Abandónate. La frustración tenía nombre y no era el tuyo.
Escucha: frustración también es engaño (e imposibilidad).
¿Recuerdas el retrete? ¿los espejos? ¿el sonido del viento?
Rompiste la huella y te quedaste perpleja.
Sólo sentías la fuerza.
Las bragas eran fuertes.
El sostén era fuerte.
Se pueden surcar océanos una tarde
y generar tempestades tomando el té.
Tú aprendiste el olor de la naftalina.
La mañana nunca te dejó indiferente.
El frío te traía sin cuidado.
Todo consistía en hacer un mohín en el momento justo
para que la noche fuera ala de cuervo, festín de buitre.
Llorabas con la sabiduría de Eleusis
y en tu tono -el lastimero- se podían seguir los melismas del coro
que canta en los maitines a un dios desconocido.
Tu pelo negro se recogía entonces
y tus ojos castaños -él te dijo un día ojos de junco en invierno- se sometían al peso de los párpados
y recordabas, sentada frente a él una tarde de mayo de 1986,
tus obligaciones de esposa y madre mientras devorabas su boca y le llamabas cabrón.
Nada le es indiferente al cronista
(eso también lo sabías)
¿te llamabas María Luisa?
ni el color de tus uñas
ni el vestigio de la edad en la juntura de tus senos
ni la desidia amorosa ante el estado febril de tu amante;
así es que fue recogiendo de aquí y de allá retazos de tus besos
y compuso un relatato breve llamado Cinco y como subtítulo
(descomposición y retrete).
Volvamos al principio: Frustración tenía nombre.
Frustración es inutilidad y también engaño.
Escucha: frustración también es engaño (e imposibilidad).
¿Recuerdas el retrete? ¿los espejos? ¿el sonido del viento?
Rompiste la huella y te quedaste perpleja.
Sólo sentías la fuerza.
Las bragas eran fuertes.
El sostén era fuerte.
Se pueden surcar océanos una tarde
y generar tempestades tomando el té.
Tú aprendiste el olor de la naftalina.
La mañana nunca te dejó indiferente.
El frío te traía sin cuidado.
Todo consistía en hacer un mohín en el momento justo
para que la noche fuera ala de cuervo, festín de buitre.
Llorabas con la sabiduría de Eleusis
y en tu tono -el lastimero- se podían seguir los melismas del coro
que canta en los maitines a un dios desconocido.
Tu pelo negro se recogía entonces
y tus ojos castaños -él te dijo un día ojos de junco en invierno- se sometían al peso de los párpados
y recordabas, sentada frente a él una tarde de mayo de 1986,
tus obligaciones de esposa y madre mientras devorabas su boca y le llamabas cabrón.
Nada le es indiferente al cronista
(eso también lo sabías)
¿te llamabas María Luisa?
ni el color de tus uñas
ni el vestigio de la edad en la juntura de tus senos
ni la desidia amorosa ante el estado febril de tu amante;
así es que fue recogiendo de aquí y de allá retazos de tus besos
y compuso un relatato breve llamado Cinco y como subtítulo
(descomposición y retrete).
Volvamos al principio: Frustración tenía nombre.
Frustración es inutilidad y también engaño.
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Narrativa
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 14/02/2016 a las 16:34 |