418

Me acuerdo cómo huele la mañana en la que inicio mi primer viaje sin la familia. Es un viaje de Semana Santa con el Instituto a Extremadura y Andalucía.

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Me acuerdo de elegir las chapas más lisas de las botellas para luego hacer equipos de fútbol con ellas. Antonio también hace el Tour de Francia con chapas. Forra el interior de cada una con un papel en el que ha pintado los colores de cada equipo y el número del dorsal.

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Me acuerdo de Antonio empujando el pelotón de chapas del Tour por el largo pasillo de casa.

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Me acuerdo de la boya oxidada y rojiblanca que marcaba la linde con la alta mar en la playa de Cullera.

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Me acuerdo que el sabor del verano es: una patata frita con algún grano de arena y un intenso olor a mar. 

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Me acuerdo de las semillas de ipomea azul.

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Me acuerdo del cine Covadonga en la calle López de Hoyos.

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Me acuerdo de El tesoro de Rackham el Rojo, una aventura de Tintín.

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Me acuerdo del encuadernado de los Tintines. Su lomo era de tela y cada ejemplar tenía un color distinto.

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Me acuerdo de los Chupa-chups. 

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Me acuerdo de los helados Flash.

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Me acuerdo de una poza de agua muy fría que se encontraba muy cerca de una aldea gallega llamada Paredes.

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Me acuerdo del calor que hace en la Sala Triángulo el día que estrenamos mi obra La otra cara. Es el mes de Junio. Es el año de 1989.

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Me acuerdo de desayunar un café con leche y una pulga de tortilla de patata y pimiento verde con Concha en un bar de la calle San Nicolás. Nos acabamos de conocer.

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Me acuerdo cómo el alma se hincha con el canto gregoriano. Lo escucho en tripi, tumbado en el colchón. Vivo en el taller de pintura que tiene César en la calle Amor de Dios. Lo escucho con unos walkman. Tengo un arrebato místico.

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Me acuerdo del día de primavera en el que apostato de la Iglesia Católica en el arzobispado de Madrid sita en la calle Bailén número 8.

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Me acuerdo de Los Tres Investigadores.

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Me acuerdo de parar un penalti.

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Me acuerdo de jugar a las canicas en los parterres del boulevard de Juan Bravo entre las calles Claudio Coello y Lagasca.

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Me acuerdo de la belleza de Rosa y el gesto que imprimía en su rostro su sordera.