alma que llevara el diablo. A lo mejor era un segundo perdido que no sabía hacia donde ir. O quizá fuera un segundo suspendido (como cuando se besa y el tiempo se alarga o cuando la clase se hace densa como el Mar Muerto) en la mente de alguien que pasó en ese instante por allí. O quizá fuera el segundo que es excepción de la regla. Es decir un segundo quieto, estable, constante. Durante el tiempo que nos hemos estado haciendo compañía no ha aparecido un alma. Yo esperaba vislumbrar entre los matorrales a un trasgo o a un hada o a un sátiro o a una ninfa de la fuente cercana; esperaba, cómo decirlo, un suceso extraordinario: que se abriera la luna y me mostrara o que el cielo se hiciera de un color lechoso como el final de las manzanas o que los árboles largos en el tiempo susurraran enseñanzas; yo esperaba la aparición o una escalera que me subiera a la octava esfera. Cuando ya daba por hecho que la noche junto al segundo sería pura quietud y a lo lejos se vislumbraba (quizá fuera espejismo) la alborada, lentamente, poco a poco, el segundo se ha puesto a danzar al compás del viento sobre los árboles, las jaras y los matorrales; era una danza con aire judío y mi sorpresa ha ido en aumento cuando sin yo quererlo mis pies me han puesto a bailar en fila con el segundo y juntos, llevados por la música vegetal, hemos bailado más y más, al ritmo creciente de la música, la cual ha llegado hasta el cielo y las constelaciones se han puesto en corro, se han unido sus puntas y han girado, haciendo con su giro girar al cielo entero teniendo como centro el blanco lleno de la luna. Y hemos bailado. Y hemos bailado. Y más. Y más hasta que el segundo ha lanzado un gran grito llamado Ahhhh que me ha lanzado hasta mi cama y me ha dejado cubierto con el edredón, en una posición comodísima y con la certeza de haber bailado con el Alma del Mundo.
Chateau Noir de Cezanne
Chateau Noir de Cezanne

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 21/01/2011 a las 11:41 | Comentarios {2}


Como si pudiera hablar en tocario, holandés u occitano
O expresar mi dicha en polaco, yídis o sardo;
Como decir la espuma en ticinés y alma en friulano
o evocar la estepa en lombardo y quejarme en burgundio
y lanzar poemas por mi boca en checo y pronunciar casa en eslovaco
y si quisiera dolerme en guilaquí o sacudirme el nombre del sueño en milio
y aventar la amistad en ingusto mientras recorro el paisaje nombrando cada elemento en laco;
como si pudiera nombrar los números en vepsio
y llegar hasta la médula de mi amor en tulú;
y si pudiera, si pudiera evocar la llama en jantí
y la constelación de geminis en daguro
o escucharte en tera
la narración de un viaje por el país que habla en quefa;
si el hambre se redujera al escuchar los alimentos en masa
o vinieran los duchos en masongo a alardear de cebras;
si pudiera decir sapo en sapo
o merodear por el perfil de las vocales del vai-cono;
¿Cómo se dice esperanza en fangüé?
¿Cómo se reza en quepelés?
¿Cómo se describe el rostro de mi hija en ga?
¿Cómo se espera la muerte en susú?
En chimbunda elevaría cantos,
en diola amasaría el pan,
en toposo contaría la arena,
en malai regaría mi jardín,
en enga jugaría con las olas
y sólo en tiaraití me moriría por ti.

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 18/01/2011 a las 13:42 | Comentarios {1}


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