Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

A Clint Eastwood


Un ejemplo yacente de mística de mierda
Un ejemplo yacente de mística de mierda
La apología de la venganza es un tema recurrente en las películas de Clint Eastwood. Director de cine ensalzado en los últimos años. Cada vez que veo una de sus películas voy sintiendo un malestar que crece y crece hasta que me pregunto, ¿Pero qué hostias estoy viendo? ¿Por qué cojones estoy viendo y escuchando a esta panda de matones y sus barbaridades? ¿Qué moral asquerosa me está contando este pavo? Sean Penn, en Mystic River, me resulta abundoso y falso. Hasta Tim Robbins me lo parece y sus mujeres -mujeres de siempre. Mujeres imbéciles hasta la saciedad de la imbecilidad. Mujeres que aman el dominio de sus hombres y que resuelven el poder sobre ellos poniéndoseles encima y pegándoles las tetas a sus fuertes pechos tatuados- me dan asco. Sus miradas. Sus ademanes. Sus pastelillos y el amor incondiconal por sus putas familias.
Y esos juegos facilones en la estructura de esta película (Mystic River) donde todo quiere ser justificado en base a psicología de café. Niños de barrio sometidos a la cruda vida de los desposeídos que acaban siendo matones baratos con una tienda de mierda. Todo me suena a mierda en esta película. Esa es la palabra que acude a mi mente. Una vez y otra. Entonces me digo -porque ando ahora en relativizar mis propios pensamientos. Como si quisiera que la ira o la envidia no fueran las señoras de mis análisis-, Espera vuélvelo a pensar. Recorre paso a paso las tramas. Seguro que encuentras algo que genera una paradoja. Mira a ver si en algún momento la ética de esa historia oculta en el fondo una crítica a la misma. Respira. Respira. Y así lo hago porque quiero ser muy crítico con mis críticas y antes de ponerme a escribir esto que ahora lees me pongo música de Haydn que atempera a las bestias. Porque quizá yo sea una bestia. Pasan los minutos mientras contemplo el teclado antes de lanzar mis dedos sobre él y sigo sintiendo lo mismo: Clint Eastwood es un puto fascista; su moral es de una perversión tan descarada que dan ganas de aplicar sobre él lo que él propone. Vendrá alguien diciendo, ¡Oh, oh, pero ¿qué dices?, esa película es una maravilla, miral tal plano, escucha tal diálogo...! Y yo pienso, de nuevo, Propaganda de la ley del más fuerte. Justificación facilona. Asuntos de menor entidad y un Dios que, en muchísimas ocasiones es un Diablo, la familia.
No, no se puede hacer cualquier cosa anteponiendo el sacrosanto nombre de FAMILIA como justificación. No se puede salir y asesinar a un hombre por sospechar de él; no se puede justificar el asesinato selectivo. No se puede terminar una película con un hijo de puta en la escalera exterior de su guarida mientras ve pasar un desfile cutre y frente a él un policía (que sabe que es un asesino) le mira y le hace un gesto inofensivo (sé que el puto director quiere con ese gesto -la mano se convierte en revolver. Apunta hacia el asesino y dispara- inducirnos a pensar que irá a por él tras el desfile. No es suficiente).
Lo único sacrosanto de la vida es ella. Todo lo demás es costumbre y como tal dado a la alteración y en última instancia al olvido. Sería conveniente releer algunos clásicos del pensamiento. Por ejemplo, El Origen de la Familia, de un tal Friedrich Engels.
Y a ti, Clint Eastwood ¡que te jodan!

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 20/09/2010 a las 10:50 | Comentarios {0}








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