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Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Querida Liana: Todo pasa y todo queda pero lo nuestro es pasar


Algo que te puede gustar Javier Krahe
LECHUZA, 'ave rapaz y nocturna de unos 35 centímetros de longitud, Strix flammea', antiguamente nechuza, es palabra en cuya formación colaboraron el lat. nŏctŭa 'lechuza' (de donde nuétiga en Santander) y el cast. leche, por la superstición antigua de que la lechuza gustaba de echarse sobre los niños de teta como si los amamantara; es dudoso dónde estuvo el punto de partida del vocablo, aunque por razones morfológicas lo más probable es que *nochuza fuese un derivado despectivo de *nochua (˂ noctua), después alterado en nechuza y, finalmente, por influjo de la citada superstición, lechuza. 1.ª doc.:  nechuza, S. XIII, en el ms, bíblico escurialense.
     Solalinde cita 12 ejs. de lechuza procedentes de La General Estoria, de la Biblia de Arragel (h. 1430), de la de Ferrara (1553) y de otras cuatro biblias conservadas en mss. de los SS. XIV y XV. Además aparece en Juan Manuel, en López de Ayala y más adelante en APal., Nebrija, Fray Juan de Lerma y muchos más, que no hay por qué citar extensamente, a no ser los siguientes, que aluden a características de la lechuza: su nocturnidad, de donde el adjetivo lechuzo 'nocturno', su mal agüero, o la creencia popular de que chupan el aceite de las lámparas.
     Claro está que esta no es razón para derivar su nombre del gr. λέχυθος 'alcuza', como hace Covarr., idea imposible por razones fonéticas, y además porque esta palabra griega no existió jamás en romance. Tampoco puede aceptarse que venga sólo de leche a causa de una hipotética superstición que atribuiría a la lechuza la costumbre de mamar o robar leche: la lechuza -mi querido Javier- no es el chotacabras.       
     Sé que estás cansado -morirse agota una barbaridad- y que te apetecerá echarte una partidita de ajedrez con el diablo pero antes de marchar déjame contarte tres breves que te harán sonreír e incluso te sirvan para componer una cancioncilla ultraterrena. Un antiguo dramático latino Titinio (S. I d.C.) preceptúa proteger con ajos los labios de las criaturas si la strix los oprime tratando de meterles sus tetas entre los labios; Ovidio dice que esta ave busca a los niños desamparados por su nodriza corrompiéndolos en sus cunas y lacerando sus entrañas a picotazos; Plinio, más crítico, después de resumir la superstición relatada por Titinio, comenta: "fabulosum, pues falta saber de qué ave se trata en realidad"; finalmente San Isidoro nos informa de que se le daba normalmente el nombre de amma porque se cuenta que da leche a los recién nacidos. He aquí, pues, por qué se le llama 'ama' o 'nodriza', y el nombre permaneció vivo en España y en Mauritania.
     Podría seguir pero no quiero, que debes de andar ya colocando piezas y hablando de la hembra que acabe de pasar. Fue un placer conocerte aunque tan poco (unas cuantas noches en un bar de la calle del Pez donde los lunes nos echábamos las partidas de rigor y cervezas). Ahora te escucho y me dedico tus letras que tanto deben a la cultura francesa y es, desde luego, una hermosa deuda, ¡quién no ha querido ser un Georges Brassens o un Jacques Prévert!
     Disfruta del Averno. Seguro que más de uno va a echarse unas risas contigo y más de una refocilgará entre tus brazos hasta más allá de la eternidad.

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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/07/2015 a las 17:35 | Comentarios {2}








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