Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
No tengo confusión. No muy extrañado. Ni muy extraño. Insisto: hay que mantener la calma. No sé cómo lo haré ni cuánto tiempo la mantendré. No sé las circunstancias que ahora lo alteran todo. Esta alteración debe de ser una fuente de riqueza vital. Los estados anodinos son los peores, creo. Pues ¡vivan los problemas!, ¡que vivan!

Ya me he instalado (la pequeña oficina de la que dispongo: un ordenador, acceso a internet, un pequeño equipo de grabación aunque me falte el mundo del que desde hace años me venía rodeando: libros, papeles, mi obra, la música en cds, fotografías u objetos) en casa de Pedro Carvajal, un buen amigo que me ayuda en este momento de transición. Porque lo que estoy viviendo es una transición. Lo demás irá llegando. No quiero, ni puedo de momento, saber dónde me lleva. No sé qué tipo de transición estoy haciendo. Sí sé que transito y aunque no sepa si en la dirección correcta, me muevo (podría escribir nos movemos pero prefiero hacer estas confesiones de forma personal).

El día ha amanecido hermoso. El cielo muy azul. Estoy en la buhardilla de Pedro. Frente a una ventana alta, entre muros macizos. Se escuchan, a sus intervalos, las campanas de la iglesia de San Francisco. En un par de horas iré a recoger a Violeta. Todo lo demás, todo lo que angustie, sobrecoja, paralice, anegue o destroce no tiene cabida en estas horas, en estos días. La visión ha de ser hacia delante. No hay lados. No hay pasado. No hay futuro. Sólo lo que la vista alcance. Hasta allí sólo.

Logré desmontar.

Diario

Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/03/2009 a las 13:53 | Comentarios {0}


8 am: Me levanto. Tengo que ir a llevar el último libro que he leído, una historia del abogado Guido Guerrieri un personaje creado por un antiguo magistrado anti-mafia, Gianrico Carofiglio, que ahora se dedica a la literatura. No está mal la novela. Ayer -pensando que era el último día que leía en este espacio- me emocioné en la lectura y creo que el alegato final de Guerrieri en defensa de su cliente quedó sincero.

8 h 50 m am: Salgo. Cojo el coche. Hoy es un día extraño. Duro. También el de ayer lo fue. Hay tráfico en la carretera. Llego tarde.

10 h 30 m am: Llego a la editorial. Entrego el libro. Desayuno con Jesús. Nos atiende una camarera muy amable. Volvemos. Me encarga otro libro, este de Arthur Conan Doyle, El Signo de los Cuatro.
Hablo con José María, me dice que ha estado enfadado conmigo. Le contesto que lo sé y que hasta cierto punto tiene razón y que lo siento. También le digo que por una vez que falle no piense, por favor, que fallo siempre. Dice que no lo piensa.

12 am: Vuelvo a casa. Por el camino no puedo evitar pensar que es una de las últimas veces que hago este camino, en este coche, hacia esta casa. Llego.

1 pm - 20 h 44 m: No voy a contar los pormenores. Es duro (otra vez) pero curiosamente estoy como tranquilo como si me negara a perder los nervios, como si quisiera no dejarme arrastrar por unos sentimientos, unas emociones muy enrevesadas. Una gran dificultad. Calculo. Me dejo, Derivo. Me asiento. Me falta el aire. Respiro. Bebo agua. Vuelvo a beber agua. Vuelvo a Madrid. Vuelvo hacia aquí. Como tranquilo, como diciéndome, Vamos, vamos. Luego silencio, luego un cigarrillo, un intento de partida de ajedrez, una conversación, una sensación de aturdimiento y sin embargo como tranquilo, no quiero analizar, no quiero analizarme, hago lo que hago, no llego más allá. Es un momento de mi vida en que literalmente no sé qué va a ser de mi mañana. No sé dónde estaré. No sé cómo me sentiré. No sé cómo entrará el aire en mis pulmones. Últimamente la respiración es el metrónomo de mi espíritu. Miro la mesa. La lampara que ilumina. Miro tras la ventana una rama del árbol sin nombre. Escucho la radio como si fuera un día normal . Tecleo estas palabras como si fuera un día normal. La silla suena como si fuera un día normal. Y al mismo tiempo sé que no es un día normal. Lo saben más mis pulmones, seguramente mi hígado, seguramente mis riñones. Comienza el fin de semana que viene el mundial de automovilismo. El fin de semana que viene me parece el final de las vacaciones nada más llegar a la playa en los días de la infancia ¡El fin de semana que viene! ¡Qué espacio de tiempo tan inmenso!
Desmontar. Tengo que desmontar.

Diario

Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 23/03/2009 a las 20:32 | Comentarios {0}



La clave del destino estaba en que el mundo se revelaba dotado de estructuras y regido por unas leyes. Las técnicas adivinatorias consistían en descubrir los signos que luego eran descifrados mediante ciertas reglas tradicionales. Si se lograban descifrar los signos se podía conocer el futuro. Dicho de otro modo: se lograba dominar el tiempo. Este pasado del que escribo es de hace cuatro mil años, de cuando Marduk era el dios y los hombres vivían en ciudades que constituían el imago mundi. Babilonia era una bâb-ilâni, una puerta de los dioses...

Azar, Destino y Carácter (2) El Destino

Ensayo

Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/03/2009 a las 21:03 | Comentarios {0}


Así me ronda este título. Sin saber qué quiero decir con él. Sería a lo mejor que cuando algo es una obviedad es inútil añadir nada más. Sería quizá un anhelo de que el gato pudiera en algún momento confundirse con un perro. O que el perro maullara.
O que viven en la casa en la que ahora vivo dos gatas y un perro y hay veces en que...
No lo sé. Me decía Raúl, Pues pon el título y no escribas nada más. Pero a mí eso de ponerle un título al vacío me resulta tan insensato como darle a lo conocido el nombre de Dios. A lo mejor es una metáfora. O tengo miedo de que un gato sea un perro y yo no me hubiera dado cuenta no sé cuándo ni dónde.
Entonces, quizá, sería mejor poner el título entre paréntesis: ¿Un gato no es un perro? Ahora que lo escribo de esta forma siento lo pretencioso de esa interrogación. Por supuesto, me digo, que un gato no es un perro y al afirmarlo tan categóricamente me sacude un poquitín de tristeza.
Estoy inquieto.

Ensayo

Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/03/2009 a las 12:53 | Comentarios {0}


Vanidad de vanidades
Vanidad de vanidades
Quisiera confesar públicamente en este blog que tantas alegrías y tan pocas tristezas me otorga, un rasgo poco agraciado de mi carácter: soy un bocazas (o un bocas que dicen ahora los jóvenes). Tengo una incontinencia verbal que desborda los cauces de los ríos de las palabras. Y es por la palabra por donde quiero demostrar (¡aún, Swami, aún quiero demostrar algo a alguien, a tantos!) todo lo que soy, todo lo que he estudiado, trabajado, leído, cuántas distintas materias manejo, cuántos nombres alberga mi pobre cerebro, cuánta melancolía tengo derecho a atesorar.

También quiero que conste en este acta de autoinculpación que no es por un acto de soberbia sino más bien por una cuestión de inseguridad (muchas veces la inseguridad, querido Swami, se viste con los ropajes de la vanidad) por lo que me lanzo a hablar, hablar, de esto y aquello y lo de acullá y de lo de más acá, sin parar, elevando la voz, agrandando los gestos, imponiendo un discurso que nada tiene que ver con una esencia más bien tímida, más bien solitaria, más bien humilde de mi propia condición y mis propios conocimientos. Porque en el fuero interno de mi corazón, de mi alma y de mi mente toda, sé que no sé nada, sé que apenas llego a vislumbrar la nuez de ningún asunto humano y menos mundano y aún menos divino; sé que tú, Swami mío, habrías conseguido alumbrar a mis ojos el camino que tú has trillado allá en la India donde dicen las leyendas que viven los hombres más sabios, los hombres más espirituales, los hombres más desprendidos de su ego.

Pobre condición la mía que por inseguridad, en la cena que tuvimos el otro día, no supe mantenerme callado y hablé de fútbol, de ajedrez, de internet, de audiolibros y no sé cuántas gilipolleces más que, imagino, te dejaron aturdido y cuando menos dejaste que la vida fuera como estaba siendo. O a lo peor, vanidad de vanidades, me quise medir a ti y decirte que no estabas en medio de unos iletrados y que si querías ganarte el derecho a ser escuchado tendrías en mí -bocazas de profesión- a un duro competidor.

Salud a ti, Swami querido, disculpas sinceras y gracias por la lección, que por omisión de tu voz, me enseñaste.

Diario

Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 20/03/2009 a las 11:46 | Comentarios {0}


1 ... « 420 421 422 423 424 425 426 » ... 447






Búsqueda

RSS ATOM RSS comment PODCAST Mobile