Fabian Marcaccio
					 
				 
						 Misericordia: s. f. Virtud, que aficiona y inclina al ánimo, para que se duela y compadezca de los trabajos y miserias ajenas.
					 
					 
					 
El día se puede levantar y dejarse seguir.
Las expectativas no conducen a ningún lugar (y menos aún al lugar previsto).
Yo buscaba un encuentro y he encontrado una soledad sin fondo como si un enterrador se hubiera vuelto loco cavando la tierra para un ataud.
No sé si buscaba el aplauso (el enterrador)
					 
					 
Impecable: adj. de una term. Incapaz de poder pecar.
					 
					 
El día deja regueros
¿Me hubiera podido levantar? ¿Levantar el puño? ¿O levantar el beso?
¿Qué importa?
¿Viene la desazón porque ya tendría que estar muerto? (Todos los mayores de cuarenta años deberíamos estar muertos)
¿Seré capaz cuando la enfermedad me amenace la vida, de abandonarme a ella? ¿De morir en ella?
¿No es suficiente ser impecable en esta vida como para necesitar una trascendencia que nos alivie de la injusticia ciega, de la ciega barbarie, de la humanidad humana? ¿No es suficiente?
					 
					 
Empecedor: s. m. La persona o cosa que daña, perjudica y hace mal à otro. Es voz antiquada.
					 
					 
Es cierto que el daño. Es cierto. El día es capaz de dañar las vísceras.
¡Claro que lanzo mis dardos! ¡Claro que soy capaz de hacer llorar!
El viento a veces se vuelve huracanado. La tormenta de arena enturbia la vista y el veneno y las pasiones alardean en mi lengua haciéndome capaz de herir sin sangre, de matar sin remordimiento, de acabar de una vez para siempre en mitad de una Plaza una amistad cimentada con mimo a lo largo de muchos años. Soy un asesino.
					 
					 
Muerte: s. f. La división y separación del cuerpo y el alma en el compuesto humano; ò el fin de la vida, ò cessación del movimiento de los espíritus y de la sangre en los brutos.
					 
					 
El día muere cada día.
La muerte se muere muchas veces.
A veces en una despedida los domingos por la tarde.
O en una mirada que lo muere todo.
Se muere la ilusión.
Se muere la muerte de la ilusión.
La esperanza no es más que una muerte dilatada.
					 
					 
Nácar: s. m. La concha en que se cría la perla. Tómase frequentemente por lo interior de ella, que tiene un color vivo y respladeciente, blanco, con alguna mezcla de encarnado.
					 
					 
Y yo volaría por encontrarla. Y la abrazaría. Y sería capaz de arrancarme los dientes. Y sería capaz de desahogarme hasta quedar puro secano. Y me elevaría. Y encendería cirios. Y sería el bulto que muestra la sombra. Y sería el cuchillo que se quiebra en la piedra. Y sería la válvula marina de las profundidades. Y alcanzaría las fosas Atlánticas. Y sería busto. Y sería mármol. Y sería dueño de mis ataduras. Y sería espectro. Y sería homúnculo. Y sería arena. Y sería esperma. Y sería flujo. Y sería la raíz y la copa. Y sería la antorcha y el sonido del viento. Sí, sí. Yo volaría por encontrarla y me dejaría, fundidas mi alas, cual Ícaro amorfo gestado en el vientre de mi propio corazón, caer.
					 
					 
					 
					 
					 
					 
				 El día se puede levantar y dejarse seguir.
Las expectativas no conducen a ningún lugar (y menos aún al lugar previsto).
Yo buscaba un encuentro y he encontrado una soledad sin fondo como si un enterrador se hubiera vuelto loco cavando la tierra para un ataud.
No sé si buscaba el aplauso (el enterrador)
Impecable: adj. de una term. Incapaz de poder pecar.
El día deja regueros
¿Me hubiera podido levantar? ¿Levantar el puño? ¿O levantar el beso?
¿Qué importa?
¿Viene la desazón porque ya tendría que estar muerto? (Todos los mayores de cuarenta años deberíamos estar muertos)
¿Seré capaz cuando la enfermedad me amenace la vida, de abandonarme a ella? ¿De morir en ella?
¿No es suficiente ser impecable en esta vida como para necesitar una trascendencia que nos alivie de la injusticia ciega, de la ciega barbarie, de la humanidad humana? ¿No es suficiente?
Empecedor: s. m. La persona o cosa que daña, perjudica y hace mal à otro. Es voz antiquada.
Es cierto que el daño. Es cierto. El día es capaz de dañar las vísceras.
¡Claro que lanzo mis dardos! ¡Claro que soy capaz de hacer llorar!
El viento a veces se vuelve huracanado. La tormenta de arena enturbia la vista y el veneno y las pasiones alardean en mi lengua haciéndome capaz de herir sin sangre, de matar sin remordimiento, de acabar de una vez para siempre en mitad de una Plaza una amistad cimentada con mimo a lo largo de muchos años. Soy un asesino.
Muerte: s. f. La división y separación del cuerpo y el alma en el compuesto humano; ò el fin de la vida, ò cessación del movimiento de los espíritus y de la sangre en los brutos.
El día muere cada día.
La muerte se muere muchas veces.
A veces en una despedida los domingos por la tarde.
O en una mirada que lo muere todo.
Se muere la ilusión.
Se muere la muerte de la ilusión.
La esperanza no es más que una muerte dilatada.
Nácar: s. m. La concha en que se cría la perla. Tómase frequentemente por lo interior de ella, que tiene un color vivo y respladeciente, blanco, con alguna mezcla de encarnado.
Y yo volaría por encontrarla. Y la abrazaría. Y sería capaz de arrancarme los dientes. Y sería capaz de desahogarme hasta quedar puro secano. Y me elevaría. Y encendería cirios. Y sería el bulto que muestra la sombra. Y sería el cuchillo que se quiebra en la piedra. Y sería la válvula marina de las profundidades. Y alcanzaría las fosas Atlánticas. Y sería busto. Y sería mármol. Y sería dueño de mis ataduras. Y sería espectro. Y sería homúnculo. Y sería arena. Y sería esperma. Y sería flujo. Y sería la raíz y la copa. Y sería la antorcha y el sonido del viento. Sí, sí. Yo volaría por encontrarla y me dejaría, fundidas mi alas, cual Ícaro amorfo gestado en el vientre de mi propio corazón, caer.
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No existo
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No existo
Ensayo
Tags : Meditación sobre las formas de interpretar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 14/05/2012 a las 00:29 |De Mercedes Sosa
						 Cambia lo superficial, 
					 
cambia también lo profundo,
cambia el modo de pensar,
cambia todo en este mundo.
Cambia el clima con los años,
cambia el pastor su rebaño
y así como todo cambia
Que yo cambie no es extraño.
					   
					 
Cambia el más fino brillante
de mano en mano su brillo.
Cambia el nido el pajarillo.
Cambia el sentir un amante.
Cambia el rumbo el caminante
aunque esto le cause daño.
Y así como todo cambia
que yo cambie no es extraño.
					   
					 
Cambia, todo cambia.
Cambia, todo cambia.
Cambia el sol en su carrera
cuando la noche subsiste.
Cambia la planta y se viste
de verde en la primavera.
Cambia el pelaje la fiera,
cambia el cabello el anciano
y así como todo cambia
que yo cambie no es extraño.
					   
					 
Pero no cambia mi amor
por más lejos que me encuentre
ni el recuerdo ni el dolor
de mi pueblo, de mi gente.
					   
					 
Y lo que cambió ayer
tendrá que cambiar mañana
así como cambio yo
en esta tierra lejana.
					 
					 
Cambia, todo cambia.
Cambia, todo cambia.
					 
					 
				 cambia también lo profundo,
cambia el modo de pensar,
cambia todo en este mundo.
Cambia el clima con los años,
cambia el pastor su rebaño
y así como todo cambia
Que yo cambie no es extraño.
Cambia el más fino brillante
de mano en mano su brillo.
Cambia el nido el pajarillo.
Cambia el sentir un amante.
Cambia el rumbo el caminante
aunque esto le cause daño.
Y así como todo cambia
que yo cambie no es extraño.
Cambia, todo cambia.
Cambia, todo cambia.
Cambia el sol en su carrera
cuando la noche subsiste.
Cambia la planta y se viste
de verde en la primavera.
Cambia el pelaje la fiera,
cambia el cabello el anciano
y así como todo cambia
que yo cambie no es extraño.
Pero no cambia mi amor
por más lejos que me encuentre
ni el recuerdo ni el dolor
de mi pueblo, de mi gente.
Y lo que cambió ayer
tendrá que cambiar mañana
así como cambio yo
en esta tierra lejana.
Cambia, todo cambia.
Cambia, todo cambia.
						 Mensaje nº 1:
					 
Mi tristeza es de acero. Velluda. Sin canas.
					 
					 
Mensaje nº 2:
No quieras saber nada de mí. No me llames. No me mires. No me sigas. Nada esperes. Nada va a pasar.
					 
					 
Mensaje nº 3:
Mi tristeza es plomo. Porque es plomo puede ser preciosa.
					 
					 
Mensaje nº 4:
Te dije que no me llamaras.
					 
					 
Mensaje nº 5:
Mi tristeza es la fuerza descomunal de la ola. Vértigo de luna.
					 
					 
Mensaje nº 6:
¡Cuánto cuesta aceptar!
					 
					 
Mensaje 7:
Mi tristeza no existe.
				 Mi tristeza es de acero. Velluda. Sin canas.
Mensaje nº 2:
No quieras saber nada de mí. No me llames. No me mires. No me sigas. Nada esperes. Nada va a pasar.
Mensaje nº 3:
Mi tristeza es plomo. Porque es plomo puede ser preciosa.
Mensaje nº 4:
Te dije que no me llamaras.
Mensaje nº 5:
Mi tristeza es la fuerza descomunal de la ola. Vértigo de luna.
Mensaje nº 6:
¡Cuánto cuesta aceptar!
Mensaje 7:
Mi tristeza no existe.
						 El claro de luna le susurró al oído: Déjalo. Luego un búfalo lanzó la embestida y quedamente se fue por donde había venido. La tarde está tan bonita, se dijo el mirlo en la rama más alta del árbol del pan.
					 
Fuera quiso llover. Fuera quiso mirar. Fuera la oscuridad se disfrazó de halo azul.
La serpiente, sabia, volvió a enroscarse tras enseñar al ratón la razón de su largura.
El escarabajo patatero se quedó amodorrado tras un escarceo en la plantación del vecino. La lluvia -que aún no podía- estaba preñada de celo.
Le dio la mano la madre al hijo. La miró. Era la mañana, camino del colegio, un día dentro de muchos años.
Se detuvo el alba. Se miró la luz. La supo exacta.
				 Fuera quiso llover. Fuera quiso mirar. Fuera la oscuridad se disfrazó de halo azul.
La serpiente, sabia, volvió a enroscarse tras enseñar al ratón la razón de su largura.
El escarabajo patatero se quedó amodorrado tras un escarceo en la plantación del vecino. La lluvia -que aún no podía- estaba preñada de celo.
Le dio la mano la madre al hijo. La miró. Era la mañana, camino del colegio, un día dentro de muchos años.
Se detuvo el alba. Se miró la luz. La supo exacta.
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Ensayo
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 15/05/2012 a las 17:19 |